Sin polémica no hay avance científico y sin avance científico nace el oscurantismo del que se aprovechan los clarividentes – Alfonso Campuzano
Si las emisiones de CO2 continúan aumentando, pese a la disminución de la actividad humana, significa que la etiología no es única, sino que es privativa de otros tantos factores mucho más difíciles de descubrir, pero que no interesan a fin de continuar manipulando a la población mediante un discurso destructivo, evidentemente intrigante. Sin embargo, se llega a olvidar que el vapor de agua es mucho más perjudicial.
Sería más interesante y efectivo preocuparse de la salud humana que hacer florecer eventualidades manejadas por oscuros clarividentes que ocultan intereses escatológicos, y que sólo a ellos benefician. Porque si ya ha ocurrido con anterioridad lo que está aconteciendo, y está registrado, no se trata de un cambio.
Entre las causas que pueden conducir a un calentamiento terráqueo están las siguientes, y diversas: la energía propia de la naturaleza terrestre, el inestable eje terrestre imaginario, la variación de la velocidad de rotación y de traslación del planeta azul, el dinamismo complementario de los océanos glaciares Ártico y Antártico, el fenómeno El Niño-Oscilación del Sur o E.N.O.S., la actividad volcánica –con sus gases rebajan la temperatura llamada global y que actualmente hay cerca de dos millares de volcanes activos en el planeta azul, de los cuales, más de una veintena están en erupción, cuya materia expulsada será proporcional a terremotos que desplacen las placas tectónicas hasta acoplarse durante la rotación y traslación por el sistema solar–, el enfriamiento del núcleo terrestre, la eficacia de la actividad solar dinámica –con sus tempestades, explosiones, tornados, que influye en todos los planetas del sistema–, los brotes de radiaciones ionizantes –partículas alfa y beta, rayos gamma, rayos X–, el impacto de meteoritos y asteroides perdidos en el espacio interestelar, la chatarra espacial, la peligrosidad tóxica de los gases aumenta cuando se reúnen zonalmente, los cataclismo provocados, las guerras territoriales interminables, los pesticidas, los fungicidas, las semillas genéticamente modificadas.
Sin embargo, perece ser que existen proyectos, eso sí muy inciertos, que intentan ralentizar el mal expresado calentamiento global –siempre es territorial, nunca jamás global, dada la estructura esférica planetaria–, dando lugar al nacimiento de una nueva industria, en ciertos países como Alemania, Australia, Canadá, Chile, Corea del Sur, Estados Unidos, India, Islandia, Noruega, Suiza, con su pretensión de almacenar, filtrar, petrificar, el CO2, ya sea bajo tierra, ya sea en el fondo oceánico, sin olvidar que gracias a este gas existe la vida, porque si se rompe la cadena vegetal, el animal se extingue.
El ser humano, cuyo número de nacimientos aumenta exponencialmente cada segundo, necesita respetar a la Naturaleza para sobrevivir en este planeta azul, teniendo en cuenta que lo que vulgarmente se llama esquilmar y despilfarrar la riqueza natural es ni más ni menos que utilizar sus recursos. Lo que se llama alterar el equilibrio ecológico, desconociendo lo que se entiende como tal, es utilizar simplemente lo que ofrece. Lo que se llama trastocar la biodiversidad, sin que se sepa lo que es, es porque el humano ha inventado la palabra y utilizado su imaginación. Además, no se desprotege la conservación de animales, sino que todo lo débil, absolutamente todo, desaparece por ley natural.
Causa extrañeza que los políticos exhibicionistas no acepten razonamientos científicos, sobre todo si se enfrentan a sus ideas. Y lo más probable de todo es que los modelos científicos climáticos no se cumplan, como ya viene siendo habitual.
ALFONSO CAMPUZANO
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