Lo extinto, sin las mismas características,
que son infinitas, se renueva rápida y sistemáticamente sin solución de
continuidad - Alfonso Campuzano
Vaya por delante que lo fácil, hoy en día, es denunciar maltrato y matanza
de animales, siempre que no se hable de caza, pesca, mataderos de animales o de
cocederos de pescado y marisco, y menos de seres humanos. Pese a todo esto,
existe una ignorancia total de la justificación organizativa de la vida humana como
especie.
Uno de los pilares básicos de la evolución del intelecto en la especie
humana, aparte de mostrar la mano con el pulgar oponente y
prensil, indispensable para manejar objetos, ha sido el descubrimiento del
fuego con el que poder cocinar recursos alimenticios que evitan infinidad de
enfermedades infectocontagiosas.
Toda humanización de animales se basa en trucos/mecanismos de
adiestramiento/aprendizaje/entrenamiento controlado sólo cuando el animal
quiere, no se olvide, pese a su animador.
No es extraño que alguien se lleve las manos a la cabeza, lo que demuestra absoluta
torpeza
en el desarrollo del conflicto interespecies, cuando descubre que
especies inferiores a la humana, en su progresiva adaptación, modifiquen sus
hábitos e invadan zonas donde se
desarrollan entornos impensables, pues es la Naturaleza quien guía, algo
desconocido para el hombre, aunque en su prepotencia intenta manipular a sus
semejantes ignorantes.
Algunos, los más pesimistas, en su parco discurso, exponen que se ha
perdido la mitad de la vida animal salvaje en las últimas cuatro décadas alegando
que no da tiempo a que se regeneren. Sin embargo, ignoran que en las mismas
décadas han aparecido infinidad de especies animales, hasta ahora desconocidas
por la especie humana, que creía inocentemente que con él todo desaparecería, y
no va siendo así, porque el planeta Tierra está en continua regeneración
medioambiental. Sin embargo, resulta más productivo para el bolsillo de algunos
atemorizar constantemente, más o menos, lo que siempre ha hecho el
humano con el humano: esclavizarlo física y psíquicamente.
¿Es moral invertir, yendo en contra de la Naturaleza, salvando a especies
en peligro de extinción, como ley natural, en lugar de invertir en la especie
humana? Bastantes problemas, entre sí, acarrea la especie humana como para que
se gaste tiempo y dinero en humanizar otras especies. Ese dinero destinado a
este fin despilfarrador mejor se empleara en la lucha contra el hambre mundial,
dejando a la naturaleza que actúe, como ya sabe, y sin condicionarla. ¿No
es suficiente premisa que seamos siete mil millones de humanos cuando se desconoce
el número exacto de otros seres vivos y cuántos han aparecido al mismo tiempo
que los humanos? Lo extinto se renueva rápida y sistemáticamente sin solución
de continuidad, aunque sin las mismas características, que son infinitas.
Y señalar que, no obstante, hasta los ecologistas se quejan, eso sí, pocas
veces, aunque la Administración no les hace ni caso, de que ciertas especies de
animales
amenazados en peligro de extinción deterioran ciertas zonas.
Por otra parte, el descontrol en el uso de pesticidas hace que, cada año,
desaparezcan especies afectadas, que ni siquiera se había previsto, con lo cual
los ecologistas, para que no se descubra su malhacer, se dan prisa para hacer
emerger y conservar cualquier especie que no aporta nada a la evolución de la Humanidad.
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