lunes, 5 de enero de 2015

ATIPIA CLIMÁTICA


La historia general de la vida en el planeta Tierra tiene infinidad de capítulos inconexos y deslavazados con muchos más agujeros negros que puntos de luz. Sin embargo, una vez descubiertos y analizados, se transforman en una aurora, aunque difícilmente se traducen y tienen cabida en los libros oficiales.
La impresión actual que da, tanto para los divulgadores como para los simpatizantes, es que los períodos fríos siempre han sido más largos que los cálidos. Sin embargo, dada la ciclogénesis de este planeta, si la última edad de hielo está datada hace unos casi trece mil años, última glaciación conocida, momento en que variando la temperatura paulatinamente hacia el calentamiento, llamado últimamente global, quiere decir que, en cualquier momento, reaparecerá nuevamente la siguiente glaciación, se acepte o no, porque el deshielo da lugar al hielo, y así sucesivamente, mientras este planeta no desaparezca.
Es así como el planeta Tierra, con el paso de los siglos y de los milenios, varía su temperatura, siempre ayudada por la mano del hombre que busca la evolución y no el anclaje de los seres vivos, pues según la época, unas especies tienden a desaparecer para que otras aparezcan, y se adapten al medio.
Un planeta cuyo medio líquido ocupa tres cuartas partes no debería  desarrollar más que tecnología para aprovecharla y no preocuparse, como se preocupan cada vez más por la falta de agua, lo que significa falta de ideas. El agua está a la vista, está en los océanos, está en los ríos, está en el subsuelo, por lo que descubrir la tecnología para poder utilizarla es un reto para un futuro inmediato.
Cada medida del tiempo que se utiliza con la correspondiente fase de cambio climático el planeta se adapta lo mismo que el género humano, cuando es consciente, quizá tarde, pero lo hace. Los derrotistas quieren preparar a la población sola y exclusivamente para un posible calentamiento, pero ¿también para una glaciación, por si acaso sus previsiones están equivocadas? Es difícil ponerse de acuerdo en un tema en el que no hay unanimidad de criterios a la hora de analizar los estudios con modelos climáticos actuales sin que exista una hipótesis correcta, no porque no pueda serlo, sino porque nadie conoce dónde habita la verdad para seguir su camino. Dada la tecnología actual, cuando se propone dar un ejemplo de algo saltan miles a la palestra, lo cual no quiere decir que el sendero seguido sea el verdadero si se desconocen la mayoría de las leyes naturales. La Humanidad camina entre sombras.
La naturaleza tiene una ley máxima, que utiliza una parte de la especie humana para hacer demagogia barata, que se puede reconocer o no, aplicada a todos los reinos y especies que pueblan este planeta Tierra, que al olvidarla aparecen las catástrofes irrecuperables con lamentaciones hipócritas, dependiendo de que se entienda en su totalidad: sólo sobreviven los más fuertes, que no se olvide, en todas las especies, aunque se gasten cantidades ingentes de dinero en programar su supervivencia.
Todos los países se diferencian por su economía y eso hace que no se pongan de acuerdo. En todo aumento de temperatura puede ocurrir, sin avisar, un estancamiento, incluso un enfriamiento temporal que, si se perpetúa, puede abocar a un enfriamiento global, hasta ahora, no contemplado. Si la totalidad del planeta consiguiera aunar sus esfuerzos en hacer lo que ciertos grupos obsesionados por lo que llaman cambio climático, en busca de unos beneficios medioambientales egoístas, posiblemente lo que consigan es lo contrario del calentamiento, es decir, el enfriamiento, y nos adentraremos de golpe en la siguiente era glaciar, que a punto está. 
Es difícil enunciar una premisa verdadera porque no se sabe siquiera si ésta existe, por lo que cualquier premisa puede ser desbaratada por falsa. Los sistemas climáticos Ártico y Antártico son diferentes y también el grosor del manto de hielo. Los casquetes  polares son cada vez mayores. Cada generación tiene que resolver su propio experimento.
Cuando los gurús del clima hablan de reducir los gases en la Tierra se olvidan que la especie humana suma siete mil millones de habitantes y que existen casi ocho millones de especies animales, aunque sólo se conocen algo más de un millón, emitiendo regüeldos a placer.

Alfonso Campuzano
            
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