jueves, 16 de octubre de 2014

CARTA AL ALCALDE DE VILLAFRECHÓS


Siempre es loable que un bienhechor se haga notar en una sociedad que necesita prosperar. En este caso ha sido un donativo de alta tecnología a base de un moderno equipamiento quirúrgico con sus bisturíes eléctricos y demás accesorios valorado en unos cuarenta mil euros. Nada que objetar en cuanto al aparato, aún sin inventariar. Lo que sí admite una réplica es que el asesoramiento posiblemente no ha sido encauzado convenientemente. Quien ha alimentado esta vía de donación no ha debido tener muy claro lo que son las especialidades quirúrgicas, cuya formación, sólo para tener el título en mano, es de cinco años. La experiencia tarda en llegar, o no llega nunca.
Los vecinos de Villafrechós jamás podrán beneficiarse de lo que ha sido planteado como una utopía. Alguien ha cometido el grave error de dar falsas esperanzas a una población que, por tener dos bisturíes eléctricos a su alcance, no va a tener que desplazarse a un centro quirúrgico, siempre que sea necesario, a resolver la lesión que sea necesaria tratar. Es posible que, como siempre, se haya tratado de una ocurrencia política, sin que se haya detenido a analizar las consecuencias, tanto tempranas como tardías.
La utilización de un bisturí, como todo instrumento de trabajo, tiene ventajas e inconvenientes, pero sólo en manos de un cirujano, pues en otras manos todo, absolutamente todo, abocará hacia complicaciones indescriptibles. La pretensión de hacer pequeñas intervenciones en un Centro de Salud es una alucinación y un riesgo al que no se debe someter gratuitamente a la población. Pretender poner placas en fracturas es trabajo propio de un traumatólogo bien formado y no de un médico de asistencia primaria. La extirpación de verrugas debe practicarlas un cirujano ya sea general, dérmatológico, plástico, enviando las piezas al Servicio de Anatomopatología para que, con su estudio, dicte el diagnóstico preciso, y no surjan sorpresas. Para contener hemorragias hay que saber qué vaso y qué órgano sangra, propio de un cirujano, en general. Por tanto, las lesiones propias de patología quirúrgica, las que sean, sin perder tiempo, es mejor desplazarlas al centro adecuado y no tratar de experimentar con el paciente. Eso jamás.
Con una jornada de formación ningún médico general sensato se atreve a utilizar un material quirúrgico. Una charla es una charla, aunque las explicaciones prácticas se hayan hecho con pollos y terneras. Todo bisturí eléctrico, antes de utilizarlo, dispone de una placa de toma de tierra que debe estar perfectamente colocada y, aún así, puede producir quemaduras cutáneas graves. Todo conocimiento ayuda a prosperar, pero de ahí a manejar un utensilio sin formar adecuadamente, aparte de una barbaridad, es una temeridad. Quienes están formados en cirugía son los cirujanos, nunca los Médicos de Centros de Salud, aunque atienda a trece pueblos, como atiende Villafrechós, que bastante tienen con resolver los problemas primarios de sus pacientes como para que, además, se metan en charcos.
El mayor error, el primigenio, por mal encauzamiento, es haber soñado la donación de este abastecimiento quirúrgico a un centro médico sin cualificación quirúrgica. Este material debió donarse a un centro quirúrgico, aún está a tiempo, antes de que se deteriore por falta de uso y de mantenimiento.
No es de extrañar que, con muy buen criterio, el señor consejero de Sanidad no le haya dado respuesta a las veces que ha intentado contar su aventura pseudoquirúrgica. No dude, señor alcalde, que si el centro de Villafrechós, en vez de ser médico fuera quirúrgico la propia Consejería de Sanidad de la Junta de Castilla y Léon (SACYL) lo habría dotado de cirujanos y de bisturíes eléctricos.

Alfonso Campuzano
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