El eje terrestre imaginario del planeta Tierra, con su incesante
desplazamiento, hace que el clima cambie constantemente, al tratar de
equilibrar tanto el volumen acuático como el terrestre – Alfonso Campuzano
El planeta Tierra, al no ser estático, se transforma con el paso del tiempo lo mismo que cualquier ser, ya sea humano, animal, vegetal, incluso mineral. Dicha transformación viene dirigida por el reparto del volumen acuoso, ya sea hielo o agua, superior al terrestre, descentrando continuamente al girar sobre un eje planetario igual que alrededor del sol, hecho que genera energía calorífica.
Este eje terrestre imaginario
es muy sensible y no es fijo, sino que, actualmente no se encuentra situado en
el mismo lugar que hace, por poner un ejemplo, hace cien años, sobre todo, debido
a que el planeta Tierra, en su viaje cósmico, tiene que buscar constantemente
un casi perfecto equilibrio entre el volumen de masa terrestre provocada
por los movimientos de las placas tectónicas, que causan terremotos, logrando
una transformación orográfica lenta del terreno, y el de la masa acuática
desencadenada por los flujos oceánicos, causantes de maremotos, cuando el
epicentro se encuentra en una zona marítima, todo ello reflejado en la gráfica
continua que detecta cualquier sismógrafo, que jamás permanece en reposo.
Desde hace algunos años, se ha venido
observando que el desplazamiento del eje, a un ritmo medio anual de unos veinte
centímetros, está pasando de ser polar a convertirse en ecuatorial. En el peor
de los casos, si el eje sigue moviéndose, que se moverá, hasta hacerse paralelo
al ecuador terrestre del planeta Tierra, de manera que, ambos polos, en lugar
de ser verticales, como hasta ahora, se situarán en posición horizontal.
Ante lo imprevisible, quizá por
desconocimiento, por falta de tecnología adecuada, descubierto cuando la responsabilidad
del cambio climático atípico estaba encarrilado, va y aparece en el horizonte otro
factor, que no nuevo, tal que el cambio continuo del eje terrestre, un
mecanismo tremendamente complejo para el que aún no existe ningún plan de
actuación y menos aún respuestas. Por tanto, los gobiernos seguirán aferrados a
la lucha contra los gases.
Los climatólogos, sin nombrar esta
alteración, quizá por desconocimiento, quizá por desidia, que representa uno
más de los múltiples factores desencadenantes, posiblemente el más importante, han
optado por hablar de cambio climático por efecto invernadero, como consecuencia
de la emisión de gases, provocada por el hombre industrial y los animales, que ayudan
a elevar la temperatura, sin representan ni mucho menos, la causa fundamental
sino, más bien, el entretenimiento social dictado y subvencionado por
autoridades incompetentes, que puede ser controlada, de hecho, casi doscientos
países comprometidos están intentando controlarla.
Tal elevación de temperatura, por
otra parte, no es uniforme, ya que, ni siquiera existen suficientes estaciones
de medición repartidas por toda superficie terrestre, sin contar con las tres
cuartas partes de superficie oceánica, como para que tenga fiabilidad el
llamado calentamiento global.
¿Se puede luchar contra el
desplazamiento del eje terrestre? Ciertamente, lo más sencillo es cerrar los
ojos, o ponerse unas anteojeras, y echar la culpa/responsabilidad a los gases,
¿por qué no? Se trata de no alarmar a la población con ideas tufaradas, poco
contrastadas, aunque vendidas como trigo limpio.
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