jueves, 28 de abril de 2022

MEDICINA SIDERAL

Desde el punto de vista del ser humano, mientras no haya un avance científico exponencial a lo conocido actualmente, es complicado pretender ser viajero intergaláctico – Alfonso Campuzano


La carcasa con la que se viste el ser humano está concebida para habitar sólo y exclusivamente en esta nave espacial azul, así que, si desea explorar el inmenso cosmos, incluso exiliarse o huir, no tendrá más remedio que sufrir una mutación, fundamentalmente porque la estructura corporal actual con sus sistemas, sus aparatos, sus funciones, están magníficamente adaptados y regidos por la acción de la gravedad terrestre, de manera que, cuando se ponen en contacto con la ingravidez, desaparecen paulatinamente, como ya se ha documentado en diferentes experimentos  llevados a cabo desde la década de los cincuenta del siglo pasado concretamente desde el primer vuelo espacial protagonizado por la antigua U.R.S.S./C.C.C.P. en 1957, sobre todo cuando la totalidad del conjunto realizado no ha visto la luz, quizá debido a que se trata de una información demasiado compleja para quienes no tienen suficiente formación académica adecuada para entender, no sólo en cuanto a referencias científicas, sino a cualquier información banal, como en el día a día se ve, gracias a los ocho planes de Educación en los últimos cuarenta años.

No es ningún demérito, sino el resultado del cociente intelectual, por ley natural, ella sabrá porqué, que no goza de uniformidad en esta nave espacial azul, sino que hay de todo, como debe ser, en la viña del señor, para que no cunda el aburrimiento. Todos los seres vivos, incluidos los humanos, tienen la suerte de disfrutar, a la orden del día, de un ambiente autoabastecido, autosuficiente, inagotable, como si fuera que lo es, un bucle alimentario, un gigantesco holocausto –como bien decía Robert Charroux en los años setenta–, entre sus moradores, pues unas especies se alimentan de otras, desde el principio de los tiempos, que continúa y continuará, porque quizá sea la fórmula ideal a modo de nave-presidio para no tener que emprender la fuga en supuestos viajes interplanetarios, salvo por necesidad extrema, de manera que, lo inimaginable está por descubrir, que se descubrirá a su debido tiempo. ¿Por qué? Que responda quienes sepan las respuestas.

Lo que está medianamente claro, desde hace más de seis décadas, es que el ser humano, tal y como se conoce vigentemente, no tiene la más mínima aptitud ideal para convertirse en un viajero interplanetario, ya que requiere una adaptación gradual, una transformación, en síntesis, una mutación, para poder vivir fuera de esta nave espacial azul. Así que, fuera de la atmósfera y de la gravedad terrestres, el ser vivo tiene que soportar diversas alteraciones en sus ritmos circadianos, experimentar cambios somáticos y cerebrales muy importantes, esencialmente para ir desacostumbrándose a la cadencia del día y de la noche, además de la ausencia proporcionada por el Sol, todo ello regulado por una región cerebral importante denominada hipotálamo.

Si se consiguiera tal mutación, adecuada para realizar una pretendida odisea espacial, es más que probable que el ser humano terrestre ya no sería lo que fue, estructuralmente hablando, ni siquiera podría retornar con las mismas características anteriores, a no ser que se le posibilitara el procedimiento inverso. Pero ¿para qué?


ALFONSO CAMPUZANO

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martes, 12 de abril de 2022

HACIA UNA RELIGIÓN CLIMÁTICA

Las predicciones climáticas de hace cincuenta años no se han cumplido, aunque los medios de comunicación idiotizadores subvencionados insisten por si acaso – Alfonso Campuzano


El clima, desde hace unas décadas, posiblemente desde que el acceso es tan mediático como inmediato a cualquier consulta, en este caso sobre los modelos climáticos, acierten o no, que sirven para que los analicen diaria y minuciosamente los meteorólogos, ya que siempre ha interesado sobremanera al ser humano, sobre todo básicamente a la agricultura y ganadería, como parte del amplio sector primario, tan necesario como para no padecer hambruna.

Con todo ello, el vocablo clima se ha ido degradando y desprestigiando paulatinamente desde el mismo momento en que la política, en general, ha entrado como un elefante en una cacharrería y ha tomado diferentes apelativos. La cosa comenzó cuando se vulgarizó gracias a Albert Arnold Gore Jr., premio Nobel de La Paz al hablar de cambio climático, un cambio que, en esta nave espacial azul, debido a su singularidad y desigualdad, es cíclico haciendo que los seres humanos se desmemorien, para abonarse al carro de la manipulación con el llamado calentamiento global imposible de todo punto, porque el planeta disfruta de miles de microclimas, desarrollando un plan gubernamental con el fin de esquilmar a los contribuyentes mediante un delirio climático, propio de políticos ineducados e insensibles como si pertenecieran a una secta climática que, con el paso del tiempo se ha convertido en una religión climática, tan fundamentalista como fanática, hasta llegar a la emergencia climática.

La última novedad, y sin ningún rubor, trata de achacar la responsabilidad de la religión climática a la tercera o cuarta edad, porque siempre hay alguien cercano a quien culpar, nunca a uno mismo, un hecho muy propio del pelelismo político, tan en boga, sin base científica que lo sustente, aunque haya en nómina de científicos circenses dispuestos a bailar el agua a quien sea con tal de que aflore su egocentrismo, aunque con base fervientemente manipuladora.  

La nave espacial azul, en su traslación, más o menos acelerada, por regiones cósmicas desconocidas hasta la actualidad, hace pensar que, desde la noche de los tiempos, todo lo que ocurre ha podido pasar, aunque nunca jamás se reproducirá, porque el Sol, la Luna, la estrellas, los planetas, los satélites, no son cuerpos celestes estáticos, sino que también se desplazan exactamente igual que lo hace cualquier otro.

Ninguna época precedente es ni será igual a la actual. Pretender comparar unas épocas con otras tiene un sinsentido cuando las posibilidades son infinitas, tal y como así lo ha mostrado, y demostrado, la Historia Universal. Hipótesis puede haber tantas como doctorandos, y tesis tantas como doctorados, lo cual no quiere decir que hayan conseguido una verdad única, sino tantas como ellos mismos.

¿Qué intereses políticos cada vez menos ocultos, que no juiciosos, están detrás del calentamiento global, cambio climático, catástrofe climática, delirio climático, dogma climático, emergencia climática, empoderamiento climático, fanatismo climático, fundamentalismo climático, integrismo climático, política climática, religión climática, secta climática? Tendrán que explicarlo, sí o sí, porque los políticos existen gracias a que se deben a los ciudadanos contribuyentes. Sin ellos no son nada ni nadie.

Ahora bien, ¿la nave espacial azul está preparada para evitar lo que el globalismo pretende con su propaganda?


ALFONSO CAMPUZANO

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