martes, 27 de noviembre de 2018

TRANSGRESIÓN INMIGRATORIA

La inmigración está considerada como una prerrogativa del país generoso y acogedor, debiendo ser exigente en la selección individual, y nunca jamás como un derecho – Alfonso Campuzano

Desde siempre se ha tratado de ver que la inmigración simple no tenía nada que ver con la delincuencia, y posiblemente haya sido así. Sin embargo, los tiempos han ido cambiando lo mismo que el prototipo de inmigrantes. Antaño, el modelo económico era lo habitual, pero de unos años a esta parte se ha sumado el modelo climático y el religioso, incluso la expatriación de aquellos que huyen de territorios hostiles amenazados de guerra, aunque con un perfil desordenado, y en oleadas, gracias a convocatorias publicitarias que se reflejan en los medios de comunicación.
Una moneda con dos caras: en el anverso, los países, más o menos limítrofes, ofrecen una ayuda humanitaria, mientras que en el reverso, más oculto, en tales países se genera una sangría incontenible impuesta por los políticos con dinero que no es suyo, y sí de los contribuyentes, para soportar los gastos de acogida. Lo cual, en vez de ser un freno, ha generado una aceleración que ha hecho aumentar la inmigración ilegal, sin papeles, sin documentación. Mientras tanto, los universitarios españoles meritorios, ante el reparto de riqueza a la baja, emigran forzados.
Y ya se sabe, sobre todo la policía que, cuando la inmigración se torna ilegal, está tratando con delincuentes, según la ley imperante. Otra cosa es que la ley se suavice, propiciada por los políticos, pero continúa siendo delito, porque en ciertos países las penas son gravísimas, incluso letales.
A pesar de que los ciudadanos extranjeros representan el 10% de la población, cuando se difunde la noticia de un maltrato, se desconoce la razón por qué habitualmente se oculta la nacionalidad, aunque bien pudiera ser por manipulación, pues estadísticamente hablando las agresiones entre familiares se inclina la balanza hacia las mujeres en el 60%.
Los ocupantes de las más de 80 prisiones españolas con cerca de 80.000 reclusos son casi un 60% inmigrantes. Por otro lado, el 20% de los homicidios cometidos en territorio español tienen como protagonistas a inmigrantes. 

Actualmente, un recluso cuesta al contribuyente español dos mil euros mensuales por el mantenimiento, sanidad, seguridad, etcétera, lo que anualmente supone cerca de mil quinientos millones de euros, y cuando es puesto en libertad sale con una cartilla de paro en la mano. Por tanto, y en beneficio de la seguridad del país acogedor, estos delincuentes deberían ser extraditados para que cumplieran la condena en su país, y no a cargo del sufrido contribuyente español.

Últimamente, y en varias provincias españolas –léase, como ejemplo, Valladolid, Valencia, etcétera, se ha solicitado que se imparta la religión musulmana en centros públicos pagados con los impuestos de los contribuyentes, apoyados por partidos políticos que, presumiendo de estar en un Estado laico, han suprimido la clase de religión católica, algo políticamente incongruente.

 Una de las oraciones diarias, mirando hacia Makkah, en plena vía publica
Los musulmanes no reconocen que su religión es una de tantas, con el agravante de que no pueden discrepar en nada, como tampoco han conseguido independizar su creencia de la política, dado que su divulgación es un credo político-religioso, sin contar con las molestias ocasionadas al interrumpir la vida/vía pública durante los 3 ó 5 rezos diarios. Y eso que cuentan con más de 1.500 centros de rezo para casi 2.000.000 de creyentes en España.

Una de las operaciones diarias, mirando hacia Makkah, en plena labor del campo 
Cada día que pasa está más claro que hay que invertir en los países donde se origina la inmigración, es decir, hay que regalar cañas de pescar en lugar de regalar el pescado, aunque lo impida el pelelismo políticamente correcto, porque si no las lágrimas, en vez de sonrisas, aflorarán irremisiblemente en las mejillas de los incrédulos, y sin remedio.

ALFONSO CAMPUZANO
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martes, 20 de noviembre de 2018

PAÍS EN ALMONEDA

La incongruencia de toda democracia es que los partidos políticos que la representan presumen de tener normas autocráticas – Alfonso Campuzano

Que nadie se lleve a engaño, los partidos políticos hegemónicos de los últimos cuarenta años sabían lo que se perpetraba en la región catalana, aunque confiaban en que las reglas del iniciado juego partitocrático no se romperían, ignorando que la mente humana, en su soberbia, es muy retorcida cuando se trata de alcanzar el poder, y después…
El Centro Nacional de Inteligencia (C.N.I.), cuyo nombre se estrenó en 2002, debe tener información suficiente para presentarla en cada momento que sea requerida por el presidente del Gobierno. Pero en Política, cuyos vericuetos son diferentes a los de la ciudadanía que vota, ante avisos peligrosos para el Estado español, no fueron lo suficientemente convenientes para abordar su ya trazada ruta umbilical.
Los españoles han sido engañados con ocurrencias, con delirios de grandeza, consiguiendo sembrar la semilla que habitualmente se recoge con el nombre genérico de marca blanca, que viciadamente se denomina demanda social, por los gobiernos de Felipe González actualmente muy preocupado con el desafío independentista catalán, pero timorato con Jordi Pujol en el desfalco de Banca Catalana, cediéndolos Fondos Europeos de Cohesión y el 30% de la recaudación del IRPF, incluyendo más autogobierno; de José María Aznar incrementando las competencias catalanas tras el Pacto del Majestic; de José Luis Rodríguez Zapatero blindando estatutariamente las atribuciones catalanas en contra del Estado español; de Mariano Rajoy exhibiendo una magnífica ineptitud gubernamental, durante su sexenio de sesteo, sobre todo en la melindrosa gestión catalana; de Pedro Sánchez catalogado de plagiario, interino y okupa monclovita, dedicado a decretar autocráticamente sin legislar, mientras traiciona a la Constitución’78.
Y es que la codicia de los políticos autonómicos insolidarios a los que habría que recortar vicios, porque no cotizan lo suficiente a la Caja de Pensiones, pensando erróneamente que la longevidad puede acabar con ella, cuando lo que se percibe es que no saben gestionar el dinero ajeno a su bolsillo, han conseguido debilitar al Estado español, siendo responsables ante la Historia de haber permitido la desigualdad entre españoles, invirtiendo más infraestructuras en unas regiones que en otra.
Los españoles han sido defraudados, dado que nadie se puede tomar en serio que se puedan arreglar los destrozos mentales provocados mediante un adoctrinamiento continuo de más de cuarenta años, como cuando fueron convocadas precipitadamente las elecciones catalanas en tan sólo cincuenta y tres días.
Un artículo 155 de la Constitución’78, gazmoño, que no cambiaría sustancialmente el arco parlamentario catalán, que no disolvió el cuerpo policial de los Mozos de Escuadra, que no se clausuró la cadena televisiva TV3 –que prohíbe hablar en castellano, tanto al entrevistador como al entrevistado–, que daría más alas a los partidos independentistas y desestabilizadores, aún sin ilegalizar, que podría acarrear consecuencias imprevisibles, como las que se están viviendo, desconociendo la luz del final del túnel.
En el horizonte de la torpedad del Gobierno correspondiente se distingue una incomprensible debilidad estatal, fomentada por la cerrilidad que ha permitido participar a políticos insaciables fuera de la legalidad vigente –olvidándose de los Códigos Civil, Penal, Mercantil–, que se muestra solidario con el extraño, pero insolidario con el vecino, de muy difícil remedio.

ALFONSO CAMPUZANO
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lunes, 12 de noviembre de 2018

LA MODA PATERISTA

Desde el principio de los tiempos, ante la adversidad cotidiana, la emigración es una elección que practica todo ser vivo animado – Alfonso Campuzano

Cuando un turista español viaja a cualquier país del mundo, y no digamos si es africano, en la agencia le avisan que necesita un seguro de cobertura médica, en caso de accidente o de enfermedad, porque aunque el servicio sea urgente, la entidad sanitaria exigirá el pago de los gastos por adelantado.
Sin embargo, la dadivosidad española, por ahora ilimitada, admite que cualquier ciudadano del mundo, sin documentación en regla, sea visitado médicamente, ya sea urgente o no, y sin control administrativo. Es un ejemplo evidente de falsa caridad, falsa solidaridad, falsos derechos humanos, porque alguien tiene que pagar el dispendio generado por la atención que, como siempre, no cabe la menor duda que será el contribuyente mediante impuestos, casi confiscatorios.
Tratar de impulsar la inmigración ilegal, desde el flipe de lo políticamente correcto, es de personas amorales, ignorantes, insensatas, miserables, que abusan de la solidaridad contando con el dinero que no es suyo propio, puesto a buen recaudo.
¿Qué virus ha invadido a las mentes de los políticos occidentales para hacerlos considerar que los emigrantes indocumentados, además de violentos, son buenos para el país que los acoge? ¿En que doctrina aprendieron tal falsa caridad, tal falsa solidaridad, tales falsos derechos humanos? Porque actualmente cualquier inmigrante, violando la ley vigente, entrando ilegalmente, tiene total y gratuito acceso al sistema sanitario de todos los hospitales españoles, incluso entrando en la lista de espera de cualquier trasplante, también para subvenciones, vivienda, escolaridad, estando siempre, gracias a la Asistencia Social, en mejores condiciones que cualquier español.
El bienquedismo de lo políticamente correcto confunde la contrapartida con el racismo. El buenismo de lo políticamente correcto confunde el control de fronteras con la xenofobia. El buenrollismo de lo políticamente correcto confunde el uso racional de la inmigración con el fascismo. El pelelismo de lo políticamente correcto confunde el acatamiento de la ley vigente con el nazismo.
Supuestamente, el paterismo ha contribuido a representar un tráfico de seres humanos –bien pagado y bien reglado, aunque no reconocido oficialmente ni siquiera de oficio–, es decir, adultos y menores de edad, que huyen de la guerra, de la inestabilidad política, de la miseria, previo pago entre 500 y 5.000€, que se arriesgan a cruzar el mar Mediterráneo en balsas de plástico, en pateras de madera, incluso con motor, o bien en lanchas rápidas, habitualmente involucradas en el narcotráfico.
Y cuando el dinero ahorrado es insuficiente, con tal de emigrar, se compensa mediante el planteamiento de ofrecerse para transportar estupefacientes, convirtiéndose en un delincuente, incluso antes de pasar la frontera indocumentado.
Como dato, se sabe que un vuelo entre Marruecos y España vale, como mínimo,  entre treinta y doscientas veces más barato, más cómodo y, sobre todo, más seguro, que alquilar una patera a la mafia de turno, porque con estas cantidades que pagan bien podrían conseguir una documentación en vez de arriesgar su vida ilegalmente.

ALFONSO CAMPUZANO
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viernes, 2 de noviembre de 2018

EMIGRACIÓN CLIMÁTICO-ECONÓMICA vs RELIGIOSA

La configuración externa del planeta azul, en su viaje espacial, varía con las épocas, de ahí que sus habitantes animados se desplacen a mejores territorios para sobrevivir – Alfonso Campuzano

La ancestral emigración económica, por los siglos de los siglos, se ha ido convirtiendo paulatinamente, en ciertos puntos occidentales del globo terráqueo, en una emigración religiosa tan imparable que la Unión Europea no ve solución a corto ni a largo plazo, mientras tanto, el multiculturalismo se incrementa sin visos de integración social, y que se canaliza hacia la desaparición de los países acogedores.
Peor aún es la inadmisible dejación de funciones de los políticos europeos, en plan de brazos caídos, que no han llegado a entender ni la mínima parte de lo que significa una avalancha tras otra de inmigrantes religiosos, sobre todo ilegales, con sus mentores intolerantes, hasta facilitar su expansión quebrantando la cultura ancestral europea.
La población del continente africano, que supera los mil millones de habitantes, en su lucha por subsistir, continúa anclada en lo tribal, mientras que los hampones, para fomentar la emigración clandestina y alimentar su propia faltriquera, han dado una voz de alarma, propagando que no existe negocio futuro, consiguiendo que el continente se desmantele, se deshabite.
Así que el enorme potencial de sus fuentes de energía está siendo aprovechado fundamentalmente por magnates chinos que están haciéndose dueños mediante inversiones en amplios territorios para convertirlos en despensa de su país.
El continente europeo, al no estar despoblado, no puede ni debe acoger indiscriminadamente, y sin límite, a toda persona inmigrante, sin saber si hay documentación suficiente para ellos, bajo la moda pelelista de lo políticamente correcto como es viajar indocumentado, premisa con la que puede ser tachado de transgresor de la ley.
El buenismo de lo políticamente correcto está llegando a un punto tal que no sabe diferenciar entre lo que es, de toda la vida, ayuda humanitaria y trafico ilegal humano. El buenrrollismo de lo políticamente correcto está llegando a un punto tal que no sabe diferenciar entre la legalidad y la connivencia con las mafias traficantes de personas. El bienquedismo de lo políticamente correcto está llegando a un punto tal que desconoce lo que es favorecer y potenciar la irregularidad de personas.
Todas estas actuaciones dirigidas desde la política, con el fin de ganar votos, ensanchan el popularismo a la vez que se convierte en una bomba de relojería ante la ya extendida tiranía de las minorías étnicas y sus logros sociales a costa de las mayorías, dan lugar a una tropelía desde el momento en que el derroche no hace distingos entre inmigrantes documentados e indocumentados.
Todo ello con la inestimable e inexcusable ayuda, convertida en trucos, de la figura denominada Asistencia Social, mediante presuntos manuales ofrecidos para anteponerlos a los desempleados nativos en proyectos, en viviendas, en contribución al arrendamiento, en renta de garantía de ingresos, en conseguir ahorrar en el transporte o en ambulancia, etcétera.
Se esquilma, mediante impuestos, es decir, en presunto desacuerdo con la intención del contribuyente para entregárselos, como si fuera un derecho, a quienes no muestran gestos de avenencia hacia unas obligaciones compensatorias de acogida.
La inmigración actual, climática, económica o por huida, no se soluciona tal como está planteada en los despachos políticos, sino con valentía inversora en los focos territoriales de origen, porque cuando se concede dinero a alguien a cambio de nada es como si le despojara de su amor propio, pero eso suena exótico.

ALFONSO CAMPUZANO
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