lunes, 7 de septiembre de 2015

LAS PREBENDAS DEL EMPLEADO PÚBLICO



Al unir los tres días de Semana Santa con los tres de Navidad, a modo de descubrimiento moscoso, se instituyó una nueva forma de trilear el sueldo - Alfonso Campuzano


Desde tiempo inmemorial preconstitucional, haciendo una breve historia de los famosos días de libre disposición, pésimamente llamados días moscosos, los empleados públicos disponían de tres días de vacaciones durante la Semana Santa y otros tantos durante la Navidad hasta que, Felipe González firmó el 21/12/1983, a propuesta del ministro de la Presidencia, Javier Moscoso, tras conseguir el beneplácito de las Centrales Sindicales, a modo de gran idea/descubrimiento, la unificación de tales seis días anuales, con coste cero para la Administración, haciéndose la tonta ante tanto tonto, a cambio de no subir el sueldo que correspondía, menudo chollo, y todos tan tontos como contentos, sin que aparentemente los empleados públicos se dieran cuenta que era una espoleta de efecto retardado, pues no se había conseguido un logro sino un engaño.
Como contrapartida, y a partir de aquella fecha, se pagarían 12 nóminas de 30 días, es decir, 360 días, con lo que los empleados públicos trabajaban, y continúan trabajando, gratis para la Administración 5 días al año, sin posibilidad alguna de ser recuperados pasados estos 32 años. Además de las nóminas extraordinarias de junio y diciembre.
En cuanto a los días de libre disposición extra, instituidos constitucionalmente, como premio a la antigüedad (la tan denostada veteranía/experiencia que dan los años), llamados coloquialmente canosos se concedieron, hasta un máximo de cuatro, como siempre, a cambio de no subir el sueldo y negociar con unos Sindicatos, evidentemente desleales que, por cierto, entre 2004 y 2011, recibieron 175 millones de euros para que no abrieran el pico ni movieran un dedo, como el tiempo ha conocido.
En pleno siglo XXI, y sin estar reflejado en el programa electoral, lo cual es bastante indecente, El Señor de los Recortes y de las Mentiras, poniendo como excusa la crisis económica, casi global, se atrevió a esquilmar varios derechos adquiridos de los trabajadores, tanto en época preconstitucional (la paga extraordinaria de Navidad, un reconocimiento del Directorio militar, firmado en la lejana fecha del mes de noviembre de 1944; tres días de libre disposición, durante los tres últimos años, fueron suprimidos autárquicamente, aunque vueltos a recuperar tres años después, sin intereses ni carácter retroactivo) como constitucional (los hasta cuatro días de libre disposición extra/canosos, aunque vueltos a recuperar tres años después, sin intereses ni carácter retroactivo, pero sin pasar de un máximo de tres), porque sí, mediante un decreto absolutamente dictatorial. Todo ello unido a un aumento de dos horas semanales, y gratis.
Habría que preguntar a los saltimbanquis españoles de la política, por qué se han cebado con los empleados públicos, que han ganado una oposición con grandes sacrificios personales y familiares, no ya con la bajada del 5% de sueldo desde junio de 2010, a lo que jamás se atrevieron, durante cuarenta años, los gobiernos preconstitucionales, congelación salarial desde enero de 2011, si desde 1995 los salarios reales no han crecido al mismo ritmo que en el resto de Europa, sino con los días de libre disposición (moscosos y canosos), instituidos para ahorrar dinero a la Administración.
Los políticos, que se han pasado las oposiciones a empleado público por la entrepierna, debieran ser austeros consigo mismos, como son los norteños europeos, controlados para que no trinquen algo que no es suyo, esperando que su sello megalómano lo entierren de una vez para siempre.
Es posible que sobren empleados públicos, gracias a la pauta de aquella voz que dijo, y que se repite con cada gobierno rojo/azul: “Felipe, José María, José Luis, Mariano, colócanos a todos”, situando en los mejores puestos a gente de su partido, saltándose a la torera a los que acceden mediante oposición, como si se tratara del juego a ver quién lo hace peor, hecho que lo corrobora cuando, cada día, al ojear los Boletines de cualquier Comunidad Autónoma, nadie se sorprende al ver impreso los nuevos cargos de libre designación, aunque sea una actitud groseramente impresentable.

Alfonso Campuzano
          
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