viernes, 27 de marzo de 2020

CALAMITAS CALAMITATIS


El egoísmo político es un freno hacia el bien común – Alfonso Campuzano


Las calamidades terrestres, una tras otra, son intrínsecas al planeta azul desde su origen, bien pudiendo ser endógenas, es decir, proviniendo del propio ambiente, o bien exógenas, procediendo del espacio exterior. Sin embargo, la nave interestelar ha ido adaptándose a través de milenios, cambiando épocas, adaptándose a situaciones extremas, y continúa sobreviviendo, sobre todo porque permite contarlo.
Otra cosa es que los seres los más evolucionados como especie, descubriendo alguna ley natural de cuando en cuando, aunque desconociendo la mayor parte, dependan de los menos evolucionados, resistiendo la representación de los más fuertes de todas las especies, mediante un pago por la estancia.
Sin embargo, los habitantes no son autosuficientes, sino que es el propio planeta quien abastece y sustenta. Tampoco son todopoderosos, aunque la soberbia humana hace que algunos se lo crean, de manera que lo desconocido aparte de aterrar y fascinar, es explorado hasta sus últimas consecuencias con intenciones varias, ya sean beneficiosas o maléficas, porque la Historia conocida ha mostrado, y demostrado, que va consiguiendo toda la gama de colores.
Los investigadores, en diferentes campos de la ciencia, en un cierto momento de su existencia, descerebrados o no, se han creído dioses, aunque sin manifestarlo, así que partiendo de una premisa, verdadera o falsa, de que si el ser humano ha sido creado según los textos sagrados, ¿por qué el ser humano no puede crear?
Y en la época actual, después de una veintena de años en que se consiguió clonar a un mamífero a partir de una célula adulta la oveja Dolly, se han dado casos de epidemias guerrillas biológicas, generadas por virus más o menos manipulados, inmensamente contagiosos, bien sea por la naturaleza, bien sea por la mano del hombre, en forma más o menos gripal, con lo que se puede hacer un poco de memoria.
Comenzando con la pandemia de Gripe Española (virus H1N1), en 1918-1919, que causó entre cincuenta y cien millones de muertes a nivel mundial y sólo trescientos mil en España. ¿Cómo es posible que la población española transmitiera tal enfermedad, sin haber salido del territorio, con una mortalidad entre 0,3% y 0,6% mundial, cuando no participó en la Gran Guerra (1914-1918)? Nunca es tarde para desagraviar, cambiar el nombre, y pedir perdón.
A continuación se declaró la pandemia de Gripe Asiática (virus H2N2), en 1957-1958, que ocasionó la muerte a dos millones de personas en todo el mundo.
Una década después, la pandemia de Gripe de Hong Kong (virus H3N2), en 1968-1969, provocó un millón de muertes a nivel internacional.
Tres décadas posteriores, se proclamó el Síndrome Respiratorio Agudo de China (coronavirus SARS-CoV), en 2002-2003, que produjo unos mil casos a nivel global, como preludio de la pandemia actual.
Le siguió la Gripe Porcina (virus A H1N1), en 2009-2010, que acarreó una mortalidad de diecinueve mil personas a nivel planetario.
Posteriormente se informó del Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV), en 2012, un coronavirus que causó una mortalidad universal de sesenta y seis personas.
Y últimamente, por ahora, se ha extendido como una mancha de aceite el mal llamado Covid-19 (coronavirus SARS-CoV-2), en 2019, relacionado con el homólogo de hace diecisiete años SARS-CoV, ya que, presenta los síntomas más acentuados, con declaración de pandemia por parte de la OMS.
Los recortes de dieciséis mil millones de euros, por razones presupuestarias oscuras, inaugurados en la época del presidente José Luis Rodríguez Zapatero Zapatitos, ZP han sido la gran muralla contra la que se ha estrellado en Ministerio de Sanidad, no resuelta por el irresoluto Mariano Rajoy y el supuestamente psicópata Pedro Sánchez, tan responsables ante la ley como él.

ALFONSO CAMPUZANO
            
            Sigue a @AIf0ns0

domingo, 22 de marzo de 2020

QUERIDA ALARMA SANITARIA

La alerta sanitaria española surge de la incredulidad y la desidia gubernamental al instaurar una cuarentena tardía y mal planificada con medios materiales escasos – Alfonso Campuzano

Esta alarma sanitaria, decretada a cámara lenta, y sin aprender del país vecino, acabará algún día, más o menos lejano, porque todo aquello que comienza siempre acaba, para bien o para mal. No obstante, los recuerdos de este confinamiento impuesto por una serie de descerebrados, que no atendieron a los ruegos de profesionales mucho más capacitados, tendrán la respuesta adecuada a su responsabilidad en el momento preciso.
Una responsabilidad que diariamente se manifiesta mediante un goteo continuo de contagios y muertes sin que, desde el pasado día 30 de enero un mes después de iniciarse la pandemia en Wuhan, China– se transmitieran imágenes directas, tanto desoladoras como duras, de algo tan insólito como inédito, sin que el desgobierno se hiciera el más mínimo eco, y sí se vieran actitudes insensatas como no cerrar el espacio aéreo, así como las fronteras terrestres y marítimas, lo que ha aumentado la indefensión hacia los españoles con remedios y materiales escasos ante lo que se estaba propagando exponencialmente en todo el planeta azul.
Durante cinco semanas estuvo sedando a la población con noticias sesgadas y tergiversadas, mientras ponía la alfombra propicia del riesgo a contagiarse y morir, sólo para que cincuenta y cinco manifestaciones feministas fueran autorizadas en Madrid el 8 de marzo, así como la concentración en el Palacio Vistalegre, y sin tomar la más ínfima nota de la protección que desplegaban países como China, Corea del Sur, Italia.
Todo ello debido a que España eligió a un político socialista como presidente de Gobierno que, al ser portador y transmisor, no es capaz de guardar la debida cuarentena, pese a haberla impuesto a los gobernados, pues su esposa, Begoña Gómez, está contagiada por el coronavirus SARS-CoV-2, Covid-19, sin que se haya comunicado si fue contagiada antes o después de la asistencia a la manifestación multitudinaria de 120.000 personas. Y sin olvidar que, el vicepresidente comunista, portador y transmisor, tampoco ha acatado la estricta norma sanitaria, sino que la ha desvirtuado, según sus propias necesidades egoístas, permitiéndose el lujo de dar mítines políticos, incluso lecciones de ética.
A estas alturas de la película, las autoridades italianas saben que las españolas lo han hecho peor que ellas y que las consecuencias de haber pasado la enfermedad, y ser consideradas curadas, se mantienen desconocidas.
Así que, tanto la emergencia climática como la violencia de género, ¿eran más importantes que mantener con vida a cuarenta y siete millones de españoles? Y viendo imágenes difundidas por los medios de comunicación, ¿para qué quiere la sociedad tales macroinfraestructuras, que no se pueden utilizar, cuando un minúsculo enemigo traspasa todas las fronteras como otros en la antigüedad, sin que los gobiernos entiendan que la Sanidad, y las investigaciones de su entorno, no pueden ser dejadas en el laberinto de lo desconocido, recortando presupuestos no hay que olvidar que comenzó José Luis Rodríguez Zapatero, ZP, Zapatitos, continuó Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, sin que les haya interesado resolver este desaguisado, y sin saber qué se puede hacer y aportar en cada circunstancia?
Es por eso que no debería echarse en saco roto la constitución de un tribunal que impute a aquellos políticos por denegación de auxilio, por dejación de funciones humanitarias, contempladas en el Derecho Internacional de Derechos Humanos.
Por último, es de esperar que nadie tenga memoria de pez cuando llegue el momento, teniendo en cuenta que, si la justicia humana no está a la altura correspondiente, la justicia divina está al desquite.

ALFONSO CAMPUZANO
         Sigue a @AIf0ns0