En tiempo de bonanza cualquier persona con un trabajo normal puede
hipotecar hasta sus cejas para adquirir bienes, algunos tan necesarios como es
el derecho a poseer una vivienda digna, muy bien reflejado en la Constitución
española. Sin embargo, cuando al conjunto de ciertas mentes iluminadas se les
ocurre pensar que la sociedad está viviendo muy bien, incluso por encima de sus
necesidades, y disfrutando mucho, provoca una crisis con la intención de demoler,
no sin gran esfuerzo, el hasta ahora conseguido Estado de bienestar. Y ahí,
precisamente en ese momento, es cuando empieza un largo y penoso peregrinar.
Unas personas de conducta intachable, sin empleo, sin haber sido tentadas
por el dedo de la codicia, buscan sobrevivir en la economía sumergida, incluida
la chapuza, otras caen en la redes tendidas por gentes sin escrúpulos, que
viendo publicados sus datos con nombres y apellidos, incluidas sus domicilios
personales, en tablones públicos y demás medios de difusión, a punto de ser
ejecutada la sentencia por impago de hipoteca, son visitados e incitados a ser
contrabandistas y narcotraficantes para poder hacer frente a unos gastos que
les sobrepasan. Puede que la primera vez se resistan a la tentación de viajar
con todos los gastos pagados, pero cuando la deuda apremia, y la soga llega al
cuello, en su desorientación social, termina por ceder.
Algo que nadie ha pensado es por qué estas personas arrastradas por los
recortes la vida les ha volteado hasta renacer en los opuestos ciento ochenta
grados. Y es que, de pronto, se ven retenidos en una cárcel extranjera,
condenados por intentar salvar a su familia, cuando pasaban cierta cantidad de
droga para beneficio de esos seres sin conciencia que buscan personas anónimas
sin antecedentes penales. Entretanto, su familia abandonada con la cuerda aún
más prieta, porque no le corresponde ningún tipo de ayuda benéfica.
No son cárceles de cinco estrellas como las españolas donde no hay
hacinamiento y sí mucho ocio para poder practicar cualquier deporte, incluso
zonas de spa y de jacuzzi, cuyo mantenimiento individual que cuesta al erario
público más de mil quinientos euros mensuales, preparadas para ver desfilar una
serie de políticos corruptos que, cuando se construyeron ya sabían quien
iba a habitarlas, un por si acaso, que
tiene todos los visos de cumplirse, aunque no hayan devuelto lo que afanaron, sino
que son mazmorras medievales con hacinamiento total y sopas aguadas, sin
tropiezos que llevarse a la boca. En otros casos, menos difundidos, estas
mafias no llega a tiempo de contratarles, porque se han suicidado.
Cualquier crisis se lleva por delante todo lo anterior.
Al final de cada crisis los límites del horizonte son nuevos. La duración de
una crisis termina en lisis dependiendo del alcance de su catarsis. Actualmente, cumplen condena en cárceles extrajeras,
acusados de narcotráfico, unos dos mil españoles. Actualmente
hay una O.N.G. española, de muy reciente aparición, en el panorama
internacional, dedicada expresamente a ayudar a estos seres desdichados. Su
nombre: + 34.
ALFONSO CAMPUZANO
Sigue a @AIf0ns0
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