miércoles, 13 de octubre de 2021

BUSCANDO SENSORES CLIMÁTICOS

La biodiversidad entre territorios terráqueos, incluida la Humanidad, es lo que fomenta la evolución – Alfonso Campuzano

Es sospechoso que, sistemática y políticamente, se eche la culpa a un cambio climático que no lo es, porque anteriormente ya ha sido, el bucle existe desde la noche de los tiempos, sobre todo sabiendo, como se sabe, que vivimos en un periodo interglaciar que dura ya casi 12.000 años.

Es a los políticos occidentales, sobre todo europeos a quienes se les ha metido entre ceja y ceja que hay que acabar con la energía convencional la que siempre está ahí, la que nunca falla desde que el ser humano descubrió el fuego, por energías renovables como la energía solar, ya sea fotovoltaica o térmica, la energía eólica, la energía hidráulica, la energía geotérmica, la energía mareomotriz, la energía undimotriz, la energía biomasa, la energía biogás, la energía bioetanol, la energía biodiesel, cuando en realidad aún se desconoce si son fiables. El resto de los continentes no tienen claro lo que pueden dar de sí los vehículos eléctricos con precios desorbitados en comparación con los infrasueldos, y que pueden fallar cuando uno menos se lo espera.

Hoy día, la moda es buscar todo lo que sea contaminante y denunciarlo, porque cada época tiene su propia contaminación. Lo que nunca fue, ahora es, porque lo dice, no un científico, sino el mercader clarividente de turno con cancha gratis para proferir estupideces que a los pocos años se atreve a decir lo contrario, mientras esquilma al de la esquina.

Actualmente, pese a la preocupación por lo que se ha denominado propagandísticamente emergencia climática, sin muchos visos de ser real, es que a nivel global no parecen existir siquiera suficientes detectores, ya sea en la atmósfera, en cada uno de los océanos, en la propia corteza terrestre, como para llegar a un estudio medio serio.

La sensación indiscutible es que el clima obedece a un capricho, a un desbarajuste, a una oscilación; sin embargo, nada más lejos de la realidad, pues  obedece órdenes o leyes naturales desconocidas aún por los seres humanos.

Las regiones galácticas por las que atraviesa el planeta azul desde hace millones de años en su viaje hacia el infinito, son tan diferentes que pueden influir en la llamada emergencia climática sin necesidad de echar la culpa a lo más fácil y necesario para que la vida exista, es decir, el CO2.

Ha sido tal el bombardeo diario recibido y teledirigido hacia los medios de comunicación que la población ha llegado a asimilar que las emisiones de CO2, que datan de miles de millones de años, disponen de un mercado financiero a tener en cuenta. Es un factor fácil para manipular gubernamentalmente a todo el planeta y generar multas a todo el mundo sistemática e indefinidamente, porque siempre pagan la deuda los mismos, aunque los verdaderos causantes continuarán, por no ser investigados, haciendo estragos.

La especulación dictatorial sobre las emisiones pueden hacer peligrar la economía, empleo, industria, allá donde se está aplicando en su manía obsesiva por descarbonizar que dirigirá al planeta azul hacia la extinción total de vida.

Intereses ocultos olvidan, consciente o inconscientemente, que la nave espacial terráquea sobrevive a ciclos, mientras los seres humanos, interesada o desinteresadamente, los olvidan adentrándose en bucles que, al no entenderlos, prefieren responsabilizar al adversario.

Desde el comienzo de la existencia del planeta azul la vida continúa estando en peligro de extinción porque no está comprada. Los seres vivos conocidos nacen, se reproducen, mutan en ocasiones, y mueren. Y los desconocidos aparecen cuando son descubiertos para cubrir el espacio y tiempo de los que desaparecen para continuar rizando el rizo.

La rotación terráquea acelera y desacelera, un factor añadido a los restantes, y causante de la emergencia climática. Cada territorio terráqueo es singular e irrepetible como lo es el ser humano.

Hace millones de años el mar Mediterráneo inundó, mediante una falla la zona del mar Muerto, que es su residuo, y que desciende un metro por año. El mar de Galilea es de agua dulce, el río Jordán es dulce, pero se le impide llegar en su totalidad al mar Muerto, porque le han hecho represas para utilizar el agua, por lo que el mar Muerto puede secarse con el tiempo, medido en miles de años.

El que un territorio del planeta azul se hunda, y la población tenga que ser evacuada por la subida del nivel del mar, es consecuencia de la rotación y traslación terrestres, que conlleva el cambio del eje y, por consiguiente, también un cambio climático, como desde que el mundo es mundo, pero no el que nos tienen acostumbrado los meteorólogos.

Y confundir el tiempo con el clima es un error mayúsculo, incluso de Enseñanza primaria.


ALFONSO CAMPUZANO

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