La orografía terrestre actual, conocida y reconocida, tan aparentemente inamovible, no ha sido ni será – Alfonso Campuzano
Después de quince días de comunicaciones, ponencias, debates, las
conclusiones de La Cumbre del Clima, se han reducido a lo que ya se intuía, es
decir, una falta total y absoluta de compromisos concretos y a una ausencia,
también total, de algo tan elemental como es un camino a seguir, de manera que,
ante la opinión pública, se ha conseguido lavar sólo la cara a ciertos países
reticentes, a la vez que han quedado aparentemente muy bien, y que es realmente
lo que parecía ser que se pretendía.
Si el cambio climático actual, y atípico, se basa en que unas tierras,
cuyos nombres se conocen, se sumerjan, no se debe olvidar que otras de nombres
desconocidos emergerán, como consecuencia de un equilibro planetario, y no
porque haya aumentado el volumen de gases emitidos por la industria, los
humanos y los animales.
Parece como que el Archipiélago Micronesia con las Islas Caroline, Islas
Kiribati, Islas Mariana, Islas Marshall, sumado a las Islas Salomón, Islas Tuvalu,
Islas Vanuatu, se encuentran en la fase inicial de su hundimiento. Lo mismo ocurre
con ciudades norteamericanas como Miami, New Orleans, New York, Norfolk; y
sudamericanas como Buenos Aires, Montevideo, Rio de Janeiro. Lo que no se ha
determinado ni especificado aún es cuándo dio comienzo a este proceso que tiene
visos de ser irreversible, que continuará hasta que sean posiblemente
irreconocibles, tal y como hoy día se conocen y reconocen incluso, todo hay que
decirlo, desaparezcan en beneficio de otras regiones desconocidas, que están tratando
de emerger. Porque la orografía actual de este planeta no ha sido siempre como
se ve, como la conocemos por estudios y fotografías, para ello hay que
convencerse, si se entiende, que en esta época toca lo que toca, sino que ha
ido variando, en apariencia insensible, a través de los milenios.
De lo que no cabe la menor duda es que, en una época ya lejanísima, también
las regiones más altas del globo terráqueo, sin ir más lejos, y como ejemplo
evidente, tanto la cordillera del Himalaya como la cordillera de los Andes, estuvieron
sumergidas. Y es que tanto los terremotos como los meteoros, además de cambiar
la superficie del planeta, también hacen variar el clima. Nadie se atreve a
plantear que el planeta Tierra, con gases y sin gases, va a evolucionar hacia
donde tenga que hacerlo. Las selvas y los desiertos, las montañas y los valles,
no tienen por qué tener una configuración eterna. Si ante todo proceso natural,
por desconocimiento, hay que ser escéptico, más aún ante recetas artificiales.
En la antigüedad las tribus, indígenas o no, cambiaban de lugar de asentamiento cuando las condiciones de vida no eran favorables para su desarrollo, como recursos, climatología, mientras que ahora, aprovechando las facilidades ofrecidas por los medios de comunicación, surge la queja solidaria, incluso la tolerancia solidaria ante la intolerancia, se aprovechan las circunstancias, se responsabiliza a terceros.
En la antigüedad las tribus, indígenas o no, cambiaban de lugar de asentamiento cuando las condiciones de vida no eran favorables para su desarrollo, como recursos, climatología, mientras que ahora, aprovechando las facilidades ofrecidas por los medios de comunicación, surge la queja solidaria, incluso la tolerancia solidaria ante la intolerancia, se aprovechan las circunstancias, se responsabiliza a terceros.
Quien parece que lo tiene claro
es Hitoma
Sefiama, cacique del pueblo amazónico huitoto, cuando dice: Contra la Madre Tierra no se puede hacer
nada. El mundo gira y no retrocede. Palabras sabias que merecen una
reflexión, incluso una meditación.
Sigue a @AIf0ns0