viernes, 13 de noviembre de 2020

EL MISTERIO DE LAS PATERAS (II)

Para que no exista el más mínimo atisbo de agravio comparativo, toda inmigración debe ser reglamentada conforme a la ley – Alfonso Campuzano


Los inmigrantes pasean en grupos durante todo el día por las inmediaciones del hotel asignado uno para cada etnia hasta que llega la hora de recluirse para almorzar y cenar. Deambulan como si estuvieran de fiesta, con cervezas enlatadas en la mano, con teléfonos celulares de última generación, algunos dosdicen, cuando se les pregunta, que donados por la Cruz Roja, y sin portar mascarilla.

Su compostura aparenta una contradicción sanitaria gravísima quizá para no alarmar a la población autóctona que, cuando anochece, por miedo, se recluye en sus domicilios y bajan las persianas que procediendo de países donde la Sanidad es tercermundista se comportan como si no transmitieran supuestamente enfermedades infectocontagiosas. En cambio, la población del país acogedor léase España, ante su presencia, pueden sufrir todo tipo de enfermedades como ansiedad, coronariopatías, depresión, estrés postraumático, ictus, trastornos mentales, tuberculosis.

Estos grupos étnicos entre ellos se pelean, y hay que separarlos, a veces, por la fuerza controlan los restaurantes, las playas, y los establecimientos comerciales de los que salen con bolsas de compras rebosantes. Su aspecto físico no parece proceder de territorios en estado de guerra, o con hambre endémico, o que necesiten auxilio inmediato como los medios de comunicación han difundido hasta la saciedad, sino que ocultan una invasión pactada en los embarcaderos de origen africano, porque no vienen a trabajar, porque no han trabajado nunca lo dicen abiertamente al ser interpelados, porque su perfil asemeja a vagos, delincuentes, combatientes, macizos de gimnasio, en edad militar, nada escuálidos ni depauperados. Cada uno tiene su proyecto inmediato de asentamiento definitivo desplazándose en avión, y sin pasaporte, pagado por los españoles. No hay rastro de mujeres ni de niños. 

Pero ¿qué es lo que traen los inmigrantes africanos irregulares en las pateras? Son tantas las que llegan al archipiélago canario que necesitan una orquesta que maneja varias grúas, palas, camiones para desplazarlas hacia varios cementerios, la mayor parte están fabricadas con fibra de vidrio, que es muy contaminante, que no están en vías de reciclado, donde las parten a la mitad, donde las acumulan medio enterradas bajo arena traída de playas, peligrando el ecosistema.

En uno de ellos, localizado en la isla Gran Canaria, cercano al puerto de Arguineguin, parece como que se ha recibido orden de no ser inspeccionado ni revisado, ya sea por asociaciones de ecologistas, ya sea por sanitarios, y ni siquiera por la Guardia Civil del SEPRONA léase Servicio de Protección de la Naturaleza, quienes ¿no tienen nada que decir ni investigar?

En aquel lugar se halla totalmente abandonado calzado recién estrenado, como zapatillas marca Nike, botas de agua de camuflaje de talla grande; atuendo  como chalecos salvavidas, chubasqueros, equipos de submarinismo (aletas), mochilas, sudaderas; material diverso como balizas, bidones de combustible (gasolina, aceite), carbón (para camuflar el olor a hachís), bolsas de papel, cargadores de baterías, comida podrida, cuchillos, pilas, plomadas, teléfonos celulares rotos,... Y, sobre todo, el enigma de las tablas levantadas.

La invasión continuará.


ALFONSO CAMPUZANO

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