miércoles, 9 de septiembre de 2020

ANTE UNA SANIDAD AZOGADA

La especie humana está en riesgo, no actualmente, sino desde siempre, en un planeta autosuficiente y autoabastecido donde el holocausto está a la orden del día, siempre y cuando la hegemonía reduzca el bien común – Alfonso Campuzano

Viene a cuento que, las prisas no son buenas consejeras, según un refrán español, tras haber leído que, tanto España como Europa, han decidido responsabilizarse de las posibles odiadas secuelas imprevistas y generadas en la aplicación de una vacuna contra el coronavirus SARS-CoV-2, después de la distribución mercantil pagando, eso sí, por ahora, virtuales compensaciones económicas, aunque se desconocen los términos de las cláusulas y contrapartidas. 
Tales prisas se han convertido en una especie de azogue que ha atacado al Ministerio de Sanidad representado por el filósofo Salvador Illa con la firma de un acuerdo que puede costar carísimo cuando se trata de esquilmar los bolsillos ajenos, además de facilitar a la población una serie intolerable de sufrimientos, sobre todo inseguridad, que pueden finalizar en una tragedia peor que la que se está padeciendo a nivel mundial.
Asombra que los ciudadanos europeos incluidos los españoles tengan que soportar crematísticamente dicha carrera inmunológica con horizonte desconocido por encontrar una vacuna contra el coronavirus SARS-CoV-2, cuando lo habitual, por mucha tecnología avanzada que exista, es que sumen varias décadas dedicadas a la investigación.
Voluntarios adultos sanos para experimentar durante la 3ª fase clínica en busca de la dosis y eficacia adecuadas, así como la valoración de la efectividad, con un término medio de unos seis años, por supuesto, no a cientos, sino a miles, que serán cobayas humanos ansiosos después de haber asimilado el terror televisivo impuesto por decreto durante el estado de alarma/excepción, saltándose la fase experimental con seres inferiores, que difícilmente podrá beneficiar a la especie humana.
Sin embargo, la omisión, durante casi dos años, en la búsqueda del antígeno capaz de generar un duplicado inmunológico, además de la supresión, durante casi tres años, de la 2ª fase preclínica cultivando el antígeno en células, con tal de adelantar los tiempos marcados por el protocolo de fases, es una temeridad. Sin olvidar que una vez comercializada la virtual vacuna debe continuar el seguimiento, que será exhaustivo.
Las expectativas, en este caso pese a las ingentes cantidades de dinero invertido en múltiples investigaciones en curso, casi dos centenares, tienen un recorrido corto cuando se piensa en el machaqueo de las noticias, durante los años ochenta, relativas al VIH/SIDA, anunciando la inminencia de la puesta a punto de su vacuna, que aún hoy día no se ha conseguido ni se la espera, por no hablar del Ébola.
Lo peor es todo es que, cualquier proposición que parte de la ansiedad proporcionada casi gratuitamente por los medios de comunicación, se acepta como buena, cuando lo que probablemente origine es una hiperansiedad, ya que el futuro tarda en avanzar cuando más se desea.
Por otra parte, no hay garantía absoluta de que una o varias vacunas funcionen, dada la premura, por mucha tecnología avanzada que exista en el mercado, ya que la idea política generalizada es que se salten varios protocolos de la cuatro fases para ganar tiempo en detrimento posiblemente de la efectividad, lo que induce a pensar en directrices propias de una ineptocracia política.
Todo el procedimiento, con sus respectivas fases de investigación, debería ser estricta y escrupulosamente vigilado bajo el rigor de la lupa o, mejor dicho, del microscopio, pues la especie humana peligra cuando se complica la seguridad en beneficio del desmantelamiento de la barrera inmunológica natural.
La cautela no prima entre políticos porque la responsabilidad siempre es de otros, de manera que deberían no ser tan optimistas, sino muy prudentes ante posibles e irremediables rechazos contraproducentes y peligrosos, algo de lo que carecen.

ALFONSO CAMPUZANO
                
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