Desde 1939, Cataluña ha sido la niña bonita del Estado español preconstitucional,
que ha continuado siéndolo postconstitucionalmente, pese a sus continuas provocaciones,
impidiendo la evolución normal de la Marca España, despilfarrando todo aquello que recibe
de la Hacienda española a base de premisas falsas, pero no en beneficio de los
catalanes sino de aquellos políticos maniáticos de catadura moral indefinida,
que tienen la faltriquera presta, amplia y apropiada, pues saben que todo lo que
pidan le será concedido por el ministro de Economía de turno que siempre ha
estado, y está, al servicio catalán, de ahí que el inadmisible actual, Montoro,
le ha faltado tiempo para anunciar, dado que se ha dado el pistoletazo de
salida de los próximos comicios electorales, que cede y perdona los intereses a
las diecisiete fincas, incumplidoras con el déficit fiscal, beneficiando de
manera ostensible, qué casualidad, a dos regiones: catalana y valenciana, a
cambio de humo. Sin caer en la cuenta, no está el horno para bollos que, dada esta
generosidad, les da pie para seguir dilapidando y continuar riéndose de los contribuyentes.
Unos legisladores que, durante casi cuatro décadas, han perdido el tiempo sesteando, a
base de no saber o no querer desarrollar, mediante las leyes correspondientes, todos los
artículos de la Carta Magna. A cambio, no han engañado haciendo leyes para sus conveniencias,
para sus latrocinios, sin poner orden ni concierto cuando veían al vecino de
butaca lo que hacía, sino imitándole, sí mirando hacia otro lado, haciendo
creer a los contribuyentes que cumplían con el programa electoral. Han ganado
lo suficiente para conseguir unos patrimonios propios de una clase social
emergente. Actualmente, los partidos políticos de siempre, por higiene social,
deberían buscar la sustitución de todas las figuras sospechosas.
Los quinientos mil políticos españoles tienen a su disposición veinte mil
asesores, lo
que muestra y demuestra que no están
preparados para gobernar el reino de España y menos aún las diecisiete fincas, pues se manifiestan como algo zotes, o bien es un disimulo para practicar nepotracia, pese a que le cuestan al contribuyente español mil millones de euros al año.
Después de ampliar en dos millones el número de funcionarios sin oposición y designados libremente, léase, dedo, dedito o dedazo que, en vez de ser prescindibles, que lo son, cobran más y se retiran con indemnización, prescinden de funcionarios con oposición porque los hacen sombra. Después de rebajar los salarios primeramente, pasa del quinquenio, y a continuación congelar. Después de expoliar la paga extraordinaria Navidad 2012, conseguida en plena Dictadura hace setenta y un años. Después de recortar los derechos sociales conseguidos. Después de cargarse el Estado de Bienestar. Todo ello, debido a una extralimitación de funciones incontroladas y sin exposición justificada de motivos por parte de El Señor de los Recortes y de las Mentiras que, por mucho ánimo que aplique al recién inaugurado cuarto tramo de la Legislatura, ¿quién le va a creer?
Según el TS, los convenios laborales seguirán vigentes hasta la firma del
nuevo, precisamente ahora que los convenios benefician a la empresa, dados los
recortes, y no al trabajador, lo que quiere decir, en términos vulgares, que
no se mejorará social ni económicamente en muchos años. Nos encontramos en la antesala de otra nueva Dictadura, eso sí, muy
democrática. Con estos acuerdos es fácil recordar a los agentes sociales
actuales como si, en su pronta catarsis, hubieran resucitado en su propio tejido los antiguos
sindicatos verticales.
La sociedad está viviendo una agonía política al intento de mantener una Legislatura ya agotada,
donde ningún político se fía de nadie, donde todos están al mismo nivel de
corrupción, hasta la coronilla. Hieden. Nueva clase pudiente: partidos y sindicatos. Todo puede corregirse con varias
docenas de huevos.
Sigue a @AIf0ns0
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