Los ciclistas deberían ser visibles mediante potentes luces de situación e intermitentes, delanteras y traseras, diurnas y nocturnas, ropa y casco reflectantes, además de circular en fila de a uno – Alfonso Campuzano
Convendría que se pusiera coto a la sangría de accidentes viales, tanto profesionales como aficionados, tanto en ciudad como en carretera, mediante un análisis pormenorizado y serio, sobre el método de circulación empleado por los ciclistas, para mejorar la visibilidad del desplazamiento a pedales mediante un esfuerzo físico personal.
En principio, se supone que los propios ciclistas están capacitados para cuidarse a sí mismos. Sin embargo, para que los demás les cuiden y les mimen, deberían seguir las normas establecidas para circulación de cualquier vehículo de dos (motocicleta) o más ruedas (coche, camión) y ser cuanto más brillantes, mejor para conservar sus vidas.
Sin olvidar que la estabilidad de las dos ruedas de una bicicleta depende del esfuerzo físico que propulsan los miembros inferiores del ciclista, además de realizar quiebros insospechados, siempre es menor que la que proporciona una motocicleta impulsada por un motor.
No resulta suficientemente eficaz pretender que se endurezcan las penas por atropello a ciclistas, fundamentalmente en carretera; no es suficientemente eficaz invertir en la ampliación de los carriles-bici existentes –la percepción es de que son vías de circulación prácticamente vacías, la mayor parte de las veinticuatro horas al día–, y que tanto dinero cuesta al contribuyente.
Sin embargo, dado que las bicicletas no son sólo para el verano, sino para todo el año, los ciclistas deberían cooperar, además de respaldar las normas de tráfico vigentes, tanto en zonas urbanas como interurbanas; deberían circular obligatoriamente, y sin excepción, en fila de a uno, nunca jamás en grupo.
Las bicicletas deberían hacerse más visibles, pues su carrocería es el propio ciclista, ya que se las ve poco o nada, mediante potentes luces de situación e intermitentes, tanto en zona delantera como trasera, tanto diurnas como nocturnas.
Las bicicletas deberían ir provistas obligatoriamente de señal acústica, léase timbre, que brilla por su ausencia, con que adviertan de su presencia cercana, sobre todo al asustadizo y distraído peatón, cuando circulan incomprensiblemente por las aceras de las calles a velocidad endiablada.
Los ciclistas deberían portar ropa y casco reflectantes, tanto de día como de noche.
Los ciclistas deberían circular atentos a todo lo que ocurre a su alrededor, y nunca jamás distraídos, mientras juegan o leen noticias en el teléfono celular.
ALFONSO CAMPUZANO
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