lunes, 12 de noviembre de 2018

LA MODA PATERISTA

Desde el principio de los tiempos, ante la adversidad cotidiana, la emigración es una elección que practica todo ser vivo animado – Alfonso Campuzano

Cuando un turista español viaja a cualquier país del mundo, y no digamos si es africano, en la agencia le avisan que necesita un seguro de cobertura médica, en caso de accidente o de enfermedad, porque aunque el servicio sea urgente, la entidad sanitaria exigirá el pago de los gastos por adelantado.
Sin embargo, la dadivosidad española, por ahora ilimitada, admite que cualquier ciudadano del mundo, sin documentación en regla, sea visitado médicamente, ya sea urgente o no, y sin control administrativo. Es un ejemplo evidente de falsa caridad, falsa solidaridad, falsos derechos humanos, porque alguien tiene que pagar el dispendio generado por la atención que, como siempre, no cabe la menor duda que será el contribuyente mediante impuestos, casi confiscatorios.
Tratar de impulsar la inmigración ilegal, desde el flipe de lo políticamente correcto, es de personas amorales, ignorantes, insensatas, miserables, que abusan de la solidaridad contando con el dinero que no es suyo propio, puesto a buen recaudo.
¿Qué virus ha invadido a las mentes de los políticos occidentales para hacerlos considerar que los emigrantes indocumentados, además de violentos, son buenos para el país que los acoge? ¿En que doctrina aprendieron tal falsa caridad, tal falsa solidaridad, tales falsos derechos humanos? Porque actualmente cualquier inmigrante, violando la ley vigente, entrando ilegalmente, tiene total y gratuito acceso al sistema sanitario de todos los hospitales españoles, incluso entrando en la lista de espera de cualquier trasplante, también para subvenciones, vivienda, escolaridad, estando siempre, gracias a la Asistencia Social, en mejores condiciones que cualquier español.
El bienquedismo de lo políticamente correcto confunde la contrapartida con el racismo. El buenismo de lo políticamente correcto confunde el control de fronteras con la xenofobia. El buenrollismo de lo políticamente correcto confunde el uso racional de la inmigración con el fascismo. El pelelismo de lo políticamente correcto confunde el acatamiento de la ley vigente con el nazismo.
Supuestamente, el paterismo ha contribuido a representar un tráfico de seres humanos –bien pagado y bien reglado, aunque no reconocido oficialmente ni siquiera de oficio–, es decir, adultos y menores de edad, que huyen de la guerra, de la inestabilidad política, de la miseria, previo pago entre 500 y 5.000€, que se arriesgan a cruzar el mar Mediterráneo en balsas de plástico, en pateras de madera, incluso con motor, o bien en lanchas rápidas, habitualmente involucradas en el narcotráfico.
Y cuando el dinero ahorrado es insuficiente, con tal de emigrar, se compensa mediante el planteamiento de ofrecerse para transportar estupefacientes, convirtiéndose en un delincuente, incluso antes de pasar la frontera indocumentado.
Como dato, se sabe que un vuelo entre Marruecos y España vale, como mínimo,  entre treinta y doscientas veces más barato, más cómodo y, sobre todo, más seguro, que alquilar una patera a la mafia de turno, porque con estas cantidades que pagan bien podrían conseguir una documentación en vez de arriesgar su vida ilegalmente.

ALFONSO CAMPUZANO
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