Las leyes autocráticas sirvieron de base para el desarrollo de leyes
partitocráticas - Alfonso Campuzano
Conviene,
de cuando en cuando, echar la vista hacia atrás, aunque pueda parecer temprano,
pero poniendo remedio a no quedarnos convertidos en estatua de sal, como lo
sufrió en sus carnes la mujer de Lot, con el fin de observar si el camino
recorrido es correcto o bien hay que rectificar, porque rectificando se
evoluciona.
Los
tiempos autocráticos que vivió la población española durante cuarenta años es
posible que no gustaran, por exceso o por defecto, a casi nadie, bueno, salvo a
los que medraban por sus intereses, como siempre ocurre ante cualquier gobierno
en cualquier país del mundo. Sin embargo, desde una perspectiva lo más objetiva
posible, es necesario recordar, y sin acritud, si aquellos entonces aportaron o
no algo beneficioso para el conjunto de la sociedad española actual.
Cuesta
creer que, de hecho la Historia está ahí, para quien quiera conocerla y
reconocerla, las leyes promulgadas durante las diez Legislaturas Partitocráticas
vividas en estos casi cuarenta últimos años lo han tenido más que fácil, se han
apoyado al tener como base de sustentación, no podía ser de otro modo, una
veintena de leyes promulgadas durante las anteriores diez Legislaturas Autocráticas,
como bien se puede investigar en el Boletín Oficial del Estado (B.O.E.).
Todo
aquello se consiguió sin apenas bienestar, porque los impuestos que se pagaban
eran indirectos al ir incluidos en el
precio de todo lo que se compraba y en los bienes considerados de lujo, no como
ahora que, aparte de haber aumentado los indirectos, se ha añadido el invento
económico del Impuesto sobre el Valor Añadido (I.V.A.), además de otros
directos, sin olvidar que la Declaración de la Renta anual es obligatoria.
Los
presupuestos generales del Estado, desde 1976 hasta el último ejercicio, han
conseguido engordar sus cifras primitivas hasta treinta veces, con lo que el
Estado de Bienestar comenzó a flaquear en el momento que la última crisis
económica hizo su aparición, y con ella los famosos y temidos recortes
sociales; una crisis provocada por el despilfarro político que, en su propia
defensa, no dudó en responsabilizar a los propios contribuyentes y que, en su
insatisfacción no conoce la palabra sosiego.
Hasta el
momento ha habido dos intentos reconocidos de recortar las mejoras sociales del
poder adquisitivo de los empleados públicos alcanzadas en aquellos cuarenta
años autocráticos para poder pagar el sueldo y prebendas al medio millón de
políticos que no existían antes de 1976, lo mismo que a las comunidades
autónomas, partidos políticos, sindicatos, fundaciones, subvenciones. Así que,
acompañando en la desmesura, se observa que la deuda pública, durante este
mismo tiempo se ha multiplicado por diez.
¿De qué pantomima se trata
cuando las Cortes españolas aprueban unos Presupuestos Generales del Estado y
acto seguido un presidente de Gobierno, como José Luis Rodríguez Zapatero,
alias ZP, definido socialista, que en 2010, con la excusa de la
crisis económica mundial, pese a no reconocerla, le sirvió para desencadenar la guerra de recortes
al arrebatar, sin el más mínimo pudor, el 5% del sueldo de
los empleados públicos para continuar los años siguientes con la congelación
del mismo?
Una vez abierta la veda su
continuador, Mariano Rajoy Brey, presidente de Gobierno, alias El
Señor de los Recortes y de las Mentiras, dos años más tarde, con los Presupuestos Generales del Estado
ya aprobados por las Cortes españolas, no le tembló el pulso a la hora de expoliar la paga
extraordinaria de Navidad del 2012, que los trabajadores españoles venían
cobrando desde 1944.
Alfonso Campuzano
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