jueves, 12 de diciembre de 2019

NATURALEZA AUTOMOTIVADA

Si la naturaleza del planeta azul ha mostrado, y demostrado, que puede valerse por sí misma, pese a sus habitantes, durante cuatro mil millones de años, significa que lo seguirá haciendo por otros tantos, y sin preocupación alguna – Alfonso Campuzano

No todos los científicos están de acuerdo, no lo tienen nada claro, incluso los que pronostican una catástrofe climática, porque predecir el clima de un futuro más o menos remoto, con previsión de relojero, puede verse incumplido, como ha ocurrido recientemente, a la vista está, porque creer que los modelos climáticos aciertan más de una semana es asumir franca inocencia. Así que, ¿cómo se puede tratar de hacer creer lo que el clima acarreará dentro de veinte o treinta años?
Nada es perenne en el planeta azul. Todo es transitorio, de ahí que los geólogos, paleontólogos, clasifiquen sus descubrimientos por medio de edades/periodos donde la orografía de la corteza terrestre es cambiante, tal y como la conocemosLa adaptación es un grado con el que sí es posible ajustarse, pensando en las múltiples causas generadoras de cada uno de los cambios climáticos que han sucedido desde la noche de los tiempos.
La ciencia no es uniforme, de manera que discrepa entre lo positivo y lo negativo, entre la aclamación y la censura, y con polémica. Actualmente, la publicidad del calor manda sobre la del frío, por ahora. Veremos cómo se desarrolla la partida de ajedrez. Nada es fácil, y menos entender lo que se quiere hacer creer como global cuando todo terminará siendo territorial, como siempre ha sido. 
Si el planeta azul existe desde hace cuatro mil quinientos millones de años y, según algunos, ha habido cinco extinciones masivas de especies entre el 76 y el 96%, o quizá seis, según otros, habría que pensar que también pudo extinguirse alguna de las especies humanas ancestrales, aunque eso sea muy difícil de reconocer.
No se puede ser más natural que la propia naturaleza ni tomar su delantera, porque hay que admitir que ella decide cuándo, cómo, por qué, guste o no guste, porque quienes pretendan dar lecciones de cambio climático y calentamiento global terminarán por recibirlas, como así ha sido después de cuatro mil quinientos millones de años con sus largas Eras de Glaciación y de Interglaciación.
Actualmente el planeta azul, y desde hace muchísimo tiempo, vive y disfruta de un periodo interglaciar, que le corresponde. Lo ideal sería que no se intentara manipular el medioambiente con lo que se adelantarían los acontecimientos de los que nos arrepentiríamos.
Si uno se olvida, aunque no se haya vivido con la carcasa actual, que las más altas montañas estuvieron sumergidas en épocas anteriores, significa que tiene que reciclarse.
La adaptación es vida, de manera que conviene tener cuidado con el cambio climático, que auguran, no vaya a ser que nos coja desnudos. El planeta tiene futuro, tanto como ha tenido hasta ahora, simplemente porque sabe defenderse. Así que menos alarmismos, que a pocos favorecen.
No obstante, cuando el planeta azul se vea indefenso invertirá el clima, porque tras una explosión de calor sobreviene, vía natural, una implosión de frío. La naturaleza se basta sí misma, otra cosa es creer que los humanos, tan soberbios, la ayudan.
Ya decía Aristóteles que la naturaleza nunca hace nada sin motivo, y al tiempo que lo hará.

ALFONSO CAMPUZANO

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martes, 26 de noviembre de 2019

UN MAL CRECIENTE

La protección humana debe ser prioritaria, y sin ningún género de duda, ante cualquier animal, sea doméstico o salvaje – Alfonso Campuzano 

Al inmiscuirse la especie humana en el desarrollo y evolución de las especies restantes tanto animales como vegetales, es razonadamente incomprensible que unas salgan muy beneficiadas el jabalí, el lobo y el oso y otras demasiado perjudicadas la agricultura, la ganadería, sin que el ministerio y consejerías de los diecisiete delirios correspondientes actúen consecuentemente.
Los ataques de animales salvajes a la cabaña ganadera es un mal creciente por iniciativa de intereses oscuros, no resuelto por absoluta desidia administrativa, propia de un ensalzamiento de la vulgaridad, como si fueran patadas en los culos de los contribuyentes, lo cual demuestra una actitud despótica y totalitaria.
Tratar de responsabilizar a los seres humanos de la muerte de recursos alimenticios, ya sea mediante la caza legal o ilegal, es sentar bases demagógicas, cuando este planeta azul está diseñado para que unos se beneficien de otros, conformado según la ley natural de supervivencia del más fuerte, porque está mostrado, y demostrado, que las plagas de animales incontrolados aparecen cuando la caza se prohíbe, sobre todo judicialmente, incluso descontroladamente.
La naturaleza se defiende del más débil, es más, no le interesa, porque no se adapta ni evoluciona. La adaptación ayuda a sobrevivir. Primera Ley Natural, por los siglos de los siglos, es que sólo sobreviven los más fuertes de cada especie. Algo que vulgarmente nadie quiere aceptar. Este planeta azul, en continua evolución, desde hace más cuatro mil quinientos millones de años, marca la extinción de especies que se equilibra con el nacimiento de otras desconocidas en busca de reconocimiento científico.
La sanidad no se humaniza, como pretenden ciertos políticos mediocres, permitiendo que las mascotas –aunque estén vacunadas visiten a sus dueños ingresados en hospitales públicos. Es de ignaros pasar por alto que los canes, aparte de alergias, pueden transmitir cerca de setenta enfermedades a los humanos cáncer, entre ellas, haciendo peligrar la vida de quien disponga de mínimas defensas.
A estas alturas del siglo XXI, querer comparar un animal racional con uno irracional es ignorar la composición química del cerebro y las interconexiones neuronales de cada uno. Se ambiciona, desde algunas asociaciones bastante desorientadas, discriminar a la especie humana racional y favorecer a la especie animal irracional, que no tiene conciencia de sí misma.
¿Por qué la sociedad tiene que aceptar que para relajarse es necesaria la compañía de mascotas de todo tipo y condición? ¿Dónde están publicados los estudios realizados y con cuántos ejemplares? ¿Se han realizado a doble ciego? Probablemente se haya iniciado ya una dictadura más que obtiene intereses pecuniarios de los inocentes.
Si los amantes de las cuatro patas consiguen que los animales que van al matadero sean sacrificados bajo anestesia, la cesta de la compra se encarecerá y el fármaco administrado pasará a la cadena alimentaria, lo mismo que los antibióticos con los que están tratados todos los animales de granja.
Si un animal pudiera elegir entre los de su especie y la especie humana no tendría la más mínima duda de que se inclinaría por lo suyo conocido, porque en este planeta azul todo está compartimentado y estancado.
Los bebés como las mascotas terminan sufriéndolos los vecinos, y sin pedir opinión. Y no todas las personas aceptan disponer de una mascota a sus pies.
Si las cuatro asociaciones ecolólogas españolas, subvencionadas por los contribuyentes con más de doce millones de euros a sus más de treinta mil miembros, significa que algo está fallando cuando mantenerlos resulta tan caro para la sociedad.

ALFONSO CAMPUZANO
               
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jueves, 31 de octubre de 2019

EMBAUCANDO

La obsesión, casi psiquiátrica, por la divulgación alarmista del cambio climático, hace pensar que existen intereses económicos muy oscuros – Alfonso Campuzano

Conviene recordar que el cambio climático nunca ha sido ni es algo nuevo, sino que su continuidad se manifiesta desde el pasado hacia el futuro, en el que ha habido contrastes de temperatura en diferentes territorios, tanto a distintas horas del día como de la noche, y en las diversas estaciones. Sin embargo, gracias a la tecnología, la percepción ha dado un salto tan cualitativo casi exponencial, que urge descubrir la realidad con más rapidez que cualquier vehículo, por muy supersónico que sea.
Durante el primer lustro del presente siglo no se hablaba más que del famoso gas ozono (O3), como principal causa ya abandonado, por quién sabe qué particularidad, sobre todo al darse cuenta de que, según la época del año, aumenta o disminuye, poniendo como límite inmediato a la presunta hecatombe climática que, afortunadamente no ha ocurrido, al lograr sobrevivir el planeta azul una docena de años a tal vaticinio destructor, lo que significa que toda profecía está servida para que sea transformada, de manera que, al no resultar ciertos tales augurios, han arremetido nuevamente con la ampliación del número de años para la venida del desastre futuro.
Ahora, según los gurús alarmistas del clima, se trata de otros gases encabezados por el CO2, indispensable para que se desarrolle el reino vegetal, que se les ha dado en calificar de invernadero, cuando lo que se dibuja en el horizonte es que hay múltiples causas –tanto endógenas como exógenas, tanto naturales como artificialesproductoras del deshielo, poco o nada investigadas, que sólo con nombrarlas provoca tanta alarma que, cada una, requiere un grupo de trabajo serio para conseguir encontrar soluciones creíbles, proporcionalmente directas, que atajen el problema en bloque sin centrarse únicamente en un único impacto gasista, como se pretende, porque lo sencillo y que proporciona más dinero al bolsillo, es el verbo embaucar, ya que semejante oficio es tan antiguo como el ser humano, pues nada más tenemos que asomarnos a la ventana de la Historia.
Ciertos medios de comunicación viven del alarmismo social sin él perecerían, es su modus vivendi, y hay que aceptarlo, pero separando la ficción de realidad, siguiendo unas directrices extrañas, dictando números y más números, lo cual es importante, pero más aún tener sobre la mesa proyectos con los que atajar el teórico problema, no actual, sino venidero, cuando tenga que ser.
Se toman notas inexactas del llamado caldeamiento mundial, cuando tendría como siempre ha sido, que ser zonal o territorial, quizá debido a falsificaciones y enmascaramientos durante las investigaciones, adulteración de los registradores de temperatura insuficientemente repartidos por la corteza terrestre, han conducido posiblemente a unas inspecciones fraudulentas que han ocasionado una confusión colosal de la que nadie está totalmente recuperado. 
El ser humano es propenso a elucubrar sobre el futuro, como si conociera lo desconocido, fundamentado en bases imaginadas, mientras se olvida que son dinámicas. 
¿Es posible que las presiones que se ejercen sobre la publicidad alarmista del calentamiento global obedezcan a intereses confabulados en un plan para vender electricidad un tipo de energía, que no se instaura ni se desintegra, se atenúa, se atesora, se modifica, se transmite, en vez de combustible sólido?
Y, como colofón, para los que aún no les ha llegado la noticia, la obtención de electricidad también contamina, y mucho.

ALFONSO CAMPUZANO
                
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lunes, 21 de octubre de 2019

ATAVISMO POLÍTICO

La evolución de los partidos políticos desde su autarquía hacia la democracia, y siempre desde el punto de vista del bien común, es una utopía – Alfonso Campuzano


Las continuas imprecisiones de los políticos se parecen, cada vez más, a las previsiones climáticas de los meteorólogos, que sólo sirven para hacer la ola un ratito sin excederse en el tiempo, porque sus modelos se esfuman en cuanto aparece una borrasca, transformada en una ciclogénesis.
Si los impuestos, casi esquilmatorios, tanto directos como indirectos, no fueran tan elevados superiores a lo habitual europeo, y por encima de las posibilidades de la mayor parte de los contribuyentes españoles con más de tres millones de desempleados y más cuatro millones en exclusión social, no habría necesidad de despilfarrar tanto dinero en macrosubvenciones, porque subvencionar por subvencionar a diestro y siniestro, mediante ignorancia económica, gracias a su aumento cada año, no significa saber gestionar el dinero público encaminado hacia el bien común, sino abocar directamente hacia un malestar social definido como bancarrota, al aumentar la deuda pública al mismo ritmo que la corrupción partitocrática.
Las subvenciones desmadradas intentan redistribuir el dinero público que ocupan, se dice bien, el 40% de la recaudación tributaria, independientemente de la financiación de macroinversiones, habitualmente a fondo perdido; ayudando a la creación de empleo; distribuyendo entre Fundaciones, Centrales sindicales, Partidos políticos, Elecciones de todo tipo, etcétera, con propósitos perfectamente privados, como una forma moderna de comprar los votos de los electores, en lugar de pagarlo con cargo al bolsillo de los políticos demagogos.
Antaño se compraban los votos a la luz del día, y en efectivo, con el dinero salido del bolsillo de los políticos de marras. Hogaño superada la vergüenza ajena, se compran los votos mediante un sistema apesebrado de redistribución de rentas macrosubvenciones y macroinversiones, muy mal repartidas, que recaen en personas y entidades que no se lo merecen, de manera que en este paisaje vitriólico, a través de la Historia, se continúa viendo cómo a los partidos izquierdoides –cuya fijación psiquiátrica es que toda la sociedad lo sea, con sus políticos más fanáticos, les encanta subvencionar con el dinero que no es suyo, utilizando a los votantes como escudos humanos.
Si la recaudación, casi esquilmatoria, se redujera también se restringirían las subvenciones, de manera que se conseguiría que no fueran a donde no deben ir. Todo el mundo conoce a personas subvencionadas, casi sin ningún criterio justificado, pero no hay posibilidad de reducirlas si no se limita la recaudación de impuestos directos e indirectos. Por tanto, menos subvenciones y más facilidades para invertir mediante créditos a interés cero.
Sin embargo, de la Ley del Péndulo y más en Política, por mucho que se rían o se froten las manos, nadie se salva. Los más de cuarenta años constitucionales han descubierto el gran engaño de todos los políticos: ningún partido, salvo mirar la faltriquera, con vistas a aumentar su patrimonio personal futuro, ha sido capaz de orientar, a unos y otros, hacia un pacto de Estado de todo lo importante que riega el bien común, que impida continuar amplificando escrupulosa y premeditadamente las discrepancias regionales.
Convendría recordar que para acceder a un puesto laboral, sea público o privado, se requiere un examen psicotécnico, el que sea, además de una entrevista personal; sin embargo, para ser político se exige una urna, más o menos sellada, además de un sistema informático operativo capaz de averiguar el resultado final, desconociendo sus habilidades gestoras. En los curricula de políticos de cualquier país, España no se salva, se encuentran personajes que se atreven a elaborar leyes, cuando tiempo atrás estaban fuera de la ley.
Una vez llegado el partido a nivel de neocasta, le sigue preocupando conseguir sobresueldos propios cuando lo que se merece es un garrotazo goyesco, porque qué sería de un político si no supiera mentir.

ALFONSO CAMPUZANO
            
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viernes, 4 de octubre de 2019

SOCIEDAD MEDIOCRE

Una sociedad que tiene insertado el miedo en el cuerpo, y rodeada de una inestabilidad permanente, es fácilmente manipulable  Alfonso Campuzano

La sociedad española, entre masoquista y conformista, ya no elige entre los mejores de cada añada, sino entre los mediocres, porque entiende como lenguaje los tonos bajos referidos a los casi desaparecidos valores morales.
La sociedad española, tan arropada por la mediocridad, ya no diferencia entre lo bueno y lo mejor, sino que se queda en la medianía de los últimos cuarenta años, al soportar estoicamente una Ley Electoral tan injusta que premia a partidos independentistas, nacionalistas, supremacistas, que teatralizan su chalaneo mediante la pedigüeñez aceptada. 
La sociedad española, tan mentida como advertida, ya no distingue entre el asentimiento y el asentamiento cuando elige a personajes de pasarela bien arrebozados por sus palmeros.
La sociedad española, tan sedada como anestesiada, confunde la ficción con la realidad, al aspirar a que todo sea gratis, a cambio de aceptar sin rechistar, la costumbre de votar a los políticos mantenidos con los impuestos ya marcados.
La sociedad española, tan aquejada de una enfermedad tumoral léase políticos, incubada institucionalmente durante los últimos 40 años, cuyo tratamiento, sí o sí, es extirparla mediante el voto adecuado, aunque si no acierta, pese a la prevención, no se admiten quejas, mientras corre hacia el futuro a la velocidad de tortuga.
La sociedad española observa cómo los políticos arrastran una culpabilidad penal de la que fácilmente se zafan por ahora, cada vez que delinquen malversando supuestamente el dinero de los impuestos, casi esquilmatorios.
La sociedad española contempla cómo los políticos acarrean una responsabilidad política cuando no aceptan rectificar cada ocasión que incumplen sus promesas, que hoy en día no son juzgadas ni penalizadas, aunque ya se verá en el futuro.
La sociedad española percibe cómo los políticos originan una transgresión moral, en cada oportunidad que se les presenta, para engañar la confianza de los votantes. 
La sociedad española advierte cómo los políticos atraen un compromiso metafísico que probablemente no sepan de qué se trataen cuanto ponen en riesgo la vida de los ciudadanos humillados hacia la pobreza.
La sociedad española asiste atónita a la exhibición de currículos falseados de políticos sin propósito de enmienda, y sin dimitir.
La sociedad española está estupefacta ante el mercadeo de la libre designación de personas para cargos importantes sin capacidad meritoria y sin necesidad de acudir a desempeñarlos, aunque con nómina cienmileurista.
La sociedad española está pasmada ante autoridades con el sello de su partido impreso a fuego, que disfrutan de medios oficiales pagados por los contribuyentes para eventos privados, incluso juergas, pensando que tienen un crédito para gastar un dinero que no es el suyo propio.
La sociedad española está desconcertada ante el zalameo político de dirigentes que con absoluta desidia incumple las leyes, pero con su boquita dice ser constitucionalista, con anticonstitucionalistas, golpistas civiles, independentistas, proetarras defensores de delitos de sangre, esbirros portadores de antecedentes penales por asesinatos, demostrando patentemente la debilidad del Estado español.
Lo que ocurre en la sociedad española no es por pura casualidad, sino por pura causalidad política, ya que quienes tienen que poner orden y concierto no consiguen coordinar bien sus neuronas en cuanto ascienden algún peldaño.

ALFONSO CAMPUZANO
            
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lunes, 30 de septiembre de 2019

lunes, 2 de septiembre de 2019

DESGUACE DE LA SEGURIDAD SOCIAL (III)

La sociedad, cuando logra la madurez, tras largos años de aprendizaje, tiene la capacidad suficiente para poder exigir a sus gobernantes – Alfonso Campuzano


Antes de que la Seguridad Social, y su Caja/Hucha de las Pensiones, la den por desaparecida y muerta, políticamente hablando, todos los españoles, sin excepción, tendrían que plantearse seriamente una solución para los siguientes puntos:
Disminuir en dos tercios los casi medio millón de políticos –actualmente hay un político por cada 105,9 habitantes, que han emergido en los últimos cuarenta años, que han demostrado muy buena gestión para su creciente patrimonio personal algunos ya millonarios, sobre todo socialistas, desde la apertura de veda señalada por el exministro Carlos Solchaga, socialista él, al apuntar: En este país el que no se hace rico es idiota, pero nulo para el bien común, que viven a cargo de los contribuyentes, sin aportar poco más que sus vagas ideas legislativas, que nunca jamás cumplen, pero pretenden que los demás, por imperativo legal, sí tienen que cumplirlas.
Disminuir/anular los privilegios políticos que se otorgan a sí mismos, es decir: sueldo; comisiones; desplazamientos mediante peaje, taxi; dietas y manutenciones; portavocías; despachos; vehículos oficiales; chóferes; secretarías y secretarias; multiasesores; asistentes; comidas de trabajo; alojamiento en hoteles; viajes con billete de primera clase en avión, barco, tren; tarjetas de crédito personales; teléfonos fijos y móviles con su red; computadoras; subvenciones; escoltas; mudanzas; indemnizaciones por cesantía del cargo; y un etcétera largo de prebendas, sin cotizar su totalidad a la Seguridad Social cuyo significado, al ser dinero negro, es corrupción, porque su trabajo, como su nombre indica, es un Servicio al reino de España, por tanto, cada cargo político debería cobrar exactamente lo mismo que cobraba antes de ser elegido, incluso para cargos de empresas públicas, sin pensar en indemnizaciones. Además de prohibir los autoincrementos de sueldos sin haber solicitado una auditoria externa. 
Anular los privilegios a ex presidentes y ex ministros, tales como el despacho, el coche oficial, la secretaría, el sueldo vitalicio, etcétera, y equiparar su pensión a la que corresponda por sus años de cotización, como cualquier trabajador, que es de justicia. 
Disminuir los impuestos, tanto directos como indirectos, de las cuatro administraciones del Estado: central, autonómica, provincial, municipal, que llegan al 70%, contribuyendo a esquilmar seriamente el bolsillo de los contribuyentes.
Disminuir la deuda pública de un billón ciento noventa y nueve mil setecientos setenta y tres millones de euros (1.199.773.000.000€), cuando en 1975 era de ciento setenta y cinco mil millones de pesetas (175.000.000.000pta.), que traducido a euros eran mil cincuenta y un millones setecientos setenta y un mil ciento ochenta (1.051.771.180€). Una deuda que ha aumentado mil veces, lo que significa un derroche faraónico, sin salida, y hacia un suicidio financiero ralentizado.
Disminuir/negar las condonaciones de deuda a otros países regalo o perdón financiero para que con tal cantidad se consiga pagar la deuda pública propia.
Disminuir en dos tercios el aporte de los contribuyentes a todo tipo de elecciones generales, autonómicas, municipales, europeas, de manera que si, cada una de las elecciones, cuesta 170.000.000€ de los impuestos correos (36%); escrutinio y difusión de datos (11%); logística (11%); cuerpos y fuerzas de seguridad (42%), sólo pagarían un tercio, mientras el resto lo pagarían, tanto los partidos políticos como los propios interesados.
Disminuir/anular el sembrado de subvenciones millonarias descontroladas, plasmadas en los Presupuestos Generales del Estado (PGE), que los partidos políticos asignan a Empresas públicas, a Partidos políticos, a Centrales Sindicales, a Fundaciones, a Patronales, a Organizaciones No Gubernamentales (ONG’s), etcétera, que inocentemente pagan los contribuyentes sin que hayan pedido permiso. Sería recomendable que no se filosofara con las macroayudas transformadas en subvenciones a fondo perdido cuando lo que debieran aumentar son los préstamos a nulo interés, ya que cerca de veinte mil millones de euros (20.000.000.000€) han desaparecido sin haber constatado un mínimo reflejo de transparencia económica.
Suprimir la población de presidiarios extranjeros casi veinte mil, extraditándolos a su país de origen, ya que cada uno del total (60.000) cuesta a los contribuyentes 65€/día, es decir, 23.725€/año. Asimismo, programar progresistamente al resto de la población presidiaria autóctona para tareas comunitarias/sociales de asfalto de carreteras, limpieza de calles, limpieza de jardines, etcétera.
Que los políticos deben pagar el Impuesto sobre Renta de las Personas Físicas (I.R.P.F.) y Seguridad Social (S.S.), sí o sí, de todo lo que ingresen mensualmente, y percibir una sola pensión en lugar de dos o tres, precisamente la que corresponda exclusivamente por su tiempo en el cargo.
Que las pensiones no contributivas deben cargarse en los Presupuestos Generales del Estado (PGE), y no en la Seguridad Social, simplemente por no haber cotizado, tales como las bonificaciones al empleo, los incentivos, la reducción de cotización a la contratación, las subvenciones, los inmigrantes, los refugiados, las personas que cuidan de dependientes, las personas en riesgo de exclusión social, porque según el economista Howard Kershner: "Cuando la gente le confiere al Gobierno el poder de quitarles a ellos para darle a otros, el proceso no se detendrá hasta que el último hueso del último contribuyente quede desnudo."
Que como complemento a la mano que mete en la Caja, se deje de realizar préstamos a la Seguridad Social (S.S.) muy difíciles de restituir, en lugar de transferencias corrientes, pagadas con impuestos, porque lo único que quizá se consiga con ello sea ayudar a los Bancos a mantener su nivel.
Que los políticos deben ser multados y/o suspendidos de empleo y sueldo cada vez que, sin justificación médica, se ausenten de su escaño durante los plenos y las comisiones.
Que los políticos, cuando sean imputados por su mala gestión ante los tribunales, tengan prohibido defenderse empleando dinero de los contribuyentes.
Concluyendo: No hay que olvidar encarecidamente que estas exigencias nunca jamás se alcanzarán si la sociedad española no se toma en serio que debe madurar para reivindicar lo que es suyo.
Añadiendo: Si siempre hay, y nunca faltará, para el resto de los Ministerios, se debe dejar de amenazar con la falacia reiterativa del hundimiento de la Seguridad Social.

           ALFONSO CAMPUZANO
                  
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jueves, 29 de agosto de 2019

PROGRESISMO DE PALESTRA

Apropiarse políticamente de un término común, y no cumplir con su significado, es como apropiarse de un color, que es patrimonio universal – Alfonso Campuzano

La Real Academia Española (R.A.E.) define progreso, en su primera acepción, como la acción de ir hacia adelante y, en su segunda, como avance, adelanto, perfeccionamiento.
Todos los partidos políticos, en su evolución, exigidos por la sociedad, se han ido amoldando a los tiempos y, en mayor o menor medida, se han hecho progresistas, unos de boquilla más que otros.
Sin embargo, ha sido precisamente la ideología izquierdoide quien ha madrugado a la hora de haber saltado antes que sus adversarios a la palestra –sin permiso, y gracias a sus dotes demagógicas, a su método propagandístico, a su continua campaña electoral, a su incombustible moralina verborreica, dedicada a vilipendiar, consiguiendo adueñarse de un significado que no ha llegado a entender y menos a cumplir, con el agravante de desvirtuar, y de dinamitar, el prestigio reconocido, siempre apoyado en el dinero que no es suyo, sino de los contribuyentes.
Ser progresista no significa tener que incumplir, tanto la promesa/jura de la Constitución’78 como las leyes, para que impere la discrepancia.
Ser progresista no significa tener que mentir ante el parlamento, incluso ante cualquier micrófono.
Ser progresista no significa tener que abusar del poder por conveniencia política y/o personal, y aumentar los ministerios y consejerías para pagar favores escatológicos.
Ser progresista no significa votar su propio aumento de salario y tener la obligación de disfrutar de privilegios y vicios, evidentemente políticos.
Ser progresista no significa tener que ofrecer diariamente indecisión, irritación, retroceso, sospecha, además de disponer de centenares de asesores con cargo a los contribuyentes.
Ser progresista no significa destruir lo que disgusta de antaño, como tergiversar la Historia que ya han memorizado hasta la saciedad, tanto partidarios como detractores, sino tratar de mejorar/actualizar aquello que puede haber quedado obsoleto, y sin herir susceptibilidades.
Ser progresista no significa tener que hacer la vista gorda hacia la desintegración, tanto territorial como social.
Ser progresista no significa fomentar una pseudosolidaridad con el tráfico de personas en barcos negreros del siglo XXI, que se exhibe de manera discontinua, embarullada, exagerada, indiscreta, al reventar unas normas, que atentan contra la legalidad vigente.
Ser progresista no significa tener abiertas de par en par las fronteras a la ilegalidad, a la delincuencia, a la inseguridad sanitaria por la exposición a enfermedades infecto-contagiosas, sin haber pasado una cuarentena socio-sanitaria.
Ser progresista no significa tener que quebrantar los deberes de todo contribuyente hacia impuestos y tasas, al tiempo que aumentan, casi esquilmatoriamente, cuando los sueldos han perdido poder adquisitivo, durante decenios, sin que se sepa crear empleo de calidad y en cantidad.
Ser progresista no significa tener que ayudar a políticos desleales, ya suspendidos de empleo y sueldo, ya inhabilitados.
Ser progresista no significa tener que menospreciar a los votantes al no saber/querer/poder pactar acuerdos que beneficien a la sociedad sin sangrarla.
Ser progresista no significa ser frívolo, malgestionando el dinero del Tesoro Público, que no es de nadie (sic), cuyo titular son los impuestos de los contribuyentes, emprendiendo obras faraónicas, que no se utilicen, para acumular patrimonio personal.
Ser progresista no significa tener que utilizar la demagogia y el populismo, como al descubrir malintencionadamente que con el sufragismo, ya centenario, se pueden arañar votos.
Ser progresista no significa tener que aumentar la deuda pública gastando más de lo que se recauda, vía impuestos.
Ser progresista no significa tener que dilapidar descontroladamente subvenciones millonarias procedentes del dinero de los contribuyentes.
Ser progresista no significa redistribuir rentas sin ultimar obligaciones laborales que creen riqueza que repercuta en la sociedad.
Ser progresista no significa tener que regalar pensiones no contributivas sin que exista una contrapartida de deberes comunitarios.
Ser progresista no significa que los amantes de las cuatro patas puedan manifestarse y concentrarse intransigentemente contra la tauromaquia y toda clase de animales, amenazando, molestando, sermoneando, sobre la libertad de personas que no piensan como ellos, cuando el psiquiatra Dr. Verrecken opina que forman parte de la variante clínica denominada exhibicionismo de la bondad.
Ser progresista no significa tener que utilizar todas las variantes de inserción del doble género embarullando la lingüística con el sexismo.
Ser progresista no significa intolerancia en ruta hacia la coacción.

ALFONSO CAMPUZANO
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