Tratar de
imponer la humanización de un compartimento estanco como el animal es olvidar
la moderación de la naturaleza, aparte de ser un maltrato – Alfonso Campuzano
Siempre hay alguien que, sin
razonar lo suficiente, esconde hechos que impiden ver la realidad como es el
que la convivencia con animales suele tener consecuencias desastrosas, porque son
compartimentos estancos, cuando cualquier bicho infeccioso, sobre todo virus, con
peligro condicionalmente mortal, salta de una especie a otra, sin la cautela
adecuada.
Si mantener contacto entre
especímenes humanos transmite enfermedades infectocontagiosas, incluso letales,
el mantenimiento cercano a las especies animales las multiplica, por muy
vacunadas que estén.
Los animales, se quiera reconocer
o no, son animales, además de irracionales, porque desconocen lo que son. Lo
absurdo es emplear la palabra educación cuando se debiera decir adiestramiento,
porque no es un ser humano. Tratar de humanizar a cualquier animal es traspasar
la línea roja compartimental que la Naturaleza ha impuesto, de por sí, e
inteligentemente, además de una forma más de maltratar.
Los animales de compañía crean en
su dueño la responsabilidad de amaestrar y de cuidar físicamente, aparte de
tener la obligación de impedir molestias a la vecindad; que no andar sueltos,
sino atados, y muy cortos, controlando el recorrido de la correa, a cada
instante, para no causar más de un accidente; solicitar permiso para
mezclarse con personas del entorno, pues debe entender que cualquier humano
puede ser alérgico o bien tener miedo de que le contagien una de las casi
setenta enfermedades transmisibles a los humanos, aunque estén vacunados, como
son enfermedades de la piel, ojos, oídos, urinario, reproductor.
Aunque se piense lo contrario, las
mascotas poco amaestradas, la mayor parte, hacen con sus dueños lo que realmente
les da la gana; les pasean; les dirigen, mediante gestos que jamás harían con
otros humanos; les hacen recoger sus cacas, sobre todo perrunas, aunque siempre
existen algunos desaprensivos que las abandonan para que las pisen sus vecinos.
El calzado de calle opcionalmente
puede cambiarse en el recibidor por otro de andar por casa, evitando introducir
demasiados bichos, cosa que no puede hacer una mascota, añadiendo a los bichos
idiosincrásicos hogareños otros, extraños y perjudiciales, como son los
patógenos, que desarrollan enfermedades.
Cuando alguien de la especie
humana manifiesta que un espécimen animal es su apoyo moral convendría hacérselo mirar para analizar si tal
tiene una distorsión de la realidad. ¿Por qué las mascotas deben llevar un
collar con correa y un bozal?
Desanima observar que, en general, alimañas y mascotas, pese a que son de utilidad, o bien son un provecho, no
tienen derechos, porque no tienen obligaciones, estimulan mayor apasionamiento
que los alumnos malogrados o los desempleados casi permanentes; mayor
entusiasmo que la escasez de alimentos inducida por la especie humana en
poblaciones con cotas elevadas de depauperación pueril e incertidumbre
nutritiva; mayor afán que las cantidades descomunales de comida que se arrojan
cotidianamente al vertedero, casi en adecuadas condiciones; mayor fervor que
los enfrentamientos permanentes, que imposibilitan la distribución de alimentos.
Se pretende convencer publicitariamente,
gastando millones de euros, o de dólares, que se puede empatizar con los
animales, cuando es una actitud que no es mutua ni recíproca.
ALFONSO CAMPUZANO
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