martes, 18 de abril de 2017

CUANDO LA NAFTALINA NO SE EVAPORA


Es una incongruencia política que grupos antisistema vivan del Sistema; que grupos anticapitalistas vivan del Capitalismo; que grupos nacionalistas ordeñen al Estado – Alfonso Campuzano



Ciertos partidos políticos, en pleno primer cuarto del siglo XXI, permanecen anclados en gestos neanderthalenses, utilizan palabras naftalinianas, se niegan a aceptar la Historia extensa de la Humanidad, intentan extractarla para que su memoria no se altere, luchan por no mellar sus esquemas instintivos, y no desmantelar sus discos duros anquilosados.
Ciertos, políticos o no, se han imaginado, quizá por ignorancia, quizá por desidia, que la Memoria Histórica, según ocurrencia frívola del ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero, alias ZP, aquél que se le había la boca agua cuando hablaba de la Alianza de Civilizaciones con su querido Recep Tayyip Erdoğan, escudándose tras el ya más que manido progresismo, tratan de implantar una perspectiva muy resumida de la Historia, ofendiendo más que convenciendo y, sobre todo, echando mano de un revanchismo, gracias a la ayuda inestimable del Juzgado correspondiente, que se preste a ello, y una manipulación en cuanto la denuncia de lo antepasado, y no vivido, es admitida a trámite; cuando las luces de la contemporaneidad se amortiguan, hasta casi apagarse; cuando se  inicia el retroceso por el descamino que se desanda hacia la degradación y el oscurantismo, todo muy cercano a la nueva y esplendorosa Edad Media, una vez conseguido el pseudoentierro de la verdadera Historia.
Además, no es raro encontrar un partido político, sea de la tendencia que sea, que en su programa no tenga alguna particularidad progresista, no puede ser de otra manera, y sin hacer de esta palabra un mitin, mientras se les llena la boca, sobre todo de aire, como hacen varios partidos que se autodenominan de izquierda.
Algo no encaja, hoy día, dada la aparición de partidos políticos autocalificados antisistema, que viven del Sistema; grupos anticapitalistas que viven del Capitalismo; grupos nacionalistas, que ordeñan al Estado. Todos ellos consentidos en su alardeo amenazante, en connivencia con los de su misma cuerda, pero cuando llega la hora de la beca, la subvención, la jubilación, y demás etcéteras, hasta se permiten el lujo de aceptarlas de la mano tendida que están mordiendo, porque su lucha es sólo de boquilla.
Cuanto mayor volumen de becas, desempleados, jubilados, rentas no contributivas, subvenciones, se otorguen, directa y proporcionalmente, mayores impuestos fiscales confiscatorios se exige a los contribuyentes.
No se descubre nada nuevo si, por ejemplo, se dice, siempre en petit comité, nunca alto y claro, que las instituciones, poco a poco, se han ido confabulando e injiriendo unas con otras, como si fuera algo muy natural, sin dejar de pensar que, más bien, es una postura teatral que trata de debilitar al Estado.
¿Qué denominación puede recibir un trabajo insolidario por el que se cobra sin retención; se gasta sin mesura; se viaja gratis total; se obtienen prebendas; recibe indemnización, sin merecerla; logra un puesto de consejero en empresa privada; consigue una jubilación que, como poco, triplica la máxima legal, siempre con cargo a los contribuyentes ya asfixiados?
El idioma español tiene suficientes palabras, frases y refranes como para llamar, en todo momento, a cualquier persona o cosa, por su nombre, sin necesidad de ser, hipócritamente hablando, políticamente correcto.

ALFONSO CAMPUZANO
            
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