Las perturbaciones atmosféricas y las turbulencias aéreas son cada vez más
frecuentes y duran más tiempo. En ocasiones, la tormenta, mientras vuela un avión,
se enfrenta a un enemigo, sobre todo cuando se ha descubierto últimamente que
el techo que puede llegar a alcanzar supera la altura máxima que le permiten
sus motores. Hasta hace muy poco se creía que los doce kilómetros de altitud eran
suficientes para evitar los efectos perjudiciales de unas nubes tormentosas cuando
ya se ha comprobado que pueden llegar hasta los quince kilómetros sin
posibilidad de defensa. Algo deberá cambiar en los ingenios voladores o cambiar
las autopistas aéreas. ¿Cuantos años se necesitan para mejorar, reducir y
eludir este grave problema recientemente planteado por la evidencia? Casi una
vida.
Cuando las imágenes de cualquier televisión nos muestran las inundaciones
que tienen lugar en cualquier punto del planeta, una serie de países, la mayor
parte de las veces tercermundistas, no dicen que estas poblaciones carecen de
desagües que filtren el agua, esperando que, gracias a la temperatura que
disfrutan durante todo el año, la evaporación haga el resto.
Sin embargo, cuando los desbordamientos de ríos acaecen en territorios de países primermundistas las causas
son tan diversas como son la falta de mantenimiento del alcantarillado, la
invasión descontrolada del terreno cercano al lecho fluvial al permitir el levantamiento de urbanizaciones o fincas,
dando lugar a enemistades locales, avivados con rencillas políticas en busca de votos, con aquellos que
sufren sequía al no saber o no querer tomar la
directriz de transvasar el agua.
Sigue a @AIf0ns0
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