viernes, 2 de octubre de 2020

MASCARADA CON MASCARILLA

Las armas defensivas utilizadas, cuando se desconoce la talla del enemigo, son desconcertantes – Alfonso Campuzano 


Cualquier persona con una mascarilla aparece enmascarada, siguiendo la técnica escénica tradicional griega. Y, a partir de ahí, la mascarilla fue propuesta, como parte de la vestimenta quirúrgica, a finales del siglo XIX mejorando su textura a medida que ha pasado el tiempo como asepsia y antisepsia en favor y defensa de la persona indefensa y anestesiada en el quirófano cuando el cirujano invade su interior tratando de recomponer alguna pieza de su organismo.

La mascarilla en esta zona hospitalaria, casi estéril la esterilidad absoluta no existe, es de obligado cumplimiento para que las intervenciones quirúrgicas resulten exitosas y sin que den lugar a temibles infecciones postoperatorias.

Factores añadidos son la temperatura ideal en el quirófano, mediante aire acondicionado a 18° otra cosa es que se cumpla, para que los gérmenes no pululen, y con el paciente abrigado mediante una manta eléctrica a temperatura habitual de su cuerpo.

Otro dato importante es que, salvo la enfermera y auxiliar circulantes, en el quirófano apenas se mueve el personal en un espacio de menos de un metro cuadrado.

Los virus existen a la par que la vida se desarrolla en este planeta azul ni buenos ni malos, puesto que la carga viral es letal cuando las defensas inmunológicas de los seres vivos son deficientes o ni siquiera existen.

Si el tamaño de los virus varía entre 10 y 100 nanómetros y un nanómetro es la milmillonésima parte de un metro, se puede colegir que para conseguir su visión nada fácil, será susceptible de utilizar el microscopio electrónico.

Si el tamaño de los poros de las mascarillas varía entre 0,02 y 2 micras y una micra es la milésima parte de un metro, se puede concluir que todos los virus traspasan las mascarillas, sí o sí, en razón de sus respectivos tamaños.

Por tanto, no se debe olvidar que lo fundamental, aparte de la esterilidad en zona quirúrgica, es que el sistema inmunológico de la persona anestesiada esté en perfectas condiciones.

La mascarilla, fuera del quirófano, apenas sirve o muy poco la eficacia absoluta no existe, pues es ineficaz parcialmente, porque continúa siendo una defensa fundamental en las distancias cortas, porque para eso, en las largas, ya está el aire libre de la ciudad o de cualquier otro lugar como un pueblo, la montaña, la playa.

La mascarilla puede ser recomendable sanitariamente, nunca jamás impuesta bajo la amenaza de represión, sobre todo al aire libre, y si hay distancia suficiente cuando se aconseja ventilar las casas que entre aire fresco, mientras que en zonas abiertas obligan a utilizar la mascarilla ¿incongruencia político-sanitaria? Incongruencias de libro, las justas, que logren desnudar a los políticos.

No hay que engañar ni ser autoengañados. El contagio es la vía natural hacia la inmunización, mientras no haya vacuna que tardará, pese a los pitonisos manipuladores con noticias halagüeñas.

Parece ser que el aire acondicionado de los hospitales españoles debe de ser muy obsoleto cuando el contagio actual del coronavirus SARS-CoV-2 supone el 8,8%, mientras que en el transporte público es del 1%.

En siglos pretéritos, sin tanta tecnología como la actual, y por sentido común, las autoridades aislaban a las personas contagiadas, única y exclusivamente, lejos de la vida social, nunca jamás a personas sanas, aunque fuesen portadores, porque cuando la Política manda sobre la Sanidad ocurre lo que está ocurriendo actualmente, intentando cambiar un régimen democrático/partitocrático a uno totalitario.

Utilizar la mascarada de la mascarilla, como pretexto político durante una emergencia sanitaria proclamando un estado de excepción, nunca puede salir bien en este, cada día más claro, golpe de Estado planetario.


ALFONSO CAMPUZANO

Sigue a @AIf0ns0

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