Todo oficio o profesión, elegido libremente, se concibe como un servicio a la sociedad, donde sus integrantes dependen unos de otros – Alfonso Campuzano
El profesional sanitario, ya sea hospitalario o extrahospitalario, ya sea médico o enfermera/o, etcétera, sabe que, desde su ingreso en la Facultad, su futura práctica será considerada por sí mismo, y por la sociedad, como personal de riesgo. Un ejercicio técnico que tiene implícito –debido a su idiosincrasia–, el peligro diario frente a gérmenes patógenos y saprofitos portados por personas enfermas y sanas hasta su jubilación.
La vida también es un riesgo a correr, así que, al estar avisado desde el inicio de sus estudios no puede ni debe quejarse, ni llorar, ni moquear. Caso contrario sería consecuente abandonar cuanto antes, y con valentía, reconociendo que no sabe servir a la sociedad, una sociedad que, con parte de los impuestos, ha pagado sus estudios.
Todo hospital, desde sus comienzos, ha sido erigido como beneficencia a modo de templo a la enfermedad donde se acumulan infinidad de gérmenes contagiosos de todo tipo y condición, que pululan a sus anchas alrededor de toda persona, incluso sana, que pise su recinto, ya sea como visitante a los enfermos ingresados, ya sea como asalariado.
No se puede pedir que un hospital sea aséptico, salvo zonas excepcionales como pueden ser los quirófanos, cuando lo que alberga es toda sepsis oriunda del planeta con hiperansiedad por alcanzar la curación que algunos logran.
Y si, además, se añade una pandemia por un coronavirus denominado SARS-CoV-2, el edificio se convierte en una bomba de relojería, que es lo que ha sido y continúa siendo, así que no debería extrañar que los profesionales sanitarios hayan sido las personas más afectadas, sobre todo en España con un 8,8% de contagios sin saber con exactitud cuál ha sido la causa.
Extraña sobremanera que el tanto por ciento de contagio no haya ocurrido en otros servicios de cara al público como puedan ser los supermercados, las farmacias, aunque quizás algo tendrá que ver el aire que se respira en sus recintos.
La Sanidad nunca jamás debería entrar en debate electoral ni sufrir recortes económicos iniciados por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero –ZP, Zapatitos, ZParo– reduciendo 16 mil millones de euros, aún no recuperados, y continuados por sus sucesores Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, en una carrera desenfrenada.
Corolario:
Todas las enfermedades infectocontagiosas provienen del continente asiático, siendo aceptadas desde hace un siglo, y sin haber preguntado la razón.
–La mal llamada gripe española (1918-1919), cuyo virus H1N1 se expandió pasando por territorio estadounidense hasta invadir Europa y ocasionar entre cincuenta mil y cien mil millones de fallecimientos, mientras que en España fallecieron unas trescientas mil personas.
–La gripe asiática (1957-1958), virus H2N2, causó dos millones de muertes en el mundo, mientras que en la España preconstitucional fallecieron más de diez mil personas.
–La gripe de Hong Kong (1968-1969), virus H3N2, que provocó un millón de defunciones en el mundo, mientras que en España fallecieron más de ocho mil.
–El Síndrome Respiratorio Agudo de China (2002-2003), coronavirus SARS-CoV, que ocasionó unos mil fallecimientos. España confirmó un solo fallecimiento.
–La gripe Porcina (2009-2010), virus A/H1N1, que originó diecinueve mil muertes. España ratificó 4 fallecimientos.
–El Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (2012-2019), coronavirus MERS-CoV, que produjo más de ochocientas defunciones.
–El Covid-19 (2019- ), coronavirus SARS-CoV-2, causante de 1.670.029 fallecimientos a nivel mundial –la centésima parte de la pandemia de hace un siglo–, mientras que en España se han contabilizado cerca de 48.777, es decir, algo más de una décima parte de la pandemia de hace un siglo.
La sociedad acepta de buen grado cualquier recomendación que mejore su salud; sin embargo, ante cualquier imposición colectiva siente y padece la pérdida de su libertad individual.
ALFONSO CAMPUZANO
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