ALFONSO CAMPUZANO
Cúpula de papel
viernes, 5 de abril de 2024
lunes, 11 de marzo de 2024
ANTE LA PRESCRIPCIÓN DEL 11M
Los españoles no se merecen los gobiernos de los últimos cuarenta y cinco años con la desindustrialización preconstitucional entre 1982 y 1989, y la ruina del sector primario, es decir, acuicultura, agricultura, apicultura, caza, ganadería, minería, pesca, silvicultura — Alfonso Campuzano
El macroatentado ferroviario perpetrado durante a primeras horas de la mañana del 11 de marzo de 2004 no debe prescribir por la sencilla razón de estar registrado en la conciencia colectiva como un ataque terrorista que concluyó en múltiples crímenes de lesa humanidad. La trama que ocasionó esta masacre aún está por dilucidar, por muy extraño que parezca. El juicio promovido, en vez de esclarecer los hechos, lo que hizo, aparte de enfangar las pruebas expuestas y contentar a quienes se desconoce su identidad y sus fines, fue abrir un abanico de dudas que persisten en la actualidad, pese a haber transcurridos dos décadas, tiempo insuficiente para olvidar
Para empezar, el delito de destrucción de las pruebas de cargo –léase desguace de los trenes, además de la incineración de objetos y ropas de las víctimas–, no tuvo consecuencias penales, porque no se persiguió al juez ni a la fiscal. Las pruebas de un siniestro que nunca se destruyen, ejemplos tiene la Historia Universal; sin embargo, en este caso, se destruyeron. Pese a la gravedad de esta circunstancia, la demolición del escenario del crimen y del cuerpo del delito no consiguieron anular el juicio, porque se aportaron otras pruebas teledirigidas y con personal colocado en puestos clave, y sin experiencia. Un suceso extraño que no levantó polvareda mediática ni tan siquiera de la sociedad civil con los partidos políticos enmudecidos por acontecimientos que los desbordaron.
En suma, surgieron muchas irregularidades muy bien reguladas. Todo ello para conseguir que una versión política oficial opacara a la verdadera. Los ínfimos análisis químicos de una veintena de bolsitas conteniendo sustancias supuestamente recogidas en los diferentes lugares de los hechos, cuando el juicio estaba en marcha, como fue la existencia de dos clases de explosivos, fueron inconclusos y manipulados, tanto consciente como inconscientemente, sobre todo por un comisario, sin que ninguno de los expertos analistas se hiciera eco de posibles verdades, porque nunca existe una sola verdad, sino varias, además de muchos cambios de opinión. Fue durante el propio juicio cuando unilateralmente se eligió una sola composición química —versión reconocida—, mientras que se desechó la otra.
A raíz de esta macroagresión, típica de una guerra, aunque no declarada, las elecciones generales, que debieron ser suspendidas, no se suspendieron, las cuales provocaron la proclamación de un gobierno por la gracia de la marca del explosivo elegido por el tribunal, cuyas secuelas están sufriendo actualmente los españoles, aun cuando algunos no se den cuenta de ello ni de otras muchas cosas más, dadas las cuantiosas preguntas y sus nulas respuestas, incluidas las incongruencias del relato autorizado.
Resulta curioso observar las fotografías de los trenes destrozados por un onda expansiva producida por unas bombas de más que hipotético diseño tecnológico artillero, pero sin metralla, porque en las necropsias realizadas por médicos forenses nunca jamás encontraron clavos y tornillos en los cuerpos de las personas ejecutadas como algunos medios desinformados o subvencionados aún hoy día mantienen.
La persona que más se acercó a la realidad fue la magistrado María del Coro Cillán, al señalar con buen criterio que: ‘En el 11M hay una persona X’, al reabrir en 2009 investigaciones en torno a la masacre terrorista de lesa humanidad, lo cual no fue del agrado de la superioridad, por lo que terminó ingresada en el Centro de Rehabilitación Psicosocial San Juan de Dios, en Palencia, donde continúa. ¿Por qué?
Porque la respuesta del magistrado presidente del tribunal Javier Gómez Bermúdez fue: ‘Hay cosas que son tan complejas, tan graves, que es mejor que no se sepan todavía, que se sepan más adelante’. A lo que la Dra. Inmaculada Castilla de Cortázar Larrea respondió: ‘No sabía que los jueces tuvierais competencias para saber cuándo es el momento oportuno para hacer justicia’.
¿Quiénes han decidido que los españoles no estaban preparados para conocer la verdad que conocía el tribunal y que no la plasmó en el fallo que emitió? Los españoles después de tanto tiempo, sí están preparados para conocer la triste y verdadera verdad, por muy incómoda que sea, que no es ni mucho menos la auténtica, porque los que no están preparados son los propios cerebros del atentado, que se esconden para que la justicia no caiga sobre ellos.
Es verdad que las elecciones autonómicas, europeas, generales, municipales, dan una serie de pistas fundamentales para saber psicológicamente cómo piensan los votantes. Durante la primera mitad del siglo pasado el analfabetismo real inundaba a la clase baja porque no existía la clase media. Durante este primer cuarto de siglo actual, pese a existir una clase media, el analfabetismo real se ha transformado en funcional, gracias a las diferentes leyes de Educación, cada una peor que la anterior.
Por último, por ahora, nada se sabe, aunque se intuye y aún se puede averiguar, quién fue el autor intelectual de este Golpe de Estado Civil anunciado, supuestamente ayudado por un comando pertrechado con cartuchos militares colocados nocturnamente en cada uno de los trenes detenidos en el hangar, dirigiéndose a la mañana siguiente a sus respectivos destinos con su carga mortal. Veinte años después, las sospechas de todo tipo continúan ante un fallo abierto del tribunal. Se hace necesaria la apertura de esta macrocausa judicial. Elementos de sobra sí que hay para que los casi 200 asesinatos y 2.000 heridos no prescriban.
ALFONSO CAMPUZANO
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viernes, 20 de enero de 2023
DICHOSOS DÍAS MOSCOSOS
Tanto los días moscosos como los canosos no son un regalo para los empleados públicos, sino que se disfrutan a cambio de no actualizar el poder adquisitivo y restando a la nómina anual varios días – Alfonso Campuzano
A propósito de los funcionarios, que gracias a las centrales sindicales mayoritarias y de ideología izquierdista, consiguieron varios días de asueto en lugar de recibir dinero en efectivo, que dio lugar a una pérdida notable de poder adquisitivo, viene a la memoria el cómo se alcanzó esta barbaridad, mediante una fórmula torticera –políticamente hablando– que todo, o casi todo, el mundo critica.
Hasta el año 1983, los empleados públicos –funcionarios, laborales, estatutarios–, aparte de sus vacaciones reglamentarias anuales, disponían de tres días de holganza durante la Semana Santa y otros tantos durante la Navidad, negociando personalmente los turnos reglados de arriba abajo, siempre y cuando los servicios estuvieran cubiertos. Total: seis días vacacionales más al año.
Sin embargo, finalizando dicho año, al ministro de la Presidencia del primer gobierno socialista de Felipe González, Javier Moscoso –aducido del semiesfumado partido UCD–, se le ocurrió pactar con las centrales sindicales algo más reglamentado, y qué menos que tomar como base precisamente tales días, que ya se disfrutaban preconstitucionalmente, aunque renombrándolos rimbombantemente como días de libre disposición o días de licencia o días de permiso por asuntos particulares, previa autorización, ya que el poder adquisitivo iba en picado desde los años sesenta, aproximadamente un 700%, por desidia política para ponerlo al día.
Con este simulacro de pacto, más bien una imposición gubernamental, apoyada conniventemente en una colaboración necesaria de franca responsabilidad sindical, se consiguió trilear dinero a cambio de no añadir más días que los que ya se evidenciaban, con una segunda parte cercana a la esquilmación por capítulos, cuyo resultado final se tradujo al reducir la nómina, pues a partir de tal momento ya no cobran por 365 días al año –366 días en año bisiesto–, sino por tan sólo 360 días –12 meses de 30 días–. Con tal componenda, los empleados públicos se sintieron engañados por esta jugada, considerada maestra, que no resistía el más mínimo análisis razonable ante el gol metido en la propia portería, con la connivencia de las centrales sindicales mayoritarias afines al gobierno, a la voz de su amo y señor, y aún siguen, hasta el momento, porque nadie se ha atrevido a reformar. El enemigo en casa.
Ni el gobierno concedió un día más de los que habitualmente se disfrutaban, ni se mejoró el poder adquisitivo perdido, aunque fuera mínimo en parte, sino que, a cambio, el Estado se ahorró, y aún se ahorra, 5-6 días al convertir cada uno de los 12 meses en 30 días, lo que favorece el trabajo contable en perjuicio del trabajador. Vamos, una auténtica necedad.
Así que, los días llamados vulgarmente moscosos –vocablo admitido por la RAE–, aunque se disfrutan, no se pagan como las propias vacaciones. Y desde tal época, más de tres décadas después, el tripartito –empleados públicos, administración, centrales sindicales–, mantienen la mudez.
Posteriormente, nacieron los llamados días canosos, también para no pagar la perdida de poder adquisitivo. Y es que vacaciones sin dinero no marida bien, casi lo mismo que dinero sin vacaciones.
ALFONSO CAMPUZANO
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jueves, 28 de abril de 2022
MEDICINA SIDERAL
Desde el punto de vista del ser humano, mientras no haya un avance científico exponencial a lo conocido actualmente, es complicado pretender ser viajero intergaláctico – Alfonso Campuzano
La carcasa con la que se viste el ser humano está concebida para habitar –sólo y exclusivamente– en esta nave espacial azul, así que, si desea explorar el inmenso cosmos, incluso exiliarse o huir, no tendrá más remedio que sufrir una mutación, fundamentalmente porque la estructura corporal actual con sus sistemas, sus aparatos, sus funciones, están magníficamente adaptados y regidos por la acción de la gravedad terrestre, de manera que, cuando se ponen en contacto con la ingravidez, desaparecen paulatinamente, como ya se ha documentado en diferentes experimentos llevados a cabo desde la década de los cincuenta del siglo pasado –concretamente desde el primer vuelo espacial protagonizado por la antigua U.R.S.S./C.C.C.P. en 1957–, sobre todo cuando la totalidad del conjunto realizado no ha visto la luz, quizá debido a que se trata de una información demasiado compleja para quienes no tienen suficiente formación académica adecuada para entender, no sólo en cuanto a referencias científicas, sino a cualquier información banal, como en el día a día se ve, gracias a los ocho planes de Educación en los últimos cuarenta años.
No es ningún demérito, sino el resultado del cociente intelectual, por ley natural, –ella sabrá porqué–, que no goza de uniformidad en esta nave espacial azul, sino que hay de todo, como debe ser, en la viña del señor, para que no cunda el aburrimiento. Todos los seres vivos, incluidos los humanos, tienen la suerte de disfrutar, a la orden del día, de un ambiente autoabastecido, autosuficiente, inagotable, como si fuera –que lo es–, un bucle alimentario, un gigantesco holocausto –como bien decía Robert Charroux en los años setenta–, entre sus moradores, pues unas especies se alimentan de otras, desde el principio de los tiempos, que continúa y continuará, porque quizá sea la fórmula ideal –a modo de nave-presidio– para no tener que emprender la fuga en supuestos viajes interplanetarios, salvo por necesidad extrema, de manera que, lo inimaginable está por descubrir, que se descubrirá a su debido tiempo. ¿Por qué? Que responda quienes sepan las respuestas.
Lo que está medianamente claro, desde hace más de seis décadas, es que el ser humano, tal y como se conoce vigentemente, no tiene la más mínima aptitud ideal para convertirse en un viajero interplanetario, ya que requiere una adaptación gradual, una transformación, en síntesis, una mutación, para poder vivir fuera de esta nave espacial azul. Así que, fuera de la atmósfera y de la gravedad terrestres, el ser vivo tiene que soportar diversas alteraciones en sus ritmos circadianos, experimentar cambios somáticos y cerebrales muy importantes, esencialmente para ir desacostumbrándose a la cadencia del día y de la noche, además de la ausencia proporcionada por el Sol, todo ello regulado por una región cerebral importante denominada hipotálamo.
Si se consiguiera tal mutación, adecuada para realizar una pretendida odisea espacial, es más que probable que el ser humano terrestre ya no sería lo que fue, estructuralmente hablando, ni siquiera podría retornar con las mismas características anteriores, a no ser que se le posibilitara el procedimiento inverso. Pero ¿para qué?
ALFONSO CAMPUZANO
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martes, 12 de abril de 2022
HACIA UNA RELIGIÓN CLIMÁTICA
Las predicciones climáticas de hace cincuenta años no se han cumplido, aunque los medios de comunicación idiotizadores subvencionados insisten por si acaso – Alfonso Campuzano
El clima, desde hace unas décadas, posiblemente desde que el acceso es tan mediático como inmediato a cualquier consulta, en este caso sobre los modelos climáticos, acierten o no, que sirven para que los analicen diaria y minuciosamente los meteorólogos, ya que siempre ha interesado sobremanera al ser humano, sobre todo básicamente a la agricultura y ganadería, como parte del amplio sector primario, tan necesario como para no padecer hambruna.
Con todo ello, el vocablo clima se ha ido degradando y desprestigiando paulatinamente desde el mismo momento en que la política, en general, ha entrado como un elefante en una cacharrería y ha tomado diferentes apelativos. La cosa comenzó cuando se vulgarizó –gracias a Albert Arnold Gore Jr., premio Nobel de La Paz– al hablar de cambio climático, un cambio que, en esta nave espacial azul, debido a su singularidad y desigualdad, es cíclico haciendo que los seres humanos se desmemorien, para abonarse al carro de la manipulación con el llamado calentamiento global –imposible de todo punto, porque el planeta disfruta de miles de microclimas–, desarrollando un plan gubernamental con el fin de esquilmar a los contribuyentes mediante un delirio climático, propio de políticos ineducados e insensibles como si pertenecieran a una secta climática que, con el paso del tiempo se ha convertido en una religión climática, tan fundamentalista como fanática, hasta llegar a la emergencia climática.
La última novedad, y sin ningún rubor, trata de achacar la responsabilidad de la religión climática a la tercera o cuarta edad, porque siempre hay alguien cercano a quien culpar, nunca a uno mismo, un hecho muy propio del pelelismo político, tan en boga, sin base científica que lo sustente, aunque haya en nómina de científicos circenses dispuestos a bailar el agua a quien sea con tal de que aflore su egocentrismo, aunque con base fervientemente manipuladora.
La nave espacial azul, en su traslación, más o menos acelerada, por regiones cósmicas desconocidas hasta la actualidad, hace pensar que, desde la noche de los tiempos, todo lo que ocurre ha podido pasar, aunque nunca jamás se reproducirá, porque el Sol, la Luna, la estrellas, los planetas, los satélites, no son cuerpos celestes estáticos, sino que también se desplazan exactamente igual que lo hace cualquier otro.
Ninguna época precedente es ni será igual a la actual. Pretender comparar unas épocas con otras tiene un sinsentido cuando las posibilidades son infinitas, tal y como así lo ha mostrado, y demostrado, la Historia Universal. Hipótesis puede haber tantas como doctorandos, y tesis tantas como doctorados, lo cual no quiere decir que hayan conseguido una verdad única, sino tantas como ellos mismos.
¿Qué intereses políticos –cada vez menos ocultos–, que no juiciosos, están detrás del calentamiento global, cambio climático, catástrofe climática, delirio climático, dogma climático, emergencia climática, empoderamiento climático, fanatismo climático, fundamentalismo climático, integrismo climático, política climática, religión climática, secta climática? Tendrán que explicarlo, sí o sí, porque los políticos existen gracias a que se deben a los ciudadanos contribuyentes. Sin ellos no son nada ni nadie.
Ahora bien, ¿la nave espacial azul está preparada para evitar lo que el globalismo pretende con su propaganda?
ALFONSO CAMPUZANO
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martes, 22 de marzo de 2022
CONTROL DESCONTROLADO
Desde finales de 2019 hasta la actualidad, la sociedad española ha vivido una serie de acontecimientos, en materia médico-sanitaria, que chocan contra la enseñanza y el sentido común que se imparte en las diferentes asignaturas, durante los seis años académicos, que se cursan en la Facultad de Medicina.
La llamada pandemia por coronavirus SARS-CoV-2 –teledirigida a instancias de la O.M.S., Organización Mundial de la Salud–, comienza con un extraño comportamiento de las autoridades chinas, mediante un estado de excepción marcial, desde octubre de 2019, con la proclamación gubernamental planetaria de inseguridad social rápidamente extendida, al promover una cuarentena política –una quincena, una semana, cinco días–, que no sanitaria, de aislamiento obligatorio para personas sanas –dos decretazos de alarma total, y absolutamente anticonstitucionales, abiertos a la desidia y a la falacia–, pese a desconocer casi todo sobre una enfermedad infectocontagiosa, intentando ignorar lo más básico, que condujo a una pseudopandemia de difícil control, porque el maridaje entre Política y Sanidad siempre han ido de mal en peor.
La actuación más delirante fue no considerar oportuno la clausura de las fronteras, tanto terrestres como espacio aéreo, mientras miles de inmigrantes asaltan diariamente las fronteras sureñas sin control sanitario, mientras el poder legislativo se deja controlar por el poder ejecutivo –cuando tiene que ser al revés–, mientras imprudente e irresponsablemente se impide la realización de necropsias.
Los voceros subvencionados manipulando el discurso, dedicados a infundir miedo, merced a intereses escatológicos, hablando de una nueva economía y un nuevo orden mundiales, dando cancha a entrevistas a personajes que se supone tienen título académico –vía televisión en directo–, que asombran y dan vergüenza ajena a propios y extraños, en la mayoría de los casos, con sus inusitadas y vacuas respuestas, pues faltan al sentido común académico –quizá no aprendido, quizás olvidado–, fundamentalmente por estar mediatizadas políticamente, lo cual no es nada extraordinario en sí, ya que, en una Medicina socializada –desde hace más de ochenta años–, no puede tener más opción que la que se oye, ya sea por doctrina o por manipulación, con el fin de que la población esté atenta, en todo momento, a los medios de difusión, y agarrada a un clavo ardiendo.
El gran error –inconcebible en el ejercicio profesional, pues debe estar en primera línea para lo bueno y para lo malo–, es impedir la consulta diaria a los médicos de familia –generales, de cabecera–, haciendo pruebas marcadamente inespecíficas, pues contactar no significa estar enfermo. Con ello, queriendo o sin querer, la consecuencia más grave es que la Medicina se está desprestigiando solita, y sin atisbo aún del beneplácito que dicta un congreso internacional. Antes de la famosa y última pandemia los médicos generalistas hacían un diagnóstico diferencial entre las habituales enfermedades infectocontagiosas; sin embargo, actualmente ya no es así, sino que todo se engloba con un apellido común: Covid. Nadie puede decir ‘me duele la cabeza’, ‘me duele la garganta’, porque el entorno se asusta y se atrinchera, además, el vecino de arriba diagnostica antes de ser visitado por médico alguno.
La Sanidad, al menos la española, por tanto, está en un cul-de-sac desde hace un par de años, desde el momento que le impidieron ejercer Medicina apolítica, y acelerando sin saber a donde la dirigen los políticos que, en las últimas décadas, con la boquita chiquita, hacen publicidad de la inmejorable que es, mientras el resto de los países del entorno se ríen a mandíbula batiente al reconocer que España ocupa el puesto trigésimo segundo (32) entre los países mejor preparados en el mundo ante el coronavirus SARS-CoV2, aunque asustados por la gestión, dependiente de licenciados ineptos en Medicina, con los profesionales desbordados, con riesgo de contagio y muerte, al ser enviados a una guerra sin armadura, es decir, un control muy bien descontrolado. Y, para colmo, ¿cómo se puede explicar la contradicción de contratar a médicos jubilados masiva y descaradamente por Mariano Rajoy, cuando se asegura que los mayores de edad son personas de riesgo?
La muerte en directo, la transmisión de pánico, prohibición tras prohibición, convertidas en un patrón de consecuencias paranoicas para una generación de niños y adolescentes que han abocado a fobias, incluida la agorafobia, encerrados voluntariamente en su habitación, entre otras cosas.
Las gripes estacionales de años anteriores siempre han colapsado las UCIs/UVIs, con ocupaciones de más del 30%, como ha ocurrido con la pandemia, pero no alarmaban a la población. El periodismo y ciertos profesionales de la Medicina han sido colaboradores necesarios en esta expansión de terror.
El paso del tiempo está siendo juez de esta situación tan mal gestionada, sobre todo comportamientos y protocolos injustificables, porque un protocolo –en los años noventa florecieron– nacieron como defensa de un profesional cuando no sabía defender su actuación ante la sociedad.
Corolario: Cuando en un departamento, en un servicio, en una sección, se requiere que no funcione, la solución más sencilla entre el personal pasa por exigir turnos, además de cambiar constantemente a los componentes de un equipo, que no se conozcan, que se entorpezcan.
ALFONSO CAMPUZANO
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martes, 8 de marzo de 2022
EN BUSCA DE LA EXCELENCIA
A finales del siglo XIX se produjo salto cualitativo en la cirugía, merced a la puesta en marcha de conocimientos que, desde hacía tiempo, venían siendo demostrados y tan indispensables, entre otros, como son la antisepsia, asepsia, narcosis –sedación, anestesia, coma inducido–, ayudados por una tecnología cada vez más sofisticada, sin los cuales sería imposible despegar y evolucionar hasta donde se ha llegado en poco más de un siglo después al lograr disminuir considerablemente las complicaciones, sobre todo las infecciones tanto intraoperatorias como postoperatorias.
Todo lo que acontece en el área quirúrgica se asemeja a un ritual reiterativo solemne cada vez que el personal accede al recinto, sobre todo, y fundamentalmente, el equipo quirúrgico, y con un fin primordial, es decir, preservar de inconvenientes a quienes ceden la profanación de su cuerpo para que sea reparado en condiciones óptimas.
En un principio, se pasó de utilizar la vestimenta de calle –nido de gérmenes más o menos patógenos– a desecharla y cambiarla por una indumentaria exclusiva y necesaria, hecha en tejido tradicional, a base de tela, para ejercer en las mejores circunstancias para el paciente durante el tiempo operatorio. Sin embargo, fue a raíz de la introducción paulatina –años sesenta del siglo pasado–, de materiales como la celulosa, de un sólo uso y estéril, cuando la mejoría se hace ostensible con el fin de no perder tiempo y dinero en lavar y esterilizar hasta acabar con su total resistencia.
La implantación de la ducha, antes de entrar en la sala quirúrgica, aunque el personal venga duchado de casa. El pijama limpio con manga corta. El gorro utilizado como impedimento de contagio biológico, cuyo diseño ideal es el integral, de único uso, preferiblemente en celulosa, rechazable y nunca reutilizable, modelado con frívolos colores en una zona hospitalaria tan respetable. La mascarilla, también es desechable, que impide a líquidos y bichos orgánicos del paciente anestesiado entren en contacto con boca y nariz de los operadores, y viceversa. Las calzas, de usar y tirar, que actúan como barrera que protege a los zuecos de quirófano.
En la higiene de las manos se utiliza jabón líquido normal durante diez minutos o un jabón líquido antiséptico durante tres minutos mediante un intenso cepillado de uñas, dedos, manos, antebrazos hasta codos y abundante agua de arrastre. El secado de manos únicamente con una compresa estéril proporcionada por la enfermera embatada, enguantada, con material estéril, antes de que le sea colocada la bata estéril –doble, en ciertas ocasiones–, que si se humedece durante la intervención, o se alarga el tiempo quirúrgico más de lo previsto, se ha de cambiar por otra.
Los guantes estériles de látex, o de nitrilo para personas alérgicas –dobles, según el caso–, que si se deterioran o cuando el tiempo quirúrgico se alarga, se deben eliminar por otros nuevos. Hubo una época –en la postguerra, incluso hasta los años setenta del siglo pasado– en la que se esterilizaban las veces que fueran necesarias, hasta que resultaban inservibles, ¿por ahorro o por distribución fallida? Lo que, al disminuir la resistencia, probablemente daba lugar a infecciones con las que ya se contaba.
Ni que decir tiene que, en sus comienzos, la cirugía trataba de amputar más que reparar la zona deteriorada –de ahí la frase: ‘cortar por lo sano’– para salvar la mayor parte orgánica indemne, incluso la vida. Con el devenir de la tecnología puntera, la cirugía ha progresado tanto –en unas especialidades más que en otras– hasta conseguir una tendencia fundamentalmente reparadora de órganos, articulaciones, incluso reemplazadoras, utilizando materiales biocompatibles con los tejidos humanos, muchos de ellos investigados y conseguidos por astronautas, cosmonautas, taikonautas, durante su estancia en la ISS –Estación Espacial Internacional– desde su lanzamiento en 1998.
Ello ha hecho que diferentes oficios y profesiones –sin relación con la Medicina y la Cirugía, y que no es a preciso nombrar por ser de visión casi diaria– hayan considerado utilizar dichas prendas, fundamentalmente la bata y gorro, aunque no de un sólo uso y, a la vez, sin cambio, tocar todo lo que pille a mano, en referencia a los guantes.
ALFONSO CAMPUZANO
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