viernes, 28 de diciembre de 2018

PRESTIDIGITADORES CLIMÁTICOS

La divergencia climática del planeta azul hace que las directrices marcadas por intereses particulares se unan en un saco roto – Alfonso Campuzano

Las predicciones sobre el clima, basadas en modelos de cambio, hechos a escala global, incluso a años vista, tienen la misma vigencia, y el mismo tanto por ciento de aciertos, que tienen las hipérboles meteorológicas diarias, es decir, aciertan únicamente cuando exponen las estadísticas anuales.
Si se considera que el planeta azul ha vivido cinco extinciones masivas de especies, y ha logrado sobrevivir en los últimos cuatro mil quinientos millones de años, significa que la especie humana no ha abusado del uso del CO2, aunque se pretende, casi obsesivamente, que el clima sea una constante a mantener, cuando se sabe que es desigual e inestable, que tiene una dependencia extrema de las coordenadas geográficas, ya sean horizontales –como la latitud y la longitud terrestres, ya sean esferoides; de los ciclos sometidos a las estaciones del año; de las modificaciones terrestres –como el eje y la órbita; de los movimientos telúricos –como los seísmos, los maremotos, las explosiones volcánicas; de las confrontaciones bélicas, etcétera.
Ante estos factores coadyuvantes, el clima terráqueo apenas tiene que ver con la mano del hombre, como se quiere hacer creer mediante conjeturas siniestras, sino con el equilibrio, la ruta espacial y la evolución natural del planeta azul, en constante transformación, en tanto que unos territorios deberán  emerger mientras que otros deberán sumergirse.
Cuando se ve cómo un desbordamiento fluvial se lleva por delante todo lo que pilla a su paso, incluso vidas humanas, no se trata del reiterado calentamiento global ni cambio climático, como pretenden hacer creer, sino que es la venganza terrestre provocada mediante lluvia tipo borrascas, tormentas, presión atmosférica, temperatura tipo calor, frío, humedad, sequedad, viento tipo ciclones, huracanes, tifones, tornados, vendavales, ante la invasión descontrolada e ilegítima de asentamientos humanos –autopistas, edificaciones, fincas, en vaguadas, en torrenteras, en valles, fundamentalmente en los olvidados lechos secos de ríos, que nunca jamás se debieron legalizar bajo la responsabilidad de los poderes públicos, pues el agua no irrumpe, no inunda, sino que son las propias construcciones quienes invaden el terreno fluvial, incluso marítimo.
Cuando se manifiesta una sequía al Gobierno alternante se le ocurre culpabilizar a la falta de lluvia, incluso del viento, pese a no haber propuesto un mínimo plan hidrológico adecuado, atascado desde hace cuatro décadas, por lo que consecuentemente el recibo mensual de la luz, gracias a unos impuestos mágicos, que suman alrededor del 40%, lo encarecen. La sequía en agricultura transforma nubes en llantos, pese a mover santos más que si fuera Semana Santa.
Pero da igual, mediante alguna que otra ingeniosidad, ha decidido unilateralmente, y de la noche a la mañana, prescindir de vehículos impulsados por energía derivada de la combustión del petróleo e impulsar la energía eléctrica, con lo que ha abandonando a diecisiete millones de vehículos sin haber pensado en las consecuencia sociales.
Cuando la tecnología punta actualmente desconoce cómo prever las inclemencias diarias, ciertos prestidigitadores meteorológicos sí son capaces de augurar qué clima va a tener lugar en el planeta azul, dentro de dos décadas, lo cual es de una soberbia supina.
No obstante, hace casi dos lustros los llamados expertos anunciaban que la actividad solar –que es cíclica como todo lo natural, incluido el clima estaba debilitándose hacia un apagón importante, lo que indicaba un riesgo de que el planeta azul conociera una pequeña Edad de Hielo, que se espera.

ALFONSO CAMPUZANO
       
Sigue a @AIf0ns0

martes, 18 de diciembre de 2018

MANTENIMIENTO DE CUADRÚPEDOS

El planeta azul, gracias a las especies que lo pueblan, controladas férreamente entre sí, es autosuficiente y está autoabastecido – Alfonso Campuzano

Menos mal que la Naturaleza no es homogénea, aunque sí inteligente, porque cuando alguna especie animal se extingue aparecen otras, aunque los humanos tarden en codificarlas muchos más años de lo que imaginan. Conservar por conservar, en peligro de desaparición, o conseguir recolonizar por conseguir recolonizar, es pretender actuar contra naturam.
La sobreprotección humana genera superabundancia de especies, que provocan un descontrol agudo, sobre todo de la fauna salvaje, aunque también de la doméstica, que habría que inspeccionar continuamente para evitar la transmisión de enfermedades –en las últimas cuatro décadas se ha comprobado que tres cuartas partes de las enfermedades padecidas por los humanos han sido transmitidas por dicha fauna, que señorea a su antojo por los contornos urbanícolas, para evitar la alteración del entorno, sin olvidar que un animal ve a otro, no como un ser semejante a respetar –como teóricamente se ven los humanos, sino como una ración de carne que le sirve de alimento.
La sociedad humana sería hipócrita si no reconociera que, a través de los siglos, gracias a la investigación y experimentación animal –hoy día éticamente mal vista, es decir, pamplina absoluta, la especie humana se ha beneficiado –como ejemplos están: el Estado de Bienestar, la supervivencia, los avances médicos y quirúrgicos, los medicamentos, las vacunas, hasta conseguir el nivel, nada caprichoso, en que se encuentra actualmente la Sanidad del primer mundo.
Si la longevidad humana se va incrementando con la alimentación actual, mejor o peor, ¿por qué diariamente nutricionistas de variado pelaje incordian intentando suprimir lo que, hasta ahora, ha sido necesario, incluso beneficioso? Aunque en detrimento de la existencia debe reconocerse que hay una proporcionalidad directa que relaciona la longevidad con la aparición de nuevas enfermedades, aún descontroladas.
Es decir, se prohíbe investigar con la especie animal irracional, pero se admite poder comer su carne, con la ayuda del sensacionalismo disparado a quemarropa que inunda las redes de comunicación social, intentando poner todo el freno posible, en contra de este tipo de  alimentación. Es como si los vegetarianos & veganos, por ejemplo, se hubieran aliado con monsieur canis lupus, y demás especies comestibles, para que se dejara de consumir sus proteínas.
Vivimos en un planeta que está diseñado como autosuficiente autoabastecidosin ninguna necesidad de salir al exterior, que tiene su propia ruta evolutiva –incomprensible para la especie humana, provista de anteojeras–, en el que todas las especies que lo pueblan, por ley natural, parecen ser refugiadas, en el que todo lo que se produce, incluso crece, constituye un alimento global, en el que las unas se nutren de otras.
Tenemos ejemplos a recordar como la arañas, las hormigas, las avispas, que no son vegetarianas ni veganas, sino que se alimentan de cucarachas, escarabajos, mariposas, etcétera, y sin que haya que extenderse al terreno salvaje.
Retroceder en hábitos alimenticios no es evolucionar avanzando progresivamente.

ALFONSO CAMPUZANO
Sigue a @AIf0ns0

lunes, 10 de diciembre de 2018

MASCOTAS URBANÍCOLAS

Cada especie, que habita en este planeta azul, es un compartimento estanco, que la naturaleza impide transgredir – Alfonso Campuzano 

Los animales irracionales, pese a buenas intenciones colectivas, nunca jamás podrán ser educados, sino amaestrados, porque es inútil tratar de humanizar a animales que no saben que lo son, lo mismo que no saben limpiarse los morros ni el culo. Y es que la especie animal no alcanza a interpretar las impresionantes invenciones de la especie humana, ya sean de tipo administrativo, estético, legal, místico, moral, etcétera.
Quizá no haya que dudar de que ciertos animales, dentro de sus instintos básicos, tengan sentimientos, pero les falta el raciocinio para comprender, sentir, saber, que son animales, pero no saben lo que son, como sí lo sabe el hombre.
Es bastante habitual que los amantes de cuatro patas les dé vergüenza, incluso cabreo, que no se empatice con ellos cuando lo lógico sería empatizar con los seres humanos. Las personas que conviven bajo el mismo techo con un animal llámese mascota, son más propensas a padecer enfermedades –cercanas a las setenta, por mucha limpieza que tengan, ya que su cuerpo, su respiración, su baba, su hocico, sus paseos callejeros con lengüetazos a todo lo que pillan a su paso cacas, culos, pises, vómitos, etcétera, aportan continuamente gérmenes desconocidos, incluso patógenos, al entorno donde habitan, constantemente perjudiciales para la salud humana.
Como defensa para que la mascota del vecino no invada otro territorio con sus excrementos líquidos y sólidos, se utilizan garrafas de agua. Y sin remedio ni vacuna contra los insoportables ladridos.
Por higiene colectiva, debería prohibirse la entrada de la especie animal aunque estén vacunados–, en lugares donde tiene acceso la especie humana, tales como bares, cafeterías, grandes almacenes, supermercados, tiendas de todo tipo, sobre todo en zonas de comestibles, además de vehículos públicos –trenes, aviones, para no contagiar enfermedades, incluidas alergias.
De ahí que, el calendario vacunal debería ser obligatorio en todo el territorio español; sin embargo, no lo es en regiones como Asturias, Cataluña, Galicia, Vasconia, que deberían rectificar en beneficio de la especie humana sin sacar tanto pecho solidario.
Igual que es obligatorio tener a mano la identificación personal mediante el DNI, a requerimiento de la autoridad, todo dueño debe llevar continuamente la documentación de su mascota cartilla de vacunación, incluso la antirrábica, certificado veterinario de salud, información del microprocesador, durante sus paseos urbanícolas.
No todas las causas, en plan de culpa, son omisiones del humano traicionado por otro humano.

ALFONSO CAMPUZANO
Sigue a @AIf0ns0