Aparte de intentar infructuosamente
descontaminar el planeta azul, no estaría mal dedicar más tiempo a estudiar
el comportamiento y aprovechamiento del agua –
Alfonso Campuzano
El planeta azul, donde tres
cuartas partes son agua, que no se recicla ni se depura lo suficiente, alberga
territorios en los que escasea el agua, lo cual, aparte de una barbaridad, no
tiene mucho sentido.
Estos territorios, donde reina la
sequía, a lo largo de millones de años, nunca han sido los mismos, sino que
varían, dado que el planeta está en continuo movimiento rotacional y
transnacional espacial, y según cambios climáticos.
Ciertos científicos consideran que,
en la actualidad, las inundaciones, las largas sequías, las olas de calor, se
han incrementado, sin haberse detenido a analizar suficientemente lo pasado,
incluso lo antepasado, por no haberlo vivido, cuando las noticias, si llegaban,
atrasaban meses o años, merced a las caravanas, por tierra, y a los veleros,
por mar.
Otros, sin embargo, piensan que el
clima está en manos de ingenieros militares, utilizándolo como un arma, con la
intención de alterarlo en beneficio de ciertos países, en busca de nuevos recursos;
modificando los movimientos orogénicos; administrando procedimientos nutritivos
y agrarios; amplificando y ocasionando incidentes recurrentes tipo seísmos,
estiajes, riadas; utilizando elementos virales, fracciones irradiantes,
vaporizadores macromoleculares, con lo que su imaginación bordea la ciencia
ficción o el realismo fantástico.
Es habitual que se hable con
detenimiento de la atipia del cambio climático y del calentamiento global; y
apenas se detiene en analizar la posibilidad, no muy remota, de escasez de agua,
que empieza a ser un problema mundial, sobre todo en Eurasia, fundamentalmente
en India y en la zona del mar Caspio, debido al agotamiento de los acuíferos y a la sequía prolongada.
Cuando los ríos, incluso lagos y
mares interiores, alteran o reencauzan su curso, desaparecen o sufren el
desenlace de una desecación, ante los ojos de un espectador asombrado, hay que
verlo desde el punto de vista natural, aunque no deseado ni reconocido, porque
el agua, mal que pese, siempre va a discurrir por donde más fácilmente sea su
curso, llegando a lugares remotamente impensables para la mente humana, debido
fundamentalmente al desgaste, tsunamis, vibración de la cáscara terráquea, lo
que indudablemente conduce a una escasez de agua.
Al no haber previsto, para su
solventación, la gestión de tan importantes recursos hídricos, ya sea mediante centrales
potabilizadoras y desalinizadoras; ya sea mediante el descubrimiento, el
proceso, la reparación de filtraciones en las distribuciones; sin obviar del aprovechamiento
de la electricidad que se pudiera generar.
A principios de los años setenta
decía una persona anónima, aunque conocida, y ya fallecida que, con lo que
cuesta construir una central nuclear se podrían construir cien centrales
desalinizadoras, en territorios costeros, antes de que la escasez de agua llegara
a ser notable.
En cuanto a los hábitos
alimenticios, con el fin de que no agobie, tanto la actual como la futura escasez
de agua, parece ser que hay una tendencia paulatina hacia el cambio, desde los
vegetales a los animales, fundamentalmente dependiendo de que, en su
desarrollo, utilicen mucha o poco agua, a la que se pretende llamar estela
azul.
Para ello, en el mercado ya
existen productos que se denominan hidropónicos,
porque crecen en medios totalmente diferentes a los terrestres. Y productos transgénicos, que se desarrollan una vez
que ha sido modificado genéticamente el organismo original.
Aunque difícil de comprender es
que, como especie coprotagonista, los humanos participan activamente, tal y
como lo hacen las demás especies, en este planeta azul de acogida, como seres
vivos que son, en el que, para sobrevivir, unos se alimentan de otros, contribuyendo
a su dinamismo evolutivo, proporcionando cambios y transformaciones
ambientales, más o menos paulatinas, porque la vida sin contaminación no es
vida.
Alfonso Campuzano
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