La donación de sangre debería dividirse en autodonación,
para las intervenciones quirúrgicas programadas, y heterodonación, para las
intervenciones quirúrgicas urgentes – Alfonso Campuzano
La donación de sangre, que altruistamente se prodiga en España, está
muy bien, es un ejemplo. Pero, según el país al que se pertenezca, si no se paga
por ello, no se ve con muy buenos ojos.
Desde ciertos países primermundistas se recomienda insistentemente que se modernice
la obsoleta legislación española, ya que, con la actual, se impide que la
industria pueda pagar, tanto la sangre como el plasma, heterodonado, desde el
año 1985, es decir, desde la II Legislatura, con Felipe González, como
presidente de Gobierno, y se modifique para que se convierta en un recurso
económico complementario, a la vez que una táctica para incrementar las
reservas, pero parece ser que, a pesar de los intentos de modernizar, todos
fallidos, ningún político consigue ver un interés especial, al considerar que, continuar
solicitando sangre pedigüeñamente, es mucho mejor que actualizar la ley.
Sin embargo, sería conveniente que se actualizara hospitalariamente la
recogida y puesta en marcha, desde la efectividad y el abaratamiento de costes, la
actual hemodonación. Por una parte, la vigente heterohemodonación se debería
utilizar, única y exclusivamente, en los casos de cirugías urgentes, como
catástrofes, accidentes, etcétera; mientras que la autohemodonación en casos de
cirugías programadas que, con una lista de espera de casi un trimestre, es
tiempo suficiente para que el presunto paciente, dispuesto a ser operado, pueda
donar la cantidad de sangre que va a necesitar durante su intervención quirúrgica.
En tanto se hacen las pruebas preoperatorias, tales como el análisis de
sangre con los diferentes parámetros exigidos, el electrocardiograma, etcétera,
hay tiempo, más que de sobra, para que, además, donen sangre para sí mismos. Sin
embargo, esto no se lleva a cabo porque posiblemente aún no se han hecho los
estudios científicos pertinentes que requieren cambiar esta mentalidad arcaica para
mejorar.
Es cierto que, en múltiples ocasiones, en épocas concretas del año, la
lista de espera quirúrgica se alarga, en el tiempo, más de lo debido, con lo
que las pruebas preoperatorias se dan por caducadas, según el decir de los
especialistas en anestesiología, y quizá la sangre también se deseche, con lo
que, el ciclo, se debe repetir en su totalidad, con el correspondiente gasto añadido, por falta de previsión, aunque
lo más lógico sería llamarlo por su verdadero nombre: mala gestión de las
listas de espera quirúrgica, no por mala
praxis médica, sino gerencial, sobre todo al haber/tener, en plantilla, más cirujanos
que quirófanos.
Con este cambio, muy reacio a que se lleve a cabo, se perdería menos sangre
deteriorada por desuso, al no haber podido ser utilizada, y haber sido tirada a
las cloacas, y, por supuesto, no habría necesidad de hacer llamadas de socorro angustiantes
a la sociedad, a los mismos de siempre, cuando uno menos se lo espera.