La fijación, casi enfermiza, existente con la
tauromaquia, denominada exhibicionismo de la bondad, es debida al buenismo
de lo políticamente correcto - Alfonso Campuzano
Toda polémica se acrecienta gracias a la publicidad
mediática. Lo fácil, y abordable, es criticar todo lo relacionado con la
tauromaquia olvidándose de casi el resto de los animales, pues diariamente,
cerca de dos millones de estos, son enviados a los mataderos oficiales, y en condiciones deplorables.
Parece ser que lo que más destaca, y vende, dentro de
las innumerables formas de maltrato animal, es la fijación, casi enfermiza, de la
parte de un todo, cuando se trata de la tauromaquia, es decir, la corrida de
toros, cuando se silencia el secuestro, incluso abandono, en época de
vacaciones, de ciertas mascotas, o animales de compañía, conseguidos como
producto de un talante antojadizo, despilfarrador, irreflexivo, que ocasionan
un grave deterioro al ecosistema, sobre todo si son raras e invasoras.
Hay una diferencia sustancial entre todas las especies
terráqueas como que el humanismo está por encima del animalismo, pese a que
algunos crean lo contrario. La falta de respeto, acompañada de violencia, ya
sea verbal o física, de los amantes de cuatro patas, debiera traducirse en más
tolerancia. Pese a no tener un amparo propicio, estos organismos radicales,
tanto agresivos como provocadores, derrochan intensidad y técnicas en entidades
que necesitan ser más habilidosos para terminar con la utilidad animal en la
nutrición o en los experimentos como cuando se ofrecen a pactar recompensas por
modificar proyectos de mataderos, incluso con establecimientos, consintiendo
que el negocio se mantenga inalterado, aparte de patrocinar calificaciones como
carne
feliz, carne humanitaria y omnívoros conscientes.
Destacan fundamentalmente varias organizaciones
europeas, que amparan el comportamiento ejercido sobre los animales llamados
nohumanos, con sede en Holanda, agrupadas en el llamado Anti-Stierenvechten Comité (Comité Antitaurino Internacional),
desde donde subvencionan, tanto las iniciativas como las actividades,
incluyendo viajes y pagando multas de hasta treinta mil euros, cuya finalidad
es la injerencia en la cultura española, en el más stricto sensu de la
palabra, a fin de eliminar la libertad de decidir, instaurar una dictadura que
prohíba la tauromaquia.
Según el
psiquiatra Dr. Verrecken los militantes
animalistas, forman parte de una variante clínica que denomina exhibicionismo
de la bondad, organizada dentro del actual organigrama del poder
político europeo, llegando a la obcecación de que los animales son personas. ¿Tanto
ha evolucionado la psiquiatría que, lo que antaño se conceptuaba como enfermedad,
debido al buenismo de lo políticamente incorrecto, hogaño ha
dejado de serlo con aplausos regados de incultura?
Buscan regular el llamado bienestar animal pretendiendo
redactar un programa a base de unas normas drásticas que, cuando menos, deben
suponerse imaginables, dada su empatía cerebral, casi neuronal, con la especie
animal en cuestión, pero no a costa y por encima de la persona. Está bien, muy
bien, proteger y garantizar la comodidad de los animales siempre que no se
desatienda la protección y los derechos de las personas.
Si los animales irracionales, merece la pena
recordarlo, actúan por instinto y con comportamientos elementales, invariables
e ignorantes, no puede existir en ellos ni un resquicio de bondad como pretenden
quienes, desde su exhibicionismo, defienden esta particularidad.
Alfonso Campuzano
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