Ante múltiples ecosistemas y microclimas es
imposible globalizar el clima que depende del eje, la rotación, y la traslación del
planeta azul – Alfonso Campuzano
Pretender globalizar el clima, tal
como se ha hecho, y se hace habitualmente, cuando se sabe que existen múltiples
ecosistemas y microclimas, es una incongruencia simplista, aunque también una
aspiración escatológicamente deseada.
En su desplazamiento por el
Universo, el planeta azul tiene que acomodar e interrelacionar dos elementos
fundamentales, tanto la tierra como el agua, a los que hay que añadir el aire,
representado por la atmósfera; por tanto, el clima como los desastres naturales
son intrínsecos a la rotación y traslación, máxime si cambia el eje terrestre,
aunque influyen otros numerosos factores.
El que un territorio del planeta
se hunda, por la subida del nivel del mar, como ha ocurrido cíclicamente, desde
que este planeta existe, y que la población tenga que ser evacuada, es
consecuencia de la rotación y traslación terrestres, que conllevan cambio del
eje y, por consiguiente, también un cambio climático, pero no como el que nos
tienen acostumbrados los clarividentes alarmistas.
Tanto el calentamiento como el enfriamiento
del planeta azul, corresponden alternativamente a ciclos, como ha sucedido
desde siempre, pues el clima no es irreversible. Es más, casi todo indica que no
hay definición unánime de ola de calor, sino una docena, y no hablemos de sequías
severas, lo cual conduce a un pesimismo futurible.
Intentar hacer creer que la mano
del hombre es capaz de transformar el clima del planeta azul roza la soberbia
mental, propia de los humanos, como mucho ayuda, pero nada más.
Ante todo, y sobre todo, la
alteración ambiental que vaticinan, sin medios adecuados, debe estar
acreditada, no mediante modelos ocurrentes. Intentar conseguir un clima
saludable, sin conocer las leyes de la Naturaleza imprevisible, que nos rige,
es una utopía y un intento de manipular.
La lluvia, según el tipo de nubes,
en sus diferentes modalidades, afecta catastróficamente, y de vez en cuando, a
ciertas zonas habitadas, sobre todo cuando se practica un mantenimiento de
revisión inadecuado del alcantarillado municipal; o bien, cuando se construye,
pese a la prohibición expresa, en zonas donde, cualquier niño de teta sabe que
se va a inundar. El ejemplo más claro es el polvo dejado por el boom
inmobiliario, en cualquier parte del mundo, convertido en el lodo de la
actualidad, al observar desbordamientos y desprendimientos que destruyen lo que
encuentra a su paso, incluidas vidas humanas.
Los pantanos construidos en los
tiempos preconstitucionales han servido, aunque no se reconozca, para amainar
las sequías de los campos, sin olvidar el desarrollo de la electricidad que
generaba, que al sobrar se despilfarra y al escasear se dan golpes de pecho;
sin embargo, se debería tomar la actitud que algún que otro país ya ha
resuelto, pero que no se toma en cuenta por cobardía.
En España, con sus casi ocho mil
kilómetros de costa tiene novecientas centrales desalinizadoras, pero repartidas
únicamente por la cuenca mediterránea; es más, aparte de que dichas centrales aún
son deficitarias, el agua se vende carísima.
Ante lo inexplicable y difuminado,
por desasosiego, siempre aparece en el horizonte un vínculo incierto, que
explica algo para acentuar el sosiego.
No hay comentarios:
Publicar un comentario