El Gobierno español debe tomar muy en serio la regularización de la inmigración descontrolada, según necesidades reales, ante el nivel de desempleados y de pobreza – Alfonso Campuzano
Actualmente existen familias canarias que se encuentran al borde de la pobreza, abocadas a utilizar diariamente las colas del hambre, porque no reciben la ayuda humanitaria prometida. Sin embargo, los inmigrantes irregulares reciben ropa, dinero, teléfono de última generación, incluso dos, ubicación en hoteles –algunos han logrado firmar contratos de un año con los intermediarios–, que tanto desequilibran el bienestar de los autóctonos.
El desembolso de los contribuyentes españoles tiene un arco mensual que varía entre 6.000€ y 22.000€ por cada inmigrante ilegal, que incluye la sanidad y desplazamientos gratis, sin cotizar a la Agencia Estatal de Administración Tributaria ni a la Tesorería de la Seguridad Social, cuando el S.M.I. –léase Sueldo Mínimo Interprofesional– es de unos 900€/mes. Este timo presupuestario –que nadie crea que es infinito–, tiene un límite y un fondo, lo cual constituye un gran despilfarro económico inconcebible, que se agota sin remedio.
Hace poco más de dos meses que el Consejo de Ministros ha autorizado a la Secretaría de Estado de Migraciones una subvención a la Cruz Roja Española de más de veintiséis millones de euros –concretamente 26.586.155,19€–, que es un décima parte de lo calculado. Y, como complemento, desde hace más de siete meses, las aguas territoriales españolas que rodean el archipiélago canario han sido apropiadas por el Reino Alauita de Marruecos sin que la Jefatura de Estado, a través del Gobierno español progre, haya levantado la voz o haya dado un puñetazo en la mesa ante este robo a la luz del día con el que no está de acuerdo la ONU, pero nadie lo ha denunciado aún.
Añadiendo que la prensa oficial está secuestrada y muda gracias a las cuantiosas subvenciones salidas de los impuestos, mientras el número de desempleados avanza imparablemente en las islas igual que el hambre y la miseria. Así, tal y como está la situación social, parecida a una bomba de relojería, es muy difícil que un país como España prospere, salvo que, sin derecho a frenada, descienda por la pendiente de la bancarrota hacia el cataclismo social que difícilmente será recuperable en varias generaciones.
Conviene recordar que la península ibérica ha sido invadida en varias ocasiones desde la noche de los tiempos, gracias a que los gobernantes han vendido y traicionado a sus gobernados. Hasta el momento, las pseudonegociaciones mantenidas con Argelia, Marruecos, Mauritania, etcétera, no han surtido el efecto deseado, pese a las multimillonarias cifras ofrecidas, ya que las normas y circunstancias han derivado en una estafa una vez recogido y puesto a buen recaudo el dinero disuasorio.
La invasión africana no puede ser absorbida ni asumida por los contribuyentes españoles.
ALFONSO CAMPUZANO
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