UNA DE TRANSICIÓN ENERGÉTICA

El modelo de almacenamiento tradicional de energía eléctrica no sirve actualmente para el que proviene de turbinas eólicas o de paneles solares, ya que al disminuir la frecuencia electromagnética que equilibra la red, también se reduce la calidad – Alfonso Campuzano

Desde hace una veintena de años asistimos a una transición energética que, echando números, saldrá demasiado cara para el bolsillo de los contribuyentes. Pero poco o nada importa a los políticos legisladores que prefieren esto a trabajar, porque los contribuyentes son más dadivosos, sobre todo con vicios escatológicos, que los empresarios. 

Toda evolución consiste en progresar fomentando cambios ya sean artificiales o naturales. Y ahí es donde entra la mano del ser humano con su iniciativa climática, íntimamente verdosa, aunque manejada inicialmente de forma global mediante un fundamentalismo carbónico. 

La deriva se ha acelerado hacia el nacimiento de una obstinación por descarbonizar el planeta, una manía persecutoria que saldrá muy cara a la sociedad occidental –la oriental pasa del tema, no va con ella–, es decir, al contribuyente, pero nunca a la recua de ecolólogos subvencionados y propagandistas de su autoritarismo.

La nueva religión energética combate por alzarse con el poderío global, tratando de alterar tradiciones idiosincrásicas de cada país por la unicidad, arruinando cabañas ganaderas, desmantelando costumbres nutritivas rutinarias, imponiendo ocurrencias sin contrastar científicamente.

Desde el bienestar primermundista se puede hablar de ecologismo, emergencia climática, calentamiento global, cambio climático, feminismo, paridad, etcétera, pero se necesitan misioneros en países tercermundistas, porque los primermundistas tienen una concienciación diferente a la de los tercermundistas, de hecho, los primeros están pagando con sus impuestos lo que los segundos no pueden, debido a su conciencia y libre albedrío.

No cabe la menor duda que la contaminación ambiental influye en la vida terrestre, y no al revés, de manera que de por sí no llega a ser preocupante. La duda surge en el horizonte en contra de manipulaciones escatológicas e ideológicas –la mayor parte subvencionadas–, salvo que las personas tengan antecedentes médicos que disparan factores genéticos cardiovasculares, respiratorios, pulmonares, aparte de su inmunidad natural, única e intransferible.

Las administraciones públicas de ciertos países tratan de reemplazar la energía convencional, que utiliza combustibles fósiles hacia otros tipos energía, que se denominan renovables, la cual conducirá sin remedio, al menos al principio, a un nuevo sistema incapaz de mantener la potencia conocida y equilibrada, de tal manera que lo verde futurible saldrá más caro y será de pésima calidad.

La alegría política nada tiene que ver con una fase científica desconocida de futuro incierto que necesitará muchos años de ensayo error-acierto, con el agravante de que es más que probable que falten materias primas para fabricar baterías.

Las naves interestelares que algunos países pretenden construir en las próximas décadas ¿serán movidas por energías renovables o por energía nuclear de fusión?

ALFONSO CAMPUZANO

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