Siempre es loable que un bienhechor se haga notar
en una sociedad que necesita prosperar. En este caso ha sido un donativo de
alta tecnología a base de un moderno equipamiento quirúrgico con sus bisturíes
eléctricos y demás accesorios valorado en unos cuarenta mil euros. Nada que
objetar en cuanto al aparato, aún sin inventariar. Lo que sí admite una réplica
es que el asesoramiento posiblemente no ha sido encauzado convenientemente. Quien
ha alimentado esta vía de donación no ha debido tener muy claro lo que son las
especialidades quirúrgicas, cuya formación, sólo para tener el título en mano,
es de cinco años. La experiencia tarda en llegar, o no llega nunca.
Los vecinos de Villafrechós jamás podrán
beneficiarse de lo que ha sido planteado como una utopía. Alguien ha cometido
el grave error de dar falsas esperanzas a una población que, por tener dos
bisturíes eléctricos a su alcance, no va a tener que desplazarse a un centro
quirúrgico, siempre que sea necesario, a resolver la lesión que sea necesaria
tratar. Es posible que, como siempre, se haya tratado de una ocurrencia
política, sin que se haya detenido a analizar las consecuencias, tanto
tempranas como tardías.
La utilización de un bisturí, como todo instrumento de trabajo, tiene ventajas e
inconvenientes, pero sólo en manos de un cirujano, pues en otras manos todo,
absolutamente todo, abocará hacia complicaciones indescriptibles. La pretensión de hacer pequeñas
intervenciones en un Centro de Salud es una alucinación y un riesgo al que no
se debe someter gratuitamente a la población. Pretender poner placas en
fracturas es trabajo propio de un traumatólogo bien formado y no de un médico de asistencia primaria. La extirpación de verrugas debe practicarlas un cirujano ya sea general, dérmatológico,
plástico, enviando las piezas al Servicio de Anatomopatología para que, con su
estudio, dicte el diagnóstico preciso, y no surjan sorpresas. Para contener hemorragias hay que
saber qué vaso y qué órgano sangra, propio de un cirujano, en general. Por
tanto, las lesiones propias de patología quirúrgica, las que sean, sin perder
tiempo, es mejor desplazarlas al centro adecuado y no tratar de experimentar
con el paciente. Eso jamás.
Con una jornada de formación
ningún médico general sensato se atreve a utilizar un material quirúrgico. Una
charla es una charla, aunque las explicaciones prácticas se hayan hecho con
pollos y terneras. Todo bisturí eléctrico, antes de utilizarlo, dispone de una
placa de toma de tierra que debe estar perfectamente colocada y, aún así, puede
producir quemaduras cutáneas graves. Todo conocimiento ayuda a prosperar, pero
de ahí a manejar un utensilio sin formar adecuadamente, aparte de una barbaridad, es una temeridad. Quienes están
formados en cirugía son los cirujanos, nunca los Médicos de Centros de Salud, aunque
atienda a trece pueblos, como atiende Villafrechós, que bastante tienen con resolver
los problemas primarios de sus pacientes como para que, además, se metan en
charcos.
El mayor error, el primigenio, por mal encauzamiento,
es haber soñado la donación de este abastecimiento quirúrgico a un centro médico
sin cualificación quirúrgica. Este material debió donarse a un centro
quirúrgico, aún está a tiempo, antes de que se deteriore por falta de uso y de
mantenimiento.
No es de extrañar que, con muy buen criterio, el señor consejero de Sanidad no le haya dado respuesta a las veces que ha intentado
contar su aventura pseudoquirúrgica. No dude, señor alcalde, que si el centro de
Villafrechós, en vez de ser médico fuera quirúrgico la propia Consejería de
Sanidad de la Junta de Castilla y Léon (SACYL) lo habría dotado de cirujanos y
de bisturíes eléctricos.
Alfonso Campuzano
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