Políticos que fascinan embaucando con el
alegato de su verborrea como única preparación intelectual - Alfonso Campuzano
No hace falta pertenecer a un partido político para darse cuenta de lo que
está ocurriendo. A nadie tiene por qué gustarle totalmente un régimen político,
aunque sí cabe poder tener una cierta empatía, pero sólo hacia ciertos gestos,
más o menos. Los políticos conocidos, con sus frases frívolas, les gusta
oír el eco de lo hueco, atraen poco por sus premisas falsas, un mal
necesario, pese a que se reiteran en el cargo sin merecerlo siquiera.
Habitualmente los humanos necesitan creer en algo, que si es cercano mucho
mejor, ya sea religión, política, o ambas a la vez, y poco más, ya que, en
ciertos países se mantienen unidas, consiguiendo su transformación hacia lo
feriado cuando se acercan unos comicios con un fin de fiesta previo a la
votación, traducido en el triste engaño que esto conlleva.
Cuando un candidato cualquiera –todos quieren ser presidentes de gobierno–, alega su verborrea como única preparación intelectual para fascinar
embaucando, se limita a recoger lo que llaman vulgarmente avales de la
militancia sustrayendo el principio de la democracia a la vez que convierte las
elecciones primarias en partitocracia, dada la actual, aunque caduca, ley
electoral, dominada por la autarquía interna en pugna con el desenfreno
mercantilista externo.
Se podría decir, sin temor a equivocarse que, en los últimos cien años, los
últimos regímenes españoles duran cuarenta años, tras analizar el síntoma
evidente tal que las Cortes Preconstitucionales, durante cuarenta años,
tuvieron X Legislaturas inauguradas por el general Franco (1943-1971), con tres
presidentes de gobierno, sin libertad de expresión, y según una lectura
histórica muy somera del Boletín Oficial del Estado (B.O.E.) se fundamentaron
las bases legislativas que ahora disfruta la sociedad española, al encontrar la
Ley del Subsidio Familiar y de la Vejez; Ley de descanso dominical y festivos;
Ley de Patrimonios familiares; Seguro Obligatorio de Enfermedad; Contrato de
trabajo; Vacaciones retribuidas; Maternidad para mujeres trabajadoras y
garantías sindicales; Paga Extraordinaria de Navidad; Paga Extraordinaria del
18 de Julio; Reforma del Instituto Nacional de Previsión (I.N.P.) para una
mejor cobertura protectora; Legislación de Accidentes de Trabajo; Convenios
colectivos; Mutualidad Agraria; Seguro de Desempleo/Paro; Ayuda a la
ancianidad; Ley de Bases de la Seguridad Social.
Y, ahora, está a punto de finalizar la X de las Legislaturas
constitucionales inauguradas por S.M. el rey Don Juan Carlos I (1979-2011),
también durante otros cuarenta años con seis presidentes de gobierno. Alguien
analizará los progresos sumergiéndose, tanto en el BOE como en los
diecisiete boletines autonómicos, para concluir que los parlamentos
regionales se han dedicado a engrescar sin saber distinguir si los que corren
son galgos o son podencos, intentando restar libertades conseguidas antaño,
sobre todo en los últimos seis años.
Todo cambio, salvo que sea revolucionario, se hace desde el interior del
sistema dirigido por la cúpula, y de manera consciente y pactada, idéntico a
cualquier tipo de huelga protagonizada por una central sindical, aunque estamos
a punto de traspasar el límite marcado por la línea roja y llegar a donde no se
pretendía, es decir, desde la base, desde el exterior del sistema, y de manera
inconsciente, porque alguien –El Señor de los Recortes y de las Mentiras– cruzado de brazos, y mirando para otro lado, ha hecho dejación de funciones
para lo que fue votado.
En esta partitocracia impuesta, estadio entre dictadura y democracia, las
dos des extremas o doble de, nadie vence ni
convence..., así que el siguiente paso, para otros cuarenta años, debería ser
auténticamente democrático.
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