martes, 16 de enero de 2018

ANTE EL CAMBIO DEL CAMBIO


Se habla de cambio climático cuando se ha descubierto que el clima nunca ha sido estático, sino dinámico y variable, como la vida – Alfonso Campuzano


Negar el cambio climático es como si no se supiera contemplar la Naturaleza con sus variaciones, tanto diarias como estacionales, como ha ocurrido desde hace millones de años. Y es que, aunque se hagan todas las previsiones deseadas, es tan imprevisible que los humanos han pretendido, en su soberbia, ir por delante sin haber hecho siquiera un diagnóstico correcto.
Con los avances tecnológicos que ofrece el paso del tiempo, tales como fotografía, incluso animada, satélites, se viven los acontecimientos en directo, en tiempo real, no hace falta esperar días, semanas, meses, años, para conocer detalles como que las tormentas invernales de nieve, frío polar, unos hechos que se reiteran anualmente.
Los estudiosos del clima se han atrevido a bautizar, y codificar, hechos sin nombre, que han ocurrido desde siempre, aunque de forma aleatoria, con palabras rimbombantes como ciclogénesis explosiva, bombogénesis, bomba ciclónica, ciclón-bomba para llamar la atención, y poder sorprender.
Es difícil hacer entender que el clima, con sus infinitas modificaciones, ha sido, y es, cíclico, tales como los ciclones, desbordamientos, devastaciones, huracanes, inundaciones, lluvias, sequías, terremotos, tifones, tormentas, tornados, tsunamis, vendavales, que han coexistido constantemente, pese al cambio en intensidad, incluso cuando la información no era tan inmediata, lo cual quitaba el dramatismo actual de la inmediatez.
El clima es un arma que se puede manipular, de hecho los ejércitos, a través de la Historia han aprovechado, en su beneficio, los cambios climáticos. Sin embargo, no hay que olvidar que, al vivir en el mismo planeta que tiene sus propios planes de defensa para no ser destruido tan fácilmente como se cree, todo aquello que pueda afectar a terceros puede alcanzar a quien lo maneja.
Los modelos climáticos actuales no parecen ser muy fidedignos, incluso desacertados, aunque se esfuerzan en ser mejorados. Cada época terrestre nada tiene que ver con la precedente y, menos aún, con la consecuente, pues cada una es diferente, por supuesto, a la actual.
El movimiento sísmico de las placas tectónicas provoca que los cinco continentes se desplacen, generando un cambio climático, lo mismo que la variación del eje terrestre exige un cambio de hogar como cuando un territorio se hunde.
Los edificios y viviendas, para ser seguras, se deben construir en zonas altas y no en zonas de mucho riesgo como en el curso antiguo de arroyos y ríos habitualmente secos, en barrancos, en laderas de montaña, en vaguadas, que nunca se debieron autorizar barriadas habitadas por gente con pocos recursos económicos, porque los desbordamientos, las riadas, las trombas de agua y barro, que se dan, tanto en países primermundistas como tercermundistas, con un alcantarillado sin suficiente mantenimiento, incluso inexistente, conducen a lamentos sin que nadie sepa ni quiera responsabilizarse.
Se podría añadir la caída de árboles sin poda, y sin mantenimiento adecuado, que es un auténtico peligro permanente ante rachas de viento con velocidad por encima de lo usual.
Sin embargo, ante todo lo anterior, la especie animal presiente y, cuando lo hace, desaparece de escena.

ALFONSO CAMPUZANO
Sigue a @AIf0ns0

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