miércoles, 27 de enero de 2021

UN ESPEJO LLAMADO DONALD TRUMP

Para la sociedad, en general, acostumbrada a que la política sea un carrera, es difícil que comprenda que un Estado debe ser administrado, sí o sí, como una empresa y no como un ente que, pese a errores y despilfarros que nunca paga, no puede ser responsable ni ser imputado – Alfonso Campuzano


Los EEUU, son un país complicado, pero serio, sobre todo con sus elecciones presidenciales, que duran casi un año, hasta que se decantan los dos adversarios que tienen más opciones. El voto es sagrado. Un país donde los dineros que se dilapidan no son exigidos mediante impuestos a los contribuyentes. Los políticos no esquilman a los ciudadanos, sino que lo costean los partidos y los políticos, a base de donaciones. 

Su Justicia funciona tan bien que es independiente del poder ejecutivo y del poder legislativo, no como en España, que desde 1985, para salvar a Míster X, se mantienen colateralidades en continua fuga para enmedallar el pecho y ampliar el patrimonio.

El cuadragésimo quinto presidente de los EEUU de América, Donald Trump, no ha sido un político de alta cuna ni quiso hacer carrera política, ni quiso vivir de los contribuyentes, sino que durante su mandato ejerció su puesto de responsabilidad como empresario exultante que financió su campaña electoral, gobernando como si tratara de una empresa es lo que sabe hacer, precisamente por lo que ha molestado a los políticos, incluidos los de su grupo parlamentario, despreciándole porque no participaba de su código depredador y esquilmador de presupuestos, al pensar que su forma de gobernar debilitaba las instituciones.

Durante su vida empresarial, en sus negocios, sufrió seis bancarrotas de las que se recuperó. Sin embargo, teniendo como protagonista al coronavirus SARS-CoV-2, a punto está de sufrir la séptima.

Decidió no acatar ciertos acuerdos como el atragantado cambio climático existente desde la noche de los tiempos, quizá porque tienen una base radical totalitaria, que castiga con penalizaciones mercantiles. Lo mismo que cuando canceló asignaciones de caudales públicos a proyectos para asilados y de igual modo con exigencias higiénicas y nutricionales de Naciones Unidas, quizá por su fundamento extremista absolutista.

Se criticó y se malinterpretó la frase ampliar la construcción del muro en una frontera de casi cuatro mil kilómetros iniciada en 1994 por Bill Clinton, mil kilómetros, mientras que él construyó solamente poco más de seiscientos kilómetros. También se confundió, intencionadamente o no, sobre el dióxido de cloro, cuya fórmula química es ClO2, traducido por hipoclorito sódico, cuya fórmula química es ClONa.

Puso en su sitio a gobiernos de países occidentales al obligarles a mirarse en el espejo. Cumplió sus promesas. Dijo que no iba a cobrar un sólo dólar, pero la ley no se lo permitió. La mayor parte de su sueldo anual lo donó.

Hasta su llegada, solamente dos países como Egipto y Jordania mantenían relaciones diplomáticas con Israel. Sin embargo, ha conseguido que se unan cinco países islámicos más, firmando tratados de paz, tales que Arabia Saudita, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos (E.A.U.) formados por Abu Davi, Ajamán, Dubái, Fuyaira, Ras al-Jaima, Sarja, Umm al-Qaywayn, Sudán, Marruecos, y otros están a la cola. Además, amansó a Corea del Norte en su exponencial carrera por lanzar misiles intercontinentales. Serenó a Irán en su carrea por la nuclearización planetaria.

Su antecesor, Barack Obama, instigó y alentó conflictos durante los ocho años de su mandato en Afganistán, Irak, Libia, Pakistán, Siria, Somalia, Yemen, viéndose afectadas más de quince millones de personas con casi doscientas cincuenta mil personas asesinadas. Sólo en el año 2016 arrojó más de veintiséis mil bombas. Incluso se permitió el lujo de proteger a Bin Laden hasta que decidió su eliminación física, por lo que fue conceptuado como Presidente de Guerra, aún así fue receptor del Premio Nobel de la Paz.

Sin embargo, Donald Trump, en los cuatro años de mandato, no inició ningún conflicto bélico. No hizo caso a ningún Señor de la Guerra, sino que los ignoró, así que contentos no podían estar cuando lo habitual era que todos los presidentes estadounidenses comieran de sus manos, además de gastar y renovar el arsenal militarista.

Por otra parte, Bill Clinton concedió casi quinientos indultos, mientras que Donald Trump concedió poco más de cien, sin acudir a concederse el autoindulto preventivo ni la clemencia preventiva para su familia y su abogado, tal y como hicieron sus antecesores, por si acaso.

Donald Trump, desde el 3 de noviembre, no ha cedido ni concedido, ante su adversario, al descubrir un fraude electoral ayudado por las máquinas de votación de Dominion Voting Systems, que no fue aceptado por los tribunales. Una declaración jurada en USA es sagrada, tanto que, si incumples, las rejas esperan, no como en algún país poco serio, que no pasa nada, y todos se lo ríen.

Gracias a una orden suya se desclasificarán casi cuatro mil documentos secretos sobre el golpe de Estado en la persona del expresidente John Fitzgerald Kennedy en noviembre de 1963.

El presidente estadounidense, Donald Trump, pese a todo, ha cumplido las tres condiciones necesarias para ganar el Premio Nobel de la Paz: Fomentó la amistad entre naciones a través de arduos acuerdos. Disminuyó los ejércitos estables en diferentes puntos del planeta. Promovió, con desmesurado empeño, numerosos pactos.


ALFONSO CAMPUZANO

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