El clima, desde el comienzo de los tiempos, ha variado, y
seguirá variando, cíclicamente hasta situaciones extremas – Alfonso Campuzano
Es de la chistera del meteorólogo,
léase hombre del tiempo, cuando se observan sus explicaciones, tras haber
estudiado datos diarios sobre la predicción del clima, de donde surgen
borrascas, chubascos, incertidumbres, inclemencias, previsiones, tormentas,
temperaturas de sube y baja que, aunque no se confirman siempre en el tiempo
previsto, siquiera parcialmente, se pretende que así lo hagan, mientras el
espectador alucina ante lo que le parece increíble veinticuatro horas después.
Donde más a gusto se siente el
meteorólogo es hablando con énfasis, en tiempo pasado, es decir, de lo que en
la jornada ha ocurrido, virtualizando lo que ocurrirá, sin
sentirse muy convincente hasta pasado el día siguiente: no acierta casi nunca, no
puede acertar, pero lo parece, pues la superficie terrestre está inundada por
microclimas. Los modelos climáticos diarios, incluso semanales, son tan
variables como los diferentes meteorológicos que los diseñan.
El planeta azul, desde cualquier
estación espacial, tiene una forma parecida a una manzana con una superficie
rugosa, que gira sobre sí mismo y alrededor del sol, tendiendo a calentarse y a
enfriarse, dependiendo de la época de su existencia, porque los extremos climáticos, cíclicamente, han existido siempre. Actualmente, los seres humanos
que lo habitan suman más de siete mil millones, sin contar el resto de las
especies inferiores de sangre caliente, por lo que puede considerarse como uno
de los factores causantes de la elevación de temperatura, a lo que habrá
que adaptarse mutuamente.
El planeta azul es autosuficiente,
tal que se autoabastece de todo lo que en él se alberga, tanto interna como
externamente. Dispone de una superficie acuática, generadora de vida, que supone
tres cuartas partes del total, con sus mares, océanos, tsunamis. Dispone de una
superficie terrestre, que constituye la cuarta parte restante, con sus ríos,
seísmos, volcanes, y de donde se extraen, por ejemplo, cosechas y
minerales. Dispone de alimentos, casi infinitos, tanto en agua como en tierra, dispuestos a comerse unos a otros, desde
la escala más inferior a la superior o humana. Dispone de todos los elementos
necesarios para construir, y destruir, sin necesidad de buscar nada en el
exterior, salvo ampliar lo conocido. Dispone, por último, de una superficie
atmosférica con humedad, lluvia, niebla, nieve, presión, viento, que intervienen y
organizan distorsionando todo lo que ocurre con el paso del tiempo, incluido el
cambio del eje terrestre, dando lugar al cambio climático típico, o atípico, desde el comienzo de los
tiempos.
No todo puede achacarse, porque
sí, a la mano del hombre con la industrialización: tiene que haber algo más,
muy difícil de resolver y, sobre todo, de explicar. Pretender frenar un cambio
cíclico generado en la Naturaleza, a fuerza exenciones fiscales a empresas que
sirven electricidad, gas, mediante la ayuda de impuestos que pagan los
contribuyentes, es atentar contra la inteligencia, porque los políticos nunca
han tenido intención de contribuir a la causa común, sólo dictar leyes que no
cumplen, pero que hacen cumplir a los demás.
Hay que luchar por cambiar los
recursos territoriales, cambiar los cultivos, hacer vergeles de desiertos,
atraer el agua. Da igual que aumente la
temperatura global si se ponen los
medios en la agricultura y se olvida uno de la industria, que debe seguir su
camino. Si las sombras son mayores que los claros, ante
el previsible cambio climático atípico,
lo adecuado es tomar ejemplo de aquellos países que, con recursos ínfimos, han
logrado revertirlos.
Lo mismo que no se deben autorizar
construcciones en vaguadas ni en lechos antiguos de ríos, aunque se construyan
ilegalmente, por el alto riesgo de conducir a catástrofes. También deben
evitarse construcciones de edificios en territorios donde las placas tectónicas
confluyen y dan lugar a terremotos o bien construir los cimientos con técnicas
antisísmicas.
Lo que ha ocurrido, ocurre, y
ocurrirá, respecto a la alarma fijada en el clima, es algo natural y cíclico,
algo propio de la Naturaleza, nada extraordinario. Sin embargo, es probable que
una pequeña Edad de Hielo podría comenzar a gestarse, con fuertes fríos y
ventiscas, que afectaría a todo el planeta en años venideros.
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