La selección natural no
necesita de ecolólogos ni de subvenciones públicas, pues se basta con sus
propias leyes – Alfonso Campuzano
A lo largo de millones de años, a
través de la selección natural, es decir, la supervivencia del más fuerte, las
especies prosperan en su adaptación al medio o se extinguen, da igual que se
aporten subvenciones públicas, pues si deben desaparecer, así está decidido,
desaparecerán, y sin remedio, mediante unas leyes físicas desconocidas,
que tanto a la especie humana le cuesta descubrir y aplicar, que ayudan a
a seguir su propio curso sin importarle las especies que lo habitan y, sobre
todo, lo que hacen, aunque sea contraproducente, ya que, tanto la limitación de
especies como la contaminación del planeta es digerida por dichas Leyes de la
Naturaleza, que aviva su ingenio para evolucionar.
Pretender que las especies en extinción
sobrevivan a su era es ir contra naturam.
Lo que no se entiende muy bien es por qué una especie desaparecida, por las
causas que sean, tiene que plantearse, desde los poderes públicos, su
reintroducción con cargo a los impuestos.
Los ganaderos de Castilla y León,
desde hace más de veinte años, están hasta las cejas, y hasta el moño, según
inclinación sexual, o casi, de los vericuetos orales lanzados por Bruselas en
defensa del lobo, sufriendo en las carnes de su cabaña ganadera los ataques de
una especie depredadora que, para unos es cinegética y, para otros es
protegida, sin que tenga visos de extinguirse, es más, aumenta casi
exponencialmente cada año en expansión geográfica y en población, mientras que
esta inversión, lo mismo que las investigaciones, así como la indemnización por
desperfectos causados, sale del dinero público, es decir, pagado por los
impuestos casi confiscatorios de los contribuyentes, mediante la suscripción de
pólizas de seguros que manejan las autonomías, unos dos millones de euros, que
se sepa, que podrían ser más. Mejor es tener controlado al lobo que hacer y
pagar unos seguros, que a alguien lucra.
Es muy difícil, casi imposible,
hacer entender, a quien no tiene conocimiento, a quien no quiere escuchar, quien
no se ha parado a hacer números ni se ha detenido a realizar un modelo de
necesidades, sobre todo en la UE, que ganadería y lobo son especies animales
incompatibles.
Existen multitud de proyectos, que
se airean diariamente, para intentar salvar especies, tanto vegetales como
animales, amenazadas en peligro del extinción y pocos, muy pocos, para salvar a
la especie humana de la cantidad de necesidades, como la hambruna, que asolan
al planeta, como consecuencia de dictaduras, de guerras.
La pretensión de la conservación caprichosa
extremista de cualquier especie, fauna o flora silvestre, ganadería o
agricultura, intentando controlar lo que es incontrolable dentro de la
Naturaleza, es mínimamente efectiva, debiendo ser menos sectaria, menos
doctrinaria, y más sensata, es más, no hay que ser tan pesimista, como
manifiestan ecolólogos, pues siguen apareciendo especies animales, solamente
dieciocho mil (18.000) en 2015, y vegetales nuevas y desconocidas, mientras
otras se extinguen: esto, y no otra cosa, es la vida en este planeta, llamado
Tierra.