El ser humano ha convivido con microorganismos, bacterias y virus, desde el amanecer de su existencia, un hecho fundamental que ha marcado a fuego su evolución – Alfonso Campuzano
Amigo ser humano, sin ser consciente de haberlo solicitado, ha llegado la hora de ser cobaya en el presente y, sobre todo, en el futuro próximo, hasta no se sabe cuándo, como ya lo fueron desde siempre, los que así se llaman, en los laboratorios de investigación farmacéutica.
Uno podrá preguntarse extrañado por qué. Y la Naturaleza responderá que unos que se autodenominan representantes de los seres humanos, en su pretensión de animalizar a los humanos –minorías radicales, sectarias en sus propuestas, y nunca jamás elegidos en las urnas– denunciaron en los juzgados que hay que humanizar a los animales dándoles derechos, pese a no tener jamás obligaciones.
Algunos pueden manifestar que también los bebés recién nacidos. Un supuesto erróneo, ya que los bebés, según evolucionan con su crecimiento, en su maduración neuronal, tienen asignadas obligaciones necesarias que cumplirán para la convivencia en sociedad, mientras que los animales se pasan toda su vida sin tener obligaciones, y a cargo de sus amos, que limpian sus excrementos o bien sus vecinos.
Así que el requerimiento ante los juzgados ha tenido un efecto bumerán durante la pandemia por coronavirus SARS-CoV-2, es decir que, si los humanos quieren tener medicamentos y vacunas tendrán que pasar por ellos las fases de investigación en animales, como animales ¿racionales? que son, y mínimamente sobre los irracionales.
Los políticos siembran ocurrencias, que recogen como frutos, en este caso las vacunas: más de 200 en una carrera por alcanzar el éxito, de las que un 10% se ensayan definitivamente en humanos, porque el tiempo apremia, a fin de evitar la cronicidad. Y los efectos colaterales, pocos o muchos, graves o leves, son las facturas que hay que pagar individualmente para conseguir una inmunización algorítmica.
Sin experimentación, sin investigación, en seres inferiores, difícilmente puede beneficiar a la especie humana. Es Historia Universal, no es un capricho.
Al tratarse de un experimento a nivel planetario, en lugar de una emergencia sanitaria, es probable que, las empresas farmacéuticas, al ser incapaces de dispensar el numero de dosis solicitadas por los gobiernos, en tan poco tiempo, y con el dinero por adelantado, habrán formalizado grupos aleatorios en los que a unos se inyectará la vacuna, a otros un placebo, incluso nada, eso sí, anotando en su historial médico hasta el mínimo detalle para analizarlo posteriormente en un futuro próximo, quizá dentro de 5 ó 10 años para sacar conclusiones, porque las de ahora tienen un epígrafe político, que en nada favorece a la Sanidad.
En España, durante la pandemia por coronavirus SARS-CoV-2, se han distinguido tres tipos de cepas –políticamente hablando–: una buena, una mala, una peligrosa. La cepa buena se ha desarrollado en el lugar de trabajo y en los vehículos de transporte como son autobuses, metro, trenes, aviones. La cepa mala ha arruinado la hostelería tipo bares, restaurantes, hoteles, además de la industria turística. La cepa peligrosa es la que ha actuado desde que anochece hasta que amanece, de ahí el toque de queda castrense, que no sanitario.
Hay que tener en cuenta que la infección por coronavirus SARS-CoV-2 –con material genético tipo ácido ribonucleico–, presenta ciertas similitudes clínicas, farmacológicas, inmunológicas, virológicas, con la infección por virus de la inmunodeficiencia humana.
Las estadísticas nuestras de cada día son las que oficialmente se dan, faltaría más. Sin embargo, durante los fines de semana no había contagios ni fallecimientos, por lo que a principio de semana, al actualizar los datos, los repuntes se disparaban. Al ir descendiendo gradualmente las cifras, para mantener el suspense en la ciudadanía, los medios de comunicación social iniciaron la fórmula de dar cifras de los siete, incluso de los catorce últimos días –gracias a que la carga viral no era la misma que al comienzo– y había que mantener a la población arrestada en sus respectivos domicilios para poder ejercer la política que se ha ido leyendo en los diferentes BOE’s, que debían haber sido perseguidos de oficio por la Fiscalía General del Estado, aparte de que el Jefe de Estado debía haberse negado a firmar.
Un estado de alarma durante seis meses, aplaudido por los partidos políticos en el Congreso, es totalmente ilegal, pero el Tribunal Constitucional no ha sido capaz de responder desde hace un año, aunque con el sueldo en su casa cada mes, pagado por los contribuyentes españoles.
Lo último de lo último es pretender que, bajo la excusa de imponer la custodia de la salud pública –bastante deteriorada, por cierto–, ciertos políticos traten de forzar hipócrita y egoístamente una ampliación de la mal llamado estado de alarma, cuando lo evidente ha sido un estado de excepción, a fin de programarse un curso acelerado de aprendiz de dictador.
Después de más de un año de pandemia no parece existir una evidencia absoluta de la etiología, patogenia, ciclo de incubación, clínica y, fundamentalmente, su tratamiento.
Pero las vacunas están aquí, llegaron ya.
ALFONSO CAMPUZANO
Sigue a @AIf0ns0
No hay comentarios:
Publicar un comentario