La especie humana tiene unos derechos,
acompañados de unas obligaciones, mientras que el resto de las especies tienen
derechos prestados, y sin obligaciones - Alfonso Campuzano
Gracias a una desgraciada connivencia de la Unión Europea (U.E.),
auténticos padrinos del protegidísimo lobo permiten que éste traspase la línea
roja, pese a que sólo se resienten aquellos ganaderos que padecen sus
correrías. Así que, si a ciertos Estados de dicha U.E. les atrae la cría,
crecimiento y mantenimiento de esta fiera, sería interesante que se preocuparan
ellos, pero no cae esta breva, prefieren imponer la importación una vez criado
fuera de sus territorios.
Las caprichosas Fundaciones Ecológicas, nutridas a base de fondos públicos,
publicitando algo así como que es una falta de sensibilidad autorizar batidas
contra lobos, fuera del plazo establecido por ley, cuando la especie animal no
entiende de estos requisitos legales, y si se la deja a su libre albedrío,
termina con la cabaña ganadera antes de que los dueños pueden poner una
denuncia, exponer sus graves problemas y cobrar una indemnización, que corre a
cargo de los contribuyentes.
A las sociedades ecologistas habría que decirles que pusieran un lobo en su
domicilio. O mejor, obligarlos, para que supieran que hablan defendiendo a
alimañas y no a personas. Incluso sería aconsejable que los alimentaran para
evitar sus fieros ataques. Con el ambiente mediático-ecologista en los talones
que, sin desearlo, desequilibran a toda la sociedad, es muy difícil equilibrar
la Naturaleza.
Los agoreros ecologistas y los seguidores del impacto ambiental desconocen
que no hay sensación desocupada de vida animal en aquellos lugares invadidos
por la especie humana, a los que les importa muy poco si se invade su terreno.
Los animales, sin miedo, invaden lo que tengan que invadir, lo que quiere decir
que no necesitan abogados defensores.
El hartazgo de los ganaderos afectados, que prefieren llegar a una
unanimidad de recursos que defienda su trabajo, es sublime al referirse a las
demoras y la racanería en las indemnizaciones que los compensan por las
reparaciones del daño causado, al dar de comer a alimañas protegidas como si
fueran bebés o discapacitados, debido a que las compañías aseguradoras son cada
día más reticentes en hacerse cargo de unas pérdidas continuadas.
La especie humana tiene unos derechos que son acompañados de unas
obligaciones, mientras que el resto de las especies, incluidas las animales,
tienen los derechos que ciertos humanos les prestan sin un consentimiento
generalizado, tratando de humanizarlos, sin conseguirlo, aunque incordiando. Es
decir, que los animales no tienen derechos precisamente porque tampoco tienen
obligaciones.
Quién quiera proteger a ciertas alimañas que lo pague de su bolsillo o se
las lleven a sus domicilios. La Administración que desee mantener lobos debería
responder por los desperfectos y demás perjuicios económicos, pero de ninguna
manera gravando al contribuyente, que no está en onda para estas lides.
Mientras tanto, los políticos pretenden hacer compatible la supervivencia de
animales silvestres con animales domésticos, ¿en qué granja?
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