Una de las contradicciones meteorológicas es que el clima
no es uniforme para poder sacar conclusiones globales ex cátedra – Alfonso
Campuzano
El cambio climático, descubierto hace unos años como noticia entrometida
cotidianamente, gracias a estudios de modelos tecnológicos adecuados, ha
existido desde que el planeta Tierra lo es. La uniformidad no existe en la
vida, todo es variable, ¿qué razón de peso tendría el clima para no serlo
cuando se observa que cada comarca dispone de uno totalmente diferente? Sin
embargo, hay demasiadas contradicciones que afectan a la meteorología y, sobre
todo, demasiada prisa para que se materialice lo que se descubre y se dice,
aunque sea una boutade. La evolución humana tiene un precio y evoluciona quien
está dispuesto a pagarla.
El desarrollo de la especie humana en cualquier territorio ha
derivado en un cambio de la cultura, en general, variando usos y costumbres de
generación en generación, pues hasta las
mitologías primitivas tienen archivadas en su memoria histórica que el planeta
Tierra ha estado sometido a múltiples procesos, ya sean periódicos o cíclicos, de
destrucción y renovación mediante
cataclismos, llámense diluvios, fuegos, meteoros, tempestades, en los que han
tenido, y tienen, gran influencia ciertos elementos cósmicos de los que apenas
se habla.
Estos avatares han conducido a que los
asentamientos de los pueblos primitivos nunca hayan sido definitivos, sino que
han desembocado en desplazamientos bajo la dependencia de aquellos recursos
naturales de las tierras que habitaban, tales como agua, frutos, animales, etcétera,
que al agotarse les obligaban a emigrar.
Algunos indígenas actuales, originarios de diferentes selvas, sin disponer
de medios adecuados de comunicación, sostienen la creencia que tras un ciclo
climático viene otro, porque ha habido muchos, según la tradición oral transmitida por sus antepasados, lo que significa
que, sin haber pasado por la Universidad, han llegado a la misma conclusión
que algunos científicos.
Cada cierto tiempo, las televisiones proyectan diferentes imágenes, no sin
estupor, aunque similares por su contenido ante riadas/inundaciones, cuando la cámara lo facilita y no lo secuestra, consciente o
inconscientemente, cómo la embestida apresurada del torrente de agua discurre
precisamente por su cauce natural obstruido, buscando su salida, removiendo
tierras, profundizando barrancos, que se encuentra totalmente interrumpido por
la invasión de autopistas, caminos, carreteras, huertas, vehículos, sobre todo viviendas,
etcétera, que jamás debieron proyectarse ni autorizarse, pero que sirven como
acicate de noticia y publicidad.
Porque nunca pasó nada hasta que pasa, y con qué cargos; con o sin permiso
municipal, que viola normativas de obra y edificación en zonas prohibidas como
vaguadas, curso natural ampliado de los ríos; y ahora, tras lo
imprevisible, lo incomprensible, lo propio, como defensa indefendible, aparece
en el horizonte cercano la queja, el lloro, el moqueo, ante una sociedad
asombrada, pues nadie pidió su opinión ni tan siquiera fue invitada, le toca
pagar los desperfectos.
Cuando a David Karl, catedrático
de oceanografía de la Universidad de Hawaii, le preguntan cómo detener el ya famoso calentamiento global
responde que no tiene la solución; sin embargo, otros muy osados parece como
que sí la tienen, pero ¿presumen de su desconocimiento?
Sigue a @AIf0ns0
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