A través de los varios miles de millones de años de su existencia, este
planeta nos ha proporcionado una información innegable como que, hasta la
fecha, ha habido unas cinco grandes extinciones de especies sin que se sepa con
exactitud qué causa ha sido la desencadenan, o quizás hayan sido varias. Y
es que los designios de la Naturaleza son insondables.
En el tránsito del Período Ordovícico al Período
Silúrico, hace ya alrededor de cuatrocientos cuarenta millones de años tuvo
lugar la primera gran pérdida masiva. Al final del Período Devónico o Era de
los peces desapareció prácticamente la quinta parte de las especies conocidas.
Durante el Período Pérmico, hace doscientos cincuenta millones de años hubo
otra fulminación masiva. En el tránsito del Período Triásico al Período
Jurásico se desencadenó la evanescencia de grandes anfibios cediendo el
paso a los dinosaurios cuyo reinando, por llamarlo de alguna manera, duró
ciento cincuenta millones de años. Y, por último, la quinta, a finales del período
Cretácico. Es decir, el 99% de las especies, que han poblado este planeta, ya no están y ni siquiera se las espera.
La
evolución de la vida, totalmente ciega, hace que, con su evidente dictadura
natural dirige la selección de las especies conocidas, y desconocidas, que deben sobrevivir o desaparecer, siguiendo
las leyes universales, pese a las intenciones claroscuras de ciertas
fundaciones denominadas ecológicas, tras erigirse en abanderadas de leyes que prescinden, pues se olvidan de las mutaciones que surgen constantemente para
que sólo permanezcan los especímenes que mejor sepan adaptarse, mientras que el
resto, quiera o no reconocerse, degeneran y desaparecen, por mucho que se
pretenda ayudar lo imposible.
La Naturaleza
es totalmente consciente de todo lo que ocurre en este planeta, pese a que no
es democrática ni lo pretende, sus leyes son las que son, se acepten o no, con todas sus
consecuencias, rechazadas por ignorancia, habitualmente por la especie humana que pretende
imponer las suyas, de ahí el resultado que todos conocemos diariamente por los
medios de comunicación social: catástrofes continuas.
En los
últimos quinientos años han desaparecido unas ochocientas especies conocidas, a
cambio, en la última década han aparecido, es un decir, cientos de especies
nuevas en todos los reinos de la naturaleza, unas han evolucionado, otras han
mutado, porque sin mutación no hay evolución, según el período natural que
toque.
Gracias a
la extinción de los dinosaurios los mamíferos, y con ellos la especie humana, florecieron para estar situados en el escalón donde se encuentran. Toda extinción es ley de vida, es un final
y un principio a la vez. El planeta Tierra es rico en diversificación de
especies, cuyos compartimentos estancos traspasan las saprofitas, empezando por
los virus.
Nuestra
civilización se basa en la inteligencia cuyo mayor exponente es la creatividad.
Pero, como a ellas, también llegará, por qué no, la hora al homo sapiens. Tiempo y dinero perdido
por no haber sabido invertirlo en la propia especie humana.
Alfonso Campuzano
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