lunes, 14 de septiembre de 2015

PASEO POR EL FUTURO



Los inmigrantes/refugiados prefieren dirigirse a países donde impera la laxitud legal, donde se confunde la rectitud con lo políticamente incorrecto, y donde la vida es un bien preciado - Alfonso Campuzano


Los políticos, durante cuarenta años, no se han preocupado por igualar los sueldos españoles a los europeos ni siquiera el sueldo mínimo interprofesional; sin embargo, con sus reformas políticas han conseguido que el desempleo llegue a alcanzar la cifra del 26%; que la población activa descienda; que los pensionistas aumenten.
Y, ahora, con auténticas y denodadas prisas, como consecuencia del éxodo migratorio hacia el continente europeo, fundamentalmente de religión musulmana, tanto del continente africano como del continente asiático, debido a no se sabe bien qué invento llamado efecto llamada, prefieren dirigirse hacia otros países totalmente opuestos a sus tradiciones, eso sí, donde la vida es más apreciada y donde impera la laxitud legal al confundir la rectitud con lo políticamente incorrecto.
Curiosamente, esta corriente humana rechaza refugiarse en una sesentena de magníficos países afines a su cultura y sus leyes, casi despoblados, dispuestos a recibirlos con los brazos abiertos, aunque con reglas tan estrictas y trasnochadas como si retrocedieran quinientos años, algo a lo que no están dispuestos.
Y se pretende acoger a millones de personas con cargo a los contribuyentes afectados por una crisis económica que no acaba de desaparecer: otro sacrificio más sin que los políticos desciendan de su egolatría y sus sueldos y prebendas, pero ¿hasta cuándo?
Sin embargo, en la huida de miles de problemas surgidos desde tiempos remotos, al llegar a los países de acogida, los inmigrantes reciben múltiples ayudas que incluyen educación para los hijos, ropa, sanidad, servicios sociales, vivienda, teóricamente hasta que los padres obtengan trabajo que, en la mayoría de las veces, no se cumple porque, si estas condiciones duran mucho tiempo, es previsible que no aparezcan nunca, así que se acostumbrarán a vivir bien sin trabajar, pues ejemplos abundan.
Es misión de los asistentes sociales que todo emigrante/refugiado aprenda las reglas de juego para integrarse, si quiere vivir y convivir en él, modificando su modo de vida, adaptándose a la cultura, las costumbres y las tradiciones del país que generosamente les acoja, incluyendo protocolo, respeto, vestimenta, ya que él ha sido quien ha elegido emigrar; sin embargo, habitualmente se muestra intolerante, no piensa renunciar a su identidad, a su cultura, a sus costumbres, a sus tradiciones, sobre todo porque su religión le impide permanecer en el estricto dominio privado, lo que crea un ambiente social de desasosiego y suspicacia. Y más aún sabiendo que los países musulmanes no aceptan a los extranjeros que no sean musulmanes.
La indecente gestión política de los inmigrantes/refugiados, en su egoísmo endémico, la falta de tolerancia y de valores cívicos olvidados o no enseñados en la familia y en la escuela, provoca brotes sociales incontrolables, porque se muestran como los compañeros de viaje necesarios para ayudar a la involución, parecen ciegos o tuertos, sordos y mudos, pero para las generaciones venideras que no han sabido, ya sea por cobardía o dejadez, poner el cascabel al gato, hablando sin cesar y sin entender, aunque suena muy bonito y edificante, pero nada más, llamar a algo como la Alianza de las Civilizaciones, algo que ni siquiera las civilizaciones actuales entienden.

Alfonso Campuzano
Sigue a @AIf0ns0 

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