miércoles, 15 de febrero de 2017

IMPONIENDO DEBILIDADES


Cuando se dictamina una normativa se debe pensar en el bien común de la especie humana sin echar mano del buenismo y bienquedismo político – Alfonso Campuzano



En el seguimiento de buitres, tanto negros como quebrantahuesos; de lobos ibéricosposiblemente unas doscientas manadas, lo que supone más de dos mil ejemplares; de osos; de jabalíes; se despilfarran los impuestos de los contribuyentes, porque cuesta su dinero mantenerlos en un hábitat, que no les corresponde, muy distanciado de ser un parque natural, y lógicamente traen por la calle de la amargura a los ganaderos, a los que no les gustan las soluciones empleadas, al tratarse de recetas salomónicas.
Se continúan levantando Actas, por supuesto, pero no se ejecutan en su totalidad. Se pagan cercados, cerramientos, vallas electrificadas, mantenimiento de perros mastines, aparte del seguro obligatorio contra las alimañas, a las que vulgarmente se llaman especies protegidas y en extinción. Los instintos, son lo que son, están escritos en los genes, jamás desaparecen ni se regeneran, como mucho, se amortiguan temporalmente, y no siempre. Y es que el conocimiento precede inquietantemente a la legislación.
Los ecolólogos se podrían considerar como si fueran ecologistas, pero subvencionados, o casi. Aquellos defensores a ultranza de las alimañas deberían convivir con las que quisieran, bajo su responsabilidad y, sobre todo, bajo su pecunio, pero sin implicar al resto de la sociedad, y menos aún utilizar un dinero que no es suyo propio, sino derivado de impuestos casi confiscatorios, que llegan a paliar los daños y desperfectos ocasionados.
Las sociedades humanizadoras de animales salvajes, la mayor parte subvencionadas con dinero extranjero, con comportamientos tipo lobbys, o grupos de presión, que alardean de su ineducación, no deberían imponer sus debilidades, y sus gustos, a los que no lo son, pues bastante tortura tienen, sin desearla, con aguantar al animal y a su dueño, al desenvolverse mediante agresividad, para llamar la atención fundamentalmente de la prensa escrita, provocando imágenes que impacten, con el fin de imponer su sensibilidad distorsionada.
Los amantes de las cuatro patas, que llegan a la obcecación de pensar, y creer, que los animales son personas, según el psiquiatra austriaco, Dr. Verrecken, forman parte de una variante clínica llamada: exhibicionismo de la bondad, es decir, son enfermos, aunque organizados dentro del organigrama del poder político europeo.
Los animales silvestres, sobre todo en época de caza, provocan varios miles de accidentes de tráfico, sin ir más lejos en las carreteras de Castilla y León, que ocasionan fallecimientos y centenares de heridos. Sin embargo, desde el año 2014, los conductores son culpables. ¿Reír por el dictamen de una normativa trastornada, incluso descerebrada, que atenta contra la inteligencia? ¿Llorar por los heridos y fallecidos?
Con el amansamiento de animales silvestres, mediante una selección artificial, se ha conseguido transformar ciertos ejemplares; incluso generar algunos nuevos, contando con la ayuda de técnicas de procedimiento genético.
Es una sinrazón que hoy día existiera el mamut, salvo que sobreviniera una nueva época glaciar, que todo es posible. Por otra parte, en el océano Glacial Ártico viven miles de cachalotes, por no hablar de otras especies, cuyas heces, estos animales también defecan y ventosean, ricas en hierro, también eliminan CO2.
Curiosamente, se sabe que algunos alces y liebres americanas se están beneficiando del deshielo, que está acaeciendo en zonas árticas, gracias a que aparece alimento herbívoro necesario para su manutención; luego no todo es perjudicial.
¿Qué necesidad hay de ecologizar a las más de catorce mil especies de hormigas que habitan en este planeta terrestre? Menos mal que, por ahora, y que se sepa, no necesitan subvenciones publicas. Aunque, al tiempo.

          Alfonso Campuzano
              
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